Plan integral del Ebro
La crecida extraordinaria del Ebro ha tenido en vilo a numerosas localidades de la Ribera Alta, donde finalmente no se han cumplido las peores previsiones, aunque sí se han anegado muchos campos de cultivo e instalaciones agropecuarias. Hoy los efectos de la riada se notan sobre todo en Zaragoza capital. Las obras ejecutadas en los últimos años han logrado mitigar en parte el efecto de la avenida. No obstante, sería mejor contar con un plan integral del Ebro que resuelva de forma definitiva la amenaza de avenidas. El Gobierno central ha anunciado que el Consejo de Ministros declarará esta semana como ‘zonas de emergencia’ las localidades que se han visto afectadas por las consecuencias de la borrasca Barra. La decisión es bienvenida, pero tiene más sentido desarrollar de una vez ese plan integral del río que seguir poniendo parches.
Un escenario devastado como el que está dejando la furia desbocada del Ebro requiere una actuación política a la altura de estas dramáticas circunstancias. Es la reclamación que hacen los alcaldes de las localidades afectadas, en nombre de sus poblaciones. Pedro Sánchez ha anunciado una reacción inmediata del Consejo de Ministros. Y es obligado que así sea porque el balance de daños será abultado. Los retrasos que acumulan los pagos prometidos por anteriores avenidas no invitan al optimismo, sino que aconsejan a los afectados estar vigilantes con estos compromisos.
La atención de los dirigentes políticos está puesta estos días en las riberas del Ebro y allí debe continuar cuando baje el nivel del agua. La emergencia pasará, pero persistirán las consecuencias para muchas familias y muchos pequeños ayuntamientos. Es el momento de que todas las administraciones piensen en el día después, cuando las aguas vuelvan a su cauce y desaparezcan las imágenes en periódicos y televisiones.
