Pandemias

Las sesiones del Congreso transmiten el autorretrato de los oradores.
'Es necesario que las pandemias del sectarismo, la soberbia y el enfrentamiento, no empeoren las consecuencias de la sanitaria'. 
HERALDO

Decía Carmen Iglesias en el diálogo que mantuvo el pasado 24 de junio con Domingo Buesa (puede verse en Youtube, Fundación Ibercaja) que la historia nos enseña pero nosotros nos empeñamos en no aprender. Tras explicar las transformaciones que trajeron la peste negra y la mal llamada gripe española, ambos historiadores nos recordaban que las sociedades son más frágiles de lo que creemos, que la incertidumbre forma parte del devenir de la historia y que los patógenos siempre han estado ahí. También, que lo peor de las pandemias sucede en los rebrotes. Y reiteraba la ilustre académica que, ante las manipulaciones y distorsiones en torno a hechos trascendentes, es necesario conocer la historia desde la verdad, donde las opiniones no sustituyan a los hechos.

También en nuestro presente ha habido mucha opinión enmascarando los hechos. Con el fin del estado de alarma deberíamos prescindir de los prejuicios e intentar ver los hechos sin la pandemia del sectarismo. Es evidente que, desde el Gobierno, se minusvaloró la gravedad de la enfermedad y se tardó en actuar. Pero si esta tragedia se hubiera producido con un gobierno del PP, muy posiblemente aún le hubiera costado más tomar la decisión de cerrar la economía.

Desde la oposición, se ha demonizado a Simón, que no cumplió con su misión de alertar; pero tampoco habría acertado bajo un gobierno del PP. Solo que, con la misma actuación, en vez de ser ya un icono pop, probablemente habría sido víctima de un linchamiento devastador. Ahora, incluso hay expertos que aseguran que, con la virulencia que ha tenido la covid 19, el mundo no tenía tiempo para evitar el grueso de sus estragos. No había EPI, ni mascarillas, ni respiradores, ni ucis suficientes allí donde el virus ha golpeado con más fuerza, ni posibilidades de obtenerlos a tiempo, y que sólo una medida medieval, el confinamiento, podía frenarlo. Ante esos expertos vale recordar que los países gobernados por mujeres fueron más diligentes en aplicar las medidas a su alcance y minimizar daños.

Con el verano por delante y un próximo otoño de respeto, toca combinar prevención y actividad. Y, pese a esa mala costumbre de no aprender de la historia, superar otra pandemia, nuestra soberbia habitual, y dejar de creer que sólo es grave en personas mayores o vulnerables. No ayuda que se haya escondido a las víctimas: no hemos visto funerales, ni duelos. Solo quienes han vivido de cerca la desaparición de un ser querido saben del dolor de la pérdida de ese familiar que se encontró mal, se fue solo al hospital y ya no volvió. O de esa abuela a la que ya no se pudo visitar en la residencia, donde el virus ha sido un arma letal para miles de personas, que merecían un digno final tras haber levantado nuestro país con su esfuerzo y su discreción.

Esa desinformación está en el sustrato de la inconsciencia ambiente, que necesitará más pedagogía y ejemplaridad para que los rebrotes soslayen la fatalidad histórica de ser lo peor de las pandemias.

En esa necesaria ejemplaridad es fundamental la actitud de los líderes sociales. En las últimas semanas, ha habido signos para la esperanza. Un quiebro importante se produjo en la cumbre de la CEOE, con los empresarios exponiendo los retos y las posibles soluciones a la crisis que tenemos encima, por encima de las reivindicaciones sectoriales. Otro momento sanador lo protagonizaba el ministro de Sanidad agradeciendo a todos los portavoces parlamentarios sus contribuciones en la Comisión para la reconstrucción del Congreso. Momentos en los que se deberían mirar los que alimentan la pandemia del enfrentamiento y gritan que hay un golpismo latente o que vamos a una república bolivariana.

Solo desde un espíritu constructivo se puede afrontar esta gran crisis y la fila de problemas que han aflorado. Como que hay que reequilibrar cargas y obligaciones del Gobierno y las Autonomías, que Madrid no puede deglutir a España o que tenemos que revisar a fondo nuestro mapa de riesgos.

Y trabajar para que dejar paso a la luz. Aprendiendo de lo que nos contaron Buesa e Iglesias, después de las pestes ha habido Renacimiento e Ilustración y, citando a Albert Camus, "hay en los hombres más cosas dignas de admiración que de desprecio".

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión