Director de HERALDO DE ARAGÓN

Desescalada veraniega

La pandemia persiste entre nosotros y aún tardará tiempo en desaparecer.
La pandemia persiste entre nosotros y aún tardará tiempo en desaparecer.
POL

Ni todo está tan claro ni todo parece que vaya a ir tan rápido como desearíamos, pero el entusiasmo, contagiado por la fatiga pandémica, por el hartazgo tras tantos meses de enfermedad, está acelerando una desescalada sobre la que el Ministerio de Sanidad ha decidido esquivar su tutela. 

En la última reunión del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (CISNS) se pasó del todo a la nada. De publicar en el BOE las normas para la desescalada a dejar a las comunidades absoluta libertad. Un abierto distanciamiento producto de una forzada marcha atrás después de que Madrid recurriese ante la Audiencia Nacional las últimas restricciones. Así, y en coincidencia con la llegada de las vacaciones y con los grandes desplazamientos de viajeros, cada autonomía hará lo que crea más oportuno desatendiendo todo criterio compartido. Por no saberse, no se sabe aún cómo se gestionará la vacunación para aquellos que viajando fuera de su lugar de residencia estén pendientes de la vacuna.

La tensión entre las autonomías y el Ministerio de Sanidad ha sido una constante durante esta pandemia. Sin la cobertura del estado de alarma -el Tribunal Constitucional debe decidir sobre la legalidad del primer estado de alarma, un asunto de enorme calado que afectaría a las indemnizaciones y a las sanciones impuestas- los Ejecutivos autonómicos terminaron chocando directamente con los tribunales, extendiéndose una abierta diferencia normativa que situó a las comunidades en un plano de desigualdad. Consciente de este desgaste y de lo mucho que se juega -en especial tras el conflicto vivido con Isabel Díaz Ayuso-, el Gobierno ha optado por la inhibición, convencido de la falta de sentido de un nuevo enfrentamiento con las autonomías.

La pandemia nos ha llevado de sorpresa en sorpresa, acumulando un aprendizaje en permanente revisión que cuestionaba lo sabido. Comenzamos sin mascarillas y obsesionados por el contacto para, pasadas cinco olas de la enfermedad, situarnos en un tira y afloja entre salud y economía, entre el deseo de una mayor velocidad y una obligada cautela. Un conflicto aún sin resolver, pero que sirvió para ganar unas elecciones a la Comunidad de Madrid y para activar un cambio de ciclo político. Porque la política se ha apoderado progresivamente de la desescalada en la medida que el virus se retiraba. Del indulto de Pedro Sánchez a los condenados del ‘procés’, cuya respuesta sin foto en Colón se conocerá hoy mismo en forma de manifestación, se ha saltado a la propuesta de la ministra Ione Belarra -segura nueva secretaria general de Podemos tras la Asamblea Ciudadana de este fin de semana- de que Puigdemont pueda regresar a España sin mayores consecuencias.

La confianza en la medicina y la investigación se ha visto reforzada, pero la pandemia, que persiste entre nosotros y que aún tardará tiempo en desaparecer, ha desgastado buena parte del crédito político. El juego de la confusión, aprovechando que todo convive entremezclado, está permitiendo la reaparición de una política de estrategia y oportunidad que busca acortar los plazos mientras se suprime buena parte de un debate cada vez más imprescindible.

miturbe@heraldo.es

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