Jefe de Economía de HERALDO DE ARAGÓN

Ingenieros de Zaragoza

Zaragoza exporta ingenieros.
Zaragoza exporta ingenieros.
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Los ingenieros de BSH Electrodomésticos de las plantas de Montañana y La Cartuja han tenido siempre muy buen cartel en la sede central de la multinacional alemana en Múnich. La empresa que posiblemente haya trabajado más con la Universidad de Zaragoza a lo largo de los años sabe bien de la formación de profesionales que han crecido en sus centros de excelencia, con una especialización en hornos de inducción y otros aparatos que se ha hecho notar después en productos exportados a todo el mundo.

En 2005, en una entrevista concedida a este diario tras convertirse en el primer industrial no español que era nombrado doctor Honoris Causa por la Universidad de Zaragoza, Robert Kugler, entonces vicepresidente ejecutivo y director del Área Técnica del grupo BSH, afirmó que «España es el segundo país más importante para la compañía después de Alemania» y dijo que la decisión de comprar Balay diez años antes había sido «muy acertada».

Han pasado unos cuantos años desde entonces y las cosas no han cambiado mucho en este campo. Hoy hay profesionales de BSH España allende nuestras fronteras como expatriados mientras que otros, aquí en Zaragoza, ganan en prestigio por colaborar con «un granito de arena» a la concesión de un Premio Nobel, como ha ocurrido con José Miguel Gil, ingeniero en Montañana que participó en un proyecto de investigación con el italiano Giorgio Parisi, flamante Nobel de Física 2021.

Con el investigador galardonado trabajó en ese proyecto un equipo de personas del equipo de Alfonso Tarancón, catedrático de Física Teórica de la Universidad de Zaragoza e investigador del Instituto de Biocomputación y Física de Sistemas Complejos (BIFI), que impulsaron el desarrollo de superordenadores que apoyaron el estudio de los vidrios de espín (‘spin glasses’), mencionado en el anuncio del Nobel.

José Miguel Gil cursó Ingeniería en la Universidad de Zaragoza, tal y como hicieron los actuales directores generales de las tres fábricas del grupo automovilístico Stellantis en España. Tres profesionales bregados en la planta de Figueruelas, en la Opel España de General Motors, de PSA y ahora en la de la multinacional surgida de la fusión de la empresa de Peugeot y Citroën con la de Fiat y Chrysler, que hoy pilotan tres centros productivos donde se ensamblan vehículos térmicos y eléctricos: Manuel Munárriz, en el caso de la propia factoría zaragozana; Ignacio Bueno, en la de Vigo, y Susana Recmacha, en la de Villaverde (Madrid).

Surgido también del aún conocido popularmente como Centro Politécnico Superior (CPS), el ingeniero zaragozano Guillermo Monreal trabaja en el centro espacial de la Guayana Francesa, desde donde el pasado día de Navidad la NASAlanzó al espacio el telescopio James Webb, diseñado durante más de 30 años y considerado el sucesor del Hubble. Experto en controles de calidad, como demostró en su etapa previa en la planta de Valeo de Zaragoza, hoy cuenta en estas páginas su experiencia en la Agencia Espacial Europea.

Monreal, como los directivos de Stellantis y como tantos profesionales de BSH o de otras empresas grandes, medianas o pequeñas –en Aragón o en cualquier otro lugar del mundo–, representan las mejores cartas de presentación de la Escuela de Ingeniería y Arquitectura de la Universidad de Zaragoza. Todos ellos exponentes de esa materia gris aragonesa tan necesaria para impulsar la Investigación, el Desarrollo y la innovación (I+D+i) que necesita la economía hoy más que nunca. Profesionales clave para el tejido productivo.

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