Adjunto a la Dirección de HERALDO DE ARAGÓN

¿Hay que obligar a vacunarse?

Vacunación con Janssen en Zaragoza.
¿Hay que obligar a vacunarse?
Oliver Duch

La irrupción, hace 18 meses, de un virus letal y contagioso llevó a Occidente a imponer una medida excepcional: todos los ciudadanos debían encerrarse en casa

Como nunca se había visto desde tiempos de guerra, los estados de alarma limitaron los derechos individuales en los países democráticos. Superado ese primer momento de pánico, el acelerado proceso de vacunación ha logrado un éxito sin parangón: alrededor del 75% de la población está inmunizada. Ahora, la cuestión es que, para lograr la tan ansiada inmunidad colectiva con la que se podrá frenar el virus, se estima que será necesario superar el 90%, un porcentaje más difícil de alcanzar. El colectivo de personas no vacunadas no es sencillo de persuadir porque sus motivaciones están más en el sentimiento y la creencia que en la ciencia y los datos.

En esta coyuntura, se aviva el debate sobre la obligatoriedad de la vacunación, sea total o por sectores. Francia la ha establecido para determinados colectivos como los sanitarios e Italia acaba de convertirse en el primer país occidental en imponerla a todos los trabajadores, bajo amenaza de suspensión de empleo y sueldo.

Desde el punto de vista legal, una medida de este tipo tiene encaje constitucional en España en una situación de excepcionalidad y siempre que se demuestre que es proporcionada al riesgo que se quiere evitar. El Tribunal Supremo ha autorizado esta semana la exigencia del pasaporte covid para entrar en bares y discotecas. Considera "idónea, necesaria y proporcionada" la petición de este certificado en las zonas con elevado riesgo de contagio y de forma temporal. La sentencia dictamina que "el beneficio" que proporciona pedir la pauta completa de vacunación a quienes quieran entrar en un establecimiento es "muy superior al sacrificio que comporta".

Tres de cada cuatro ciudadanos ya han recibido en España la pauta completa
de vacunación contra la covid

El debate ético es más intenso. Nunca es sencillo elegir entre libertad y bien común. Las preguntas que laten en la polémica son tan peliagudas como clásicas en la historia de la humanidad: ¿qué obligaciones tenemos unos con otros como ciudadanos? ¿Dónde se marcan las líneas rojas para que sea posible maximizar el bienestar, respetar la libertad y promover la virtud? ¿No existe un conflicto potencial entre las necesidades de la comunidad y las exigencias de los individuos? ¿Qué factor pesa más?

Los gobiernos tienen derecho a imponer la vacunación para salvaguardar la salud del conjunto de la sociedad. Ahora bien, no será necesario hacerlo en sociedades con un fuerte sentido del civismo, en esas que durante siglos hayan alimentado el espíritu de solidaridad con los que te rodean.

Michael J. Sandel, considerado uno de los filósofos más influyente de la actualidad sobre todo por su libro ‘Justicia: ¿hacemos lo que debemos?’, cree que "la responsabilidad moral no es solo individual, tiene una proyección histórica y colectiva, así que debe transmitirse de generación en generación". El profesor de Harvard sigue la línea de pensamiento de los que consideran que todo sistema político descansa en la probabilidad de encontrar obediencia entre sus miembros y que ningún comportamiento es más probable que el sancionado por una costumbre repetida en el tiempo. El conjunto de estas normas no escritas conforma el carácter idiosincrásico de un pueblo, su "espíritu" en términos de Montesquieu. Son sus valores sociales, esos que viene definiendo la sabiduría acumulada desde tiempo inmemorial.

¿Debe obligarse a hacerlo al resto de
la población? ¿Es legal? ¿Resulta ético? ¿Es conveniente?

La mayoría de la gente observa estos valores y normas. Cumple la ley de forma voluntaria y pacífica, pero no porque conozca el texto legal y haya estudiado su régimen sancionador, sino por mera costumbre. "Las leyes –escribió Tocqueville– son siempre vacilantes en tanto no se apoyan en las costumbres; éstas forman el único poder resistente y duradero del pueblo". Por eso Joaquín Costa llamó a la ley "propuesta de costumbre".

En el análisis de la convivencia social, más allá de la vacunación, la lista de los países con mayor calidad democrática (encabezada por Noruega e Islandia) destacan por su sentido de responsabilidad con el prójimo. Acaso por las dificultades climatológicas de sus territorios, lo cierto es que sus costumbres se sustentan en ayudarse unos a otros. Esto les hace más fuertes.

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