Por
  • Vicente Calatayud Maldonado

El virus en el cerebro

Opinión
'El virus en el cerebro'
Krisis'21

Desde los años setenta, la medicina conoce las manifestaciones clínicas que mostraban los afectados por virus. Sin embargo, el sistema político-sanitario español ha sido incapaz de reconocer que nuestra salud se vio afectada por un coronavirus (SARS-CoV-2), considerado agente etiológico de una cada vez menos misteriosa neumonía que la OMS llamó covid-19 y declaró pandémica. La pandemia cogió desprevenida a nuestra sanidad, definida oficialmente como de las mejores del mundo. Se consumó así una negligencia político-administrativa que sorprendió a los médicos, científicos y clínicos. El mundo académico, el sanitario y el informativo se vieron invadidos por virólogos y ‘expertos’, puntualizando y divulgando, no siempre con el debido rigor: científico, de veracidad y aun lingüístico.

La enfermedad daña órganos que no son los pulmones. La exposición de un huésped no inmunizado al invasor origina una infección viral con varias puertas de entrada: aire, alimentos, picadura de insectos... La gravedad está en función de la virulencia del agente y de la respuesta del huésped mediante sus barreras de defensa (piel, mucosas, sistema inmune) y el grado de vulnerabilidad de las células afectadas. De esa relación compleja depende que la manifestación clínica sea pobre o grave, incluso con riesgo de la vida. Y es importante el lugar en que el virus se replica.

El cerebro (sistema nervioso central, SNC) puede verse afectado por el virus y ello puede producir síntomas neurológicos. ¿Se replica directamente en el sistema nervioso o es el cerebro víctima de la reacción del cuerpo a la infección? Puede afectar a los vasos cerebrales, a las neuronas y a la glía, según el tropismo específico de cada estructura. Los cuadros clínicos serán diversos. Así, la pérdida del olfato o del gusto respondería a la entrada del virus por el bulbo olfatorio, que transmite información desde las fosas nasales al cerebro, etc.

El virus de la covid-19 no afecta
solo a los pulmones, el cerebro también puede sufrir sus efectos

Una compleja barrera hematoencefálica (el endotelio capilar) obstaculiza la entrada del virus al SNC. Sus células forman una capa impermeable, sin poros. Pero las modificaciones en la presión sanguínea u osmótica y en el pH de la sangre pueden abrir temporalmente las ‘juntas’ impermeables y ofrecer una puerta al virus por vía sanguínea. En casos más raros, puede llegar la infección siguiendo los nervios periféricos; así, el virus se reproducirá en las células de la glía del Sistema Nervioso Periférico (SNP), que es el soporte estructural de los axones (las ‘ramas’ de la neurona), muy importante en los procesos de neuroconducción.

Es relevante la predisposición genética: las proteínas del huésped pueden actuar en sus membranas celulares como receptores para los virus. Ocurre con la enzima convertidora de la angiotensina 2 (ACE2), utilizada por el virus como receptor (guía) para el ingreso en la célula. La función inmune y su regulación están bajo control de ciertos genes presentes en el sistema de compatibilidad celular. Autores de Bristol y Múnich han demostrado que la proteína S del virus reconoce a una proteína transmembrana (la neuropilina) y se une a ella, lo que facilitaría la infección en forma de ataque autoinmune (las propias defensas del paciente lo debilitan) a las proteínas de la membrana neuronal. También puede manifestarse como lesión cerebral multifocal (técnicamente, encefalomielitis diseminada difusa aguda, un síndrome posinfeccioso).

En nuestro sistema, se eluden los conceptos recientes de enfermedad genómica, proteómica y metabolómica. Implican una nueva percepción de la medicina y detallan las alteraciones y agresiones a los mecanismos bioquímicos esenciales del ser humano. Los virus, solos o unidos a otros procesos crónicos, están siendo especiales protagonistas, no siempre con la expresión clínica esperada.

La crisis sanitaria muestra que debemos entender mejor el concepto de salud y reestructurar la sanidad sin sesgos ideológicos

La crisis prueba que debe entenderse mejor el concepto de salud y reestructurar la sanidad sin sesgos ideológicos. Hay que sacar a nuestra política sanitaria de su reciente y confiada placidez. Repudiemos las actitudes políticas y sociosanitarias con altas dosis de ignorancia, que han estorbado la correcta evolución clínica, y aun la divulgación sobre vacunas y secuelas –todavía por conocer– de este morbo tan dañino para nuestra convivencia en todos los órdenes.

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