'Poetas'
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Los poetas son los grandes proscritos de la literatura. 

Casi nunca adquieren renombre fuera de su ámbito natural, y cuando lo hacen es porque se pasan a la novela: Manuel Vilas, Felipe Benítez Reyes… Tienen pocos lectores (sólo los colegas, algunos profesores de universidad y tres o cuatro críticos de referencia), pero sin embargo todos reconocen y valoran su estro y sostienen que la poesía es la emperatriz de los géneros literarios. Poseen además una característica muy especial: su ímpetu creador puede darse en gente extremadamente joven y sin formación académica, lo que difícilmente ocurrirá entre ensayistas o novelistas de postín. Muchos poetas veinteañeros han ganado el Adonais (la lista sería interminable, aunque Blanca Andreu serviría de ejemplo perfecto), pero sólo después de muchos años de lecturas y de estudio pudo escribir Irene Vallejo ‘El infinito en un junco’. Miguel Hernández, Alberti y tantos y tantos no tenían estudios universitarios, como no los tuvieron (por hablar de los de casa) muchos poetas de la Generación del Niké: J. A. Gómez, Ciordia, Gracia, Gúdel, Luesma… Eso no les impidió escribir versos inolvidables, porque la poesía no nace necesariamente del conocimiento sino de la magia y la intuición. Por eso José Manuel Blecua, investigador eximio de la poesía española, nunca supo escribir versos. Este año, Begoña M. Rueda, una joven lavandera-planchadora de hospital, ha ganado el prestigioso premio Hiperión de poesía. Y es que la poesía no conoce de edad ni de titulaciones: sólo de hacernos vibrar el alma y los sentidos.

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