En el famoso cuadro ‘Los poetas contemporáneos. Una lectura de Zorrilla en el estudio del pintor’, que pintó Esquivel en 1846 y se conserva en el Prado, Mariano Roca de Togores fue inmortalizado junto con Hartzenbusch, el duque de Rivas, Espronceda, Campoamor, Zorrilla y tantos otros poetas españoles de la época. Roca de Togores, aristócrata, ministro en numerosas ocasiones, embajador en Londres, París y la Santa Sede, mecenas de pintores y escritores y escritor él mismo en sus ratos libres, fue director de la RAE y miembro de las Academias de la Historia, de la de Bellas Artes de San Fernando y de la de Ciencias Morales y Políticas, de la que fue fundador. Perteneció por tanto a cuatro Reales Academias, por lo que casi podríamos decir que fue académico antes que cualquier otra cosa. Han pasado a la historia sus extraordinarios discursos de recepción a los nuevos académicos, que le fueron encomendados en gran número, dada su contrastada pericia. Si de algo sabía pues era de academias y de académicos. Pues bien, Roca de Togores solía decir que a las academias los próceres y los magnates las hacen visibles, los ingenios las hacen famosas, pero sólo sus miembros trabajadores las hacen útiles. Yo creo que esto lo tenía presente Marañón cuando escribió aquello de que la eficacia es la medida de la inteligencia. Vamos, que lo que necesitamos no son figurines, ni predicadores, ni gente ingeniosa u ocurrente. Lo que necesitamos es gente trabajadora que sea útil a la sociedad a la que sirve y nos saque de este atolladero. Hoy más que nunca.

José Luis Melero es miembro de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis