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  • EDITORIAL

El impacto demográfico del virus

Sanitarios de un centro de salud de Zaragoza manejando los EPI.
Sanitarios de un centro de salud de Zaragoza manejando los EPI.
José Miguel Marco

Ayer volvió a producirse en Aragón un repunte de los contagios de covid, que podría indicar los efectos negativos de las llamadas ‘no fiestas’ de mitad de agosto. 

Ante ello, no estaría de más que todos reflexionásemos sobre el tremendo impacto demográfico que ha tenido ya la pandemia, según reflejan los datos estadísticos analizados por el Consejo Económico y Social (CESA), y comprendiésemos que es necesario mantener la prudencia y actuar con responsabilidad, porque el virus continúa siendo peligroso.

Los datos que facilita el Instituto Nacional de Estadística han permitido al CESA ofrecer un revelador análisis del efecto que la pandemia tuvo el año pasado en los principales indicadores de la población aragonesa. Lo más notable es constatar que el número de fallecimientos aumentó en un 22,5% respecto a 2019, un tremendo peaje que la sociedad aragonesa ha pagado y que se traduce, humanamente, en el dolor de muchas familias. Con ese incremento, la tasa de mortalidad subió 2,2 puntos y alcanzó el 12,5 por mil. Y como era de esperar, el ascenso de la mortalidad se tradujo en un retroceso de la esperanza de vida al nacer de los aragoneses -el primero en décadas-, que se redujo en 1,5 años hasta los 82,4. Las secuelas sociales de la pandemia redujeron además la natalidad y la nupcialidad, y, en definitiva, agudizaron notablemente la caída del crecimiento vegetativo que Aragón viene sufriendo ya desde hace años. Ahora, a pesar de que la sexta ola parecía ir controlándose, nos encontramos con un nuevo repunte, provocado tal vez por celebraciones inapropiadas en unas fechas tradicionalmente festivas; y además, la enfermedad sigue sumando víctimas, nada menos que treinta y tres fallecimientos en la última semana. Son datos que deben movernos a la responsabilidad. Vamos dando pasos para controlar y superar la pandemia, pero no valen los atajos, la prudencia y la solidaridad deben imperar.

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