Fuera tristezas, ¿ya?

Un periódico informa del coronavirus en Sudáfrica.
Un periódico informa del coronavirus en Sudáfrica.
Sumaya Hisham/Reuters

Tan rápido como se pasó en España de la sorna respecto a aquella rara enfermedad que venía de China a la curiosidad y luego el temor, según iba acercándose; al aturdimiento, cuando se supo que campaba ya por aquí; a continuación, a los aplausos, al saldremos mejores; antes de alcanzar esa larga meseta de duelo y abatimiento (con la pronto recuperada bronca partidista y otras nimiedades de ruido de fondo); ahora se corre hacia el silenciamiento de la pandemia. A ver quién deja antes de hablar de tristuras y enfermedades, se quita la mascarilla y monta unas buenas fiestas patronales, un concierto para multitudes, siquiera una gran juerga de madrugada en un bar.

En todo Occidente se piensa en recuperar ya, tal como era, el tinglado económico y emocional que sostenía los modos de vida de su población hasta marzo del año pasado. Una aspiración que implica el olvido de lo que ha pasado y aún sigue pasando y que puede explicarse echando mano de lugares comunes: es ley de vida, esta se abre camino siempre... Pero las frases hechas no se aplican igual al resto del planeta, sobre todo al África subsahariana, donde la anterior gran pandemia, la del sida, de los 80, hace aún estragos: cientos de miles de personas mueren cada año por un mal que puede controlarse con fármacos. Ahora, el remedio se llama vacunas. Si su suministro no se generaliza pronto (antes de que la covid desaparezca de la agenda internacional), esos países van a quedarse otra vez atascados en la pantalla anterior.

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