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La vaca en el retrete

Vaca en retrete
Vaca en retrete
Piqsels

Una vaca en el retrete. Es la imagen que viene a la cabeza al conocer la iniciativa de un psicólogo animal en una granja alemana: ha enseñado al ganado vacuno a ir al baño para reducir la contaminación por amoniaco. Los bovinos han aprendido que si orinan dentro de la letrina, obtienen una recompensa, pero si lo hacen fuera, reciben un pequeño pero molesto chorrito de agua. Y, cual gatos escaldados, en pocas semanas habían obedecido al entrenador, incluso en menos tiempo que los niños pequeños aprenden a no hacerse pis encima. Las reses se han vuelto dóciles y, de paso, contribuyen a evitar la propagación por el suelo del contaminante amoniaco que genera la combinación de sus heces y orina.

La capacidad de adquirir buenos modales por parte de estas vacas contrasta con la actitud de ciertos animales de dos patas. Lo recuerda también el cartel de un hotel que ha corrido como la pólvora este verano, en el que se contraponen las alabadas formas de actuar perrunas con las muy reprochables humanas: "Los perros son bienvenidos a este hotel. Nunca tuvimos perros que fumaran en la cama, quemando las sábanas. Nunca un perro nos robó toallas o puso la televisión a todo volumen o se peleó con sus compañeros de habitación. Nunca tuvimos perros borrachos que rompiera los muebles. Por eso, si su perro responde por usted, usted también es bienvenido".

Sería oportuno poner en manos de etólogos a los sujetos que, presuntamente, gozan del privilegio del razonamiento pero se comportan peor que animales. ¿Lograrían los veterinarios especializados en la conducta animal modificar sus deleznables hábitos? Se admiten apuestas.

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