Monstruos de verdad

Concentración de los vecinos del niño asesinado en Lardero, en el parque donde desapareció.
Concentración de los vecinos del niño asesinado en Lardero, en el parque donde desapareció.
EP

Les cambiamos a los niños el final truculento de algunos cuentos para que no sufran demasiado. 

Pero en Lardero no ha habido lugar para cambiar el guion. Y han tenido que acudir a dejar flores, velas y peluches ante el portal donde falleció el pequeño Álex, asesinado por un criminal reincidente. Los niños de esa localidad riojana han aprendido, traumáticamente, a no fiarse de un desconocido que les ofrezca caramelos o juguetes. Ahora ya saben que no hay peor pesadilla de Halloween que la que se presenta, sin disfraz, en forma de un criminal desalmado, sin ningún resquicio para la reinserción.

La crónica de sucesos está repleta de delincuentes sexuales que han vuelto a hacerlo en cuanto han tenido oportunidad. Han sido demasiadas víctimas como para poder mantener que se ha legislado en caliente cuando, tras intensos debates, a golpe de crimen a cual más atroz, se ha establecido la prisión permanente revisable para delitos de especial gravedad, entre ellos los que tienen a niños como víctimas.

Hay fatalidades que no pueden evitarse, pero en este caso no fue solo del destino. La Junta de Tratamiento de la cárcel del Dueso se opuso en bloque a que el monstruo de Lardero volviera a la calle, a merodear por el parque y el colegio buscando una nueva víctima. El criminal es el responsable. Pero a las autoridades concernidas les toca asumir en qué hacer autocrítica de qué y por qué fallaron, y garantizar que no haya más finales trágicos evitables, como el del pequeño Álex.

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