Por
  • Tanya Kelley

Anzánigo permanece vivo

Las estaciones de Anzánigo y Caldearenas, en la línea de Canfranc, acaban de ser reformadas. Las obras, acometidas en 2009 y 2010, han incluido la rehabilitación exterior para evitar riesgos
'Anzánigo permanece vivo'
JAVIER BLASCO

Al final de su libro sobre su pueblo natal, Aurelio Viñas Escuer especuló que la etiqueta de Anzánigo podría ser esta: "Permanece vivo, pero se encuentra ausente". 

Si bien es cierto que los pasos resuenan en las plazas y el silencio permite escuchar el silbido de las golondrinas cuando se lanzan en las aberturas de las ventanas sin cristales de algunas casas y en los pajares, me complace informar que, tras llegar aquí hace un par de semanas, veo signos de vida y brotación.

Una hoguera, como las de antaño descritas cariñosamente por Aurelio en su libro ‘Anzánigo e Izarbe desde los límites del recuerdo’, tuvo lugar el día de San Juan. De acuerdo con las restricciones de la pandemia, era un círculo pequeño, manteniendo la distancia, pero sin embargo la tradición se mantiene. Las fiestas y celebraciones tienden a sobrevivir a otras tradiciones, por lo que no me sorprendió que los más jóvenes del pueblo abrazaran la idea de hacer la hoguera, saltar sobre las brasas y mojar los pies en el río Gállego. Sin embargo, lo que sí me sorprende es que otras tradiciones en las que uno tiene que poner mucho empeño también están intactas e incluso se recuperan.

Tanto por las personas que lo han elegido para empezar una nueva vida, como
por esas que nunca se han ido, como por las que eligen jubilarse aquí,
Anzánigo permanece vivo y se encuentra presente

El río Gállego se utiliza para producir electricidad en las centrales hidroeléctricas. Y ahora de nuevo, también se utiliza para llevar agua a los grandes huertos de los habitantes del pueblo. Desde hace más de treinta años, la acequia, ingeniosamente desviada del río a lo largo de unos kilómetros antes de volver a entrar en él, ha sido renivelada para que el agua vuelva a fluir por ella. No se trata de un proyecto patrocinado por una empresa o un proyecto gubernamental, sino que se debe a que una nueva generación ha elegido Anzánigo como hogar. Pidieron permiso a los propietarios de los terrenos para utilizar los huertos aletargados y restauraron las acequias y los huertos con sus propias manos.

Al haber vivido muchos años en Estados Unidos, este tipo de re-pionerismo me resulta tan fascinante como las largas y profundas tradiciones de España. Me encanta hablar con gente de generaciones mayores para preguntarles cómo era antes la vida en Aragón. También me gusta hablar con los agricultores y los pastores para saber cómo ha cambiado. Cuando comentan la restauración del canal y los huertos, algunos dudan y lo califican como una moda pasajera y dicen que los huertos parecerán un cuadro abstracto, otros se alegran de que haya gente nueva que se interese por lo que parecía una forma de vida pasada. Por mi parte, me parece alentador ver otra capa de vida sobre las capas y estratos que han tenido antes en esta tierra.

Al igual como sus huertos, las casas de Anzánigo presentan un palimpsesto de vidas anteriores. Las casas de Anzánigo llevan marcas de sus rendiciones anteriores. Se puede descifrar sobre las puertas de entrada las letras erosionadas Comercio de Antonio Bambo, el almacén Fidel, Tabacos Expendeduría N. 1. Mientras los viejos nombres se desvanecen, pero aún no caen en el olvido, se montan nuevos sobre ellos, Casa Ángel, Casa Cayetano, La Casita.

Tanto por las personas que han elegido Anzánigo para empezar una nueva vida, como por esas que nunca se han ido, como por las que eligen jubilarse aquí, Anzánigo permanece vivo y se encuentra presente.

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