Por
  • David Serrano-Dolader

Aulas y ¿aules?

'Aulas y ¿aules?'
'Aulas y ¿aules?'
Pixabay

Y esto no va de género neutro). 

No se trata ahora de hacer crítica política: me da igual -para este caso- si quien gobierna acá y acullá tira a barlovento o más bien a sotavento. Que la varita mágica para el nuevo curso sea la posibilidad de rebajar en el aula la distancia interpersonal de 1’5 a 1’2 metros (¡30 centímetros, como nos confirma cualquier sesudo libro de matemáticas!) es sencillamente chiripitifláutico y carpetovetónico. Reconozco la dificultad de arbitrar medidas que a todos contenten y que tengan efectos positivos en nuestro sistema educativo en momentos tan delicados. Pero de ahí a no caer en trance cataléptico al leer tal tipo de redentoras propuestas hay un trecho. Y ya no porque en muchos centros escolares fue imposible mantener el pasado curso la distancia marcada de 1’5 metros sino porque es increíble que tales milimétricas mediciones sean implementables: ¿o es que las mesas, las sillas, los profes y los alumnos van a ir pertrechados de un kit automatizado de demarcación de territorio que emita pitidos inhibidores en caso de sobrepasar tales imaginarias barreras?

No se quieren abordar las cuestiones de fondo (la ratio por clase y la necesidad de más profesores) pero de ahí a tomarnos por tontos… ¡pues va a ser que no! Es cuestión de organizar las aulas, no de hacernos pasar por ‘aules’ (palabra que, en mis años infantiles en Caspe, se utilizaba mucho y bien en el sentido de ‘persona necia y estúpida’). Como diría el loco: cada maestrillo… ¡corre que te pillo!

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