Miguel Ángel Blanco y las elecciones del 12-J

Homenaje a Miguel Ángel Blanco organizado por el PP en Madrid.
Homenaje a Miguel Ángel Blanco celebrado hace unos años en Madrid.
Efe

Que las elecciones celebradas en el País Vasco el 12/J, aniversario del secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco, hayan dejado los mejores resultados para la izquierda ‘abertzale’ es una noticia especialmente inquietante. Somos una sociedad extraña, que cuestiona el comportamiento de fray Junípero Serra hace unos siglos, pero se empeña en enterrar atrocidades cometidas hace pocos lustros. Tres antiguos etarras pasarán a sentarse en un Parlamento vasco copado por los nacionalistas del PNV y los independentistas de Bildu. Según una encuesta, muchos de sus votantes jóvenes no saben quién fue el concejal de Ermua sometido al tormento de un secuestro mafioso que acabó en su asesinato el 13 de julio de 1997. La cara de Miguel Ángel Blanco en los carteles que esos días llenaron España es una imagen inolvidable para millones de demócratas. Pero no vende, ya se ve, para la cartelería de instagram.

Muchos de los votos que han catapultado al partido de Otegi provienen del descalabro de Podemos. Pablo Iglesias cosecha derrota tras derrota en las urnas mientras, paradójicamente, aumenta su cuota de poder. Muy pocos de esos votantes arrepentidos se han ido al PSOE, que apenas salva los muebles. Podemos se desangra, pero los socios de Sánchez en la Moncloa persisten en una espiral autodestructiva, que no solo afecta su partido: que sus concejales en Zaragoza se negaran a participar en el homenaje a Miguel Ángel Blanco es más que un feo gesto: contribuye a una ceremonia de blanqueo y olvido peligrosa para la convivencia y la democracia. 

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