Rodeados por el fuego

El incendio de Bejís sigue activo pero con condiciones de humedad favorables
El incendio de Bejís sigue activo pero con condiciones de humedad favorables
Biel Aliño

Produce espanto imaginar la situación en la que se vieron, el martes, los alrededor de sesenta viajeros del tren que fue asediado por las llamas entre Masadas Blancas y Burriana, a consecuencia del incendio forestal declarado en Bejís, en Castellón. Con el tren detenido ante el fuego, la temperatura subiendo y el humo penetrando en los vagones, algunas personas entendieron que su vida estaba en juego y trataron de escapar, con el resultado de varios heridos graves. Hay que investigar, por supuesto, qué es lo que ocurrió, si no se pudo prever el peligro y haberlo evitado, o si la reacción para hacer retroceder el tren no pudo haber sido más rápida. Y no tanto, o no solo, para establecer responsabilidades, sino sobre todo para aprender y acertar en el futuro a proteger mejor a las personas. Hace algunos días, el presidente aragonés, Javier Lambán, hablando del incendio del Moncayo, hacía hincapié en que proteger las vidas es la prioridad número uno en la lucha contra el fuego. Así debe ser, y hay que creer que así es, en Aragón y en las demás comunidades autónomas, para todas las autoridades. Es obligado reconocer el esfuerzo que en ese sentido realizan los servicios de extinción y la Guardia Civil. Pero los incendios plantean desafíos difíciles de prever. Debemos aprender de la experiencia. Continuamente. Es triste, muy triste, ver cómo arden grandes extensiones arboladas. Pero lo más terrible de este verano infernal es comprobar que el fuego, parece que cada vez más, roza o arrasa las casas, las carreteras, las vías férreas, amenaza, en suma, a la gente. Y, como hemos comprobado, cualquier descuido puede ser fatal.

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