La delicadeza del escorpión
Los presos de ETA han reparado en que "hay personas que han expresado honestamente que sienten dolor con los ‘ongi etorri’" -homenajes públicos- a los terroristas excarcelados.
Especifican que son "personas damnificadas a consecuencia de las acciones de nuestra militancia del pasado". Por eso, han llegado, en un alarde de empatía, a comprender "que puedan sentirse dolidas". Dicen "puedan", como si existiera la más mínima posibilidad de que las víctimas del terror -"los damnificados por las acciones de la militancia", en el delicado argot etarra- aguantaran sin rechistar los homenajes públicos a los asesinos.
El comunicado de los presos llega poco después de la visita a España de la Comisión del Parlamento Europeo encargada de supervisar los crímenes sin juzgar. Y, seguramente no por casualidad, un día antes de que el PSOE votara ayer en el Congreso en contra de una proposición no de ley de Ciudadanos que incluía, entre otras cuestiones, la petición de que se prohíban los abyectos homenajes. Los recibimientos a los etarras excarcelados causan, por supuesto, una herida añadida a la que sufren las víctimas. Que sus seguidores no homenajeen a partir de ahora en público a los criminales que han cumplido condena les ahorrará un dolor más; que sigan haciéndolo en privado señala que pervive una gravísima enfermedad moral.
Mientras, sigue pendiente que, por todos los medios posibles, los responsables de más de trescientos crímenes todavía impunes se sienten en el banquillo.