La misteriosa estancia oculta de Borja

El convento de clausura de Santa Clara conserva un cuarto con decoración mural relacionada con una religiosa juzgada por la Inquisición y al que se accede solo por una pequeña ventana desde el tejado

Una de las paredes de esta estancia, donde se aprecia el mal estado de las obras.
La misteriosa estancia oculta de Borja
E. Lacleta

Muchas incógnitas rodean a la misteriosa estancia aparecida sobre el coro bajo del convento de clausura de Santa Clara de Borja, un pequeño cuarto al que se accede solo a través de una ventana desde el tejado y cuya decoración mural puede estar relacionada con una religiosa que fue juzgada en el siglo XVIII por la Inquisición.


Este espacio oculto fue descubierto hace un tiempo por unos albañiles que realizaban trabajos en el edificio. Unas extrañas pinturas llamaron su atención y despertaron también el interés del Centro de Estudios Borjanos (Cesbor), que comenzó a recopilar información para arrojar luz sobre el motivo para el que se utilizaba esta sala y cuál era el significado de los dibujos y de las frases en latín (muchas escritas en sentido inverso)que todavía hoy se conservan. Su presidente, Manuel Gracia, recuerda que fue un hallazgo "realmente raro y espectacular". 


Un colaborador del centro, Enrique Lacleta, documentó gráficamente este descubrimiento. Según recuerda, "hay tres paredes cubiertas por pinturas" y la habitación puede tener poco más de 50 metros cuadrados. Otro socio, Alberto Aguilera, inició una larga investigación que, a pesar de que aún no ha concluido, le permite aventurar algunas conclusiones."Las pinturas, de autor desconocido, fueron realizadas entre 1697 y 1700 y la habitación, en origen, podría ser una tribuna y un sitio de recogimiento. Sería como un cuarto de estar", afirma. "Un cuarto de estar"

Las pistas conducen hasta una religiosa del convento, sor Teresa Longás, que, mientras fue abadesa, mandó construir la estancia, donde escribió algunos de sus tres libros, fruto de sus experiencias místicas (que fueron requisados por la Inquisición), y donde llegaba a permanecer hasta nueve horas al día. Aguilera plantea la posibilidad de que las pinturas murales sean "la plasmación visual de la vida de Cristo que escribió esa religiosa en éxtasis". Podrían ser un reflejo en imágenes de "sus visiones".


El proceso inquisitorial al que fue sometida se guarda en el Archivo Histórico Nacional. "Fue muy complejo, porque se citó a 100 testigos y se desarrolló en medio de una gran tensión entre sus partidarios y detractores, tanto de la localidad como del convento".


La documentación de este caso, que se desarrolló entre 1701 y 1707, se reflejó en más de 1.000 páginas, que todavía está analizando este investigador. "La condenaron a seis años de reclusión, que cumplió en Borja", en su celda, y no en esta estancia, como se pensó inicialmente. Falleció con 63 años.


Las pinturas se conservan en mal estado, al igual que la estructura interior de la sala (edificada antes que el coro bajo), abandonada desde hace años y parcialmente destruida. "No serían relevantes desde el punto de vista artístico, pero resultan curiosas por la historia que las envuelve. Son la expresión de una mentalidad de la época y lo poco que ha quedado de aquel proceso que se desarrolló en el siglo XVIII", dice Aguilera, que dirige el Museo de Santa Clara, abierto el año pasado en el convento. 


El concejal de Cultura del Ayuntamiento de Borja, Juan María de Ojeda, coincide en que es un descubrimiento singular, ya que esta sala "ha estado cerrada desde hace 300 años". El escritor Javier Sierra, que visitó recientemente la localidad, se interesó por este hallazgo.