El cuento de la vacuna

Opinión
'El cuento de la vacuna'
Heraldo

El pasado martes 24 de noviembre, el Gobierno de Sánchez presentó su ‘Estrategia de vacunación covid-19’. De este modo, se alinea con la acción conjunta impulsada por la Unión Europea (UE). La Comisión y los socios europeos vienen trabajando en ello desde hace meses. De hecho, el 6 de junio se publicó en Bruselas la ‘Estrategia de la UE para las vacunas contra la covid-19’. Y el 15 de octubre la ‘Comunicación de la Comisión al Parlamento Europeo y al Consejo. Preparación para las estrategias de vacunación de covid-19 y el despliegue de la vacuna’. En el caso español, además, se recalca que es "un documento que se ha elaborado conforme al acuerdo adoptado el 9 de septiembre en el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud". Algo obvio, en España, con la actual arquitectura institucional y legal, no puede ser de otro modo.

Dentro de esas coordenadas, el documento del Gobierno de Sánchez resalta, en la introducción, que "se ha elaborado a partir de la información disponible en este momento y pretende ser un documento vivo, ágil y flexible, que se irá actualizando a medida que vaya aumentando el conocimiento de los resultados de los ensayos clínicos que se están realizando con las vacunas candidatas, las características de las vacunas próximas a autorización en cuanto a la logística, almacenamiento y administración, así como detalles sobre la inmunidad generada tras la enfermedad". Lo cual refleja otro ‘detalle’ importante, se trabaja sobre datos provisionales y sobre expectativas. Pero esto se dice como si no se dijera, porque es el principal problema. El control de la pandemia sigue estando por llegar y ‘la’ vacuna, en singular, también. De lo que de verdad se trata es de controlar a la opinión pública y el malestar social creciente.

De momento, en la estrategia de vacunación contra la covid presentada por el
Gobierno español hay más de propaganda que de un verdadero plan para inmunizar a la población

Políticamente hablando, ‘la vacuna’ se convierte en una promesa necesaria. Y con eso juegan. Es más de lo mismo, más de eso a lo que nos tienen acostumbrados. La estrategia ‘sanchillista’, contada por el ministro Salvador Illa, ha de simular rigor y conocimiento, aunque esté cimentada sobre la provisionalidad, la improvisación y la incompetencia contrastada. Nos quieren domesticar y adormecer. Por eso, nos venden humo y medias verdades. Cualquiera puede comprobar por sí mismo. Lea usted la nota de prensa con la información oficial tras el Consejo de Ministros de la semana pasada. Está disponible en la web para quien quiera consultarla. Comienza destacando una frase: «Los residentes, el personal sanitario que trabaja en residencias de mayores, y las personas con discapacidad serán los primeros en vacunarse. La vacuna es segura, eficaz y su administración será voluntaria y gratuita».

Esta última afirmación es una gran mentira porque esa vacuna en singular todavía no existe y no se puede confirmar que sea segura y eficaz. Hará falta tiempo para comprobar ambos aspectos. Además, el documento gubernamental explicita que "hay once vacunas en distintas plataformas que ya han iniciado la fase III de los ensayos clínicos. De ellas, cinco figuran en el portafolio europeo". Las dudas ante tal panorama son más que obvias.

El primer objetivo es tranquilizar a la opinión pública

Aunque suena bien cuando dicen que "el objetivo general de la estrategia de vacunación covid-19 en España es reducir la morbilidad y la mortalidad causada por esta enfermedad mediante la vacunación frente a covid-19, en un contexto de disponibilidad progresiva de dosis, y protegiendo a los grupos más vulnerables". Las dudas se multiplican con lo que viene después. Se remite a un "Grupo de Trabajo Técnico de Vacunación Covid-19" que no se explicita su composición y termina con el apartado octavo de ‘comunicación’ dedicado, precisamente, al "desarrollo de una estrategia" ‘ad hoc’ que se regirá por cinco principios: veracidad, transparencia, participación, equidad y evaluación. Impecable. Pero, ¿quién puede confiar en el ministro Illa? ¿Quién puede creer a Pedro Sánchez? ¿Cuántas veces han dicho lo contrario a lo que hacen? Tal como están las cosas, con el cuento de la vacuna nos tendrán entretenidos una temporada más. Habrá que ver si, después, don Pablo Manuel y don Pedro se ponen la primera dosis o solo les inyectarán suero fisiológico.

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