cultura

Jaime García-Máiquez: "Goya fue un periodista, un articulista genial"

Investigador del Museo del Prado, Jaime García-Máiquez (Murcia, 1973), el próximo miércoles, día 10, abrirá en el Centro Pignatelli de Zaragoza el ciclo de arte y espiritualidad con la conferencia ‘A Dios por su belleza’

García-Máiquez sostiene ‘La Flagelación’, de Alejo Fernández. Detrás, la reflectografía infrarroja ampliada de la obra.
García-Máiquez sostiene ‘La Flagelación’, de Alejo Fernández. Detrás, la reflectografía infrarroja ampliada de la obra.
Enrique Cidoncha

Las personas bajan la voz cuando se acercan a divisar el arte.

Bajan la voz porque saben que la pintura les está hablando a la vez. A un museo hay que entrar como a una iglesia, por amor al arte, por devoción a la belleza, para contemplar el misterio.

Usted es restaurador no de un museo, sino del Museo.

Estoy en el Área de Restauración, sí; pero en el Gabinete de Investigación Técnica, estudiando con radiografías, infrarrojos o análisis de pigmentos de color cómo demonios hicieron Goya, Rubens o Tiziano para pintar esas obras maestras, el estado de conservación y el proceso creativo de las pinturas. Pienso que es el mejor sitio del museo para estar (sonríe).

¿Es el Prado el mejor museo del mundo?

Si los criterios son solo históricos, la respuesta es no: falta un Van Eyck, un Frans Hals, un Veermer, un Leonardo, un Miguel Ángel, un… Todos ellos los tiene el Louvre o la National Gallery de Londres. La potencia del Prado es que, de los pintores que más les siguen entusiasmando a las nuevas generaciones de pintores, tiene el mayor número y los mejores cuadros. No es un museo exquisito para historiadores del arte, es un museo apabullante para artistas.

¿Un libro de arte es un museo sin paredes?

Un elogio sencillo del Prado, y que explica su importancia, es que, si el Prado desapareciera, no se podría explicar la Historia del Arte. Hay una serie de pinturas que son esenciales para la comprensión de la historia de la pintura.

Usted es gran especialista en Velázquez, Tiziano o Rubens.

Más que especialista, me considero… (medita un buen rato) un privilegiado. Sé de algunos autores, pero ha sido gracias a su cercanía. Esto implica la responsabilidad no solo de hacer bien mi trabajo, sino también de transmitirlo.

El Museo del Prado también alberga tesoros de Goya…

Claro. Goya logró ser pintor de Corte, y el Prado alberga gran parte de su obra. Hasta el siglo XIX en España, la Corte era el lugar donde un artista podía desarrollarse con mayor facilidad. Hay Goyas importantes fuera de las paredes del Museo. Eso sí, sin las pinturas del Prado, no podría entenderse ni su grandeza ni su vida.

Velázquez retrataba como nadie, pero Goya fue más allá: Goya denuncia, argumenta… Además de pintor, también fue el gran periodista de su época.

Me encanta que lo exprese así (sonríe, de nuevo). Eran dos caracteres muy distintos. Sí, Goya fue como un periodista, un articulista genial, un ensayista también, mientras que Velázquez solo fue… un poeta. Goya estaba en el mundo, lo elogia y lo critica, se ríe y llora con el pueblo, se nota que le gusta la gente. Velázquez fue un solitario.

Los museos son lugares donde el tiempo se transforma en espacio.

Los artistas tienen el poder de hacer que un momento, un hecho histórico, un paisaje, unas frutas en una mesa, el gesto de una cara, incluso un sentimiento, sea inolvidable, eterno. Es casi como un poder divino, por lo que tiene de creación y de estar más allá del tiempo.

El reputado pintor aragonés Pepe Cerdá asegura que el hombre es hombre no desde que habla o camina, sino desde que desarrolló la pintura rupestre.

El idioma, el lenguaje, es un hecho estético. Un collar, una pulsera, también es una huella dactilar del hombre en la Historia. La pintura, aun la rupestre, me parece de una sofisticación increíble.

¿El arte debe ser creado para la vida o para los museos? ¿Cómo sería la vida sin el arte?

Los museos nacieron de colecciones reales o privadas, de expropiaciones a la iglesia, botines de guerra, etcétera. La inmensa mayoría de los cuadros no se pintaron para un museo. Sin embargo, la sociedad los ha incorporado a su propio cuerpo, por lo que ahora contraponer vida y museo no me parece exacto. Los museos son ya parte de nuestra vida.

La belleza extrema puede degenerar en el Síndrome de Stendhal...

El peligro de quedar extasiado. Yo diría que probablemente hay síndromes peores...

En Zaragoza hablará del arte y la espiritualidad en la Historia.

Lo que voy a decir en el Centro Pignatelli en ‘A Dios por su belleza’ es que detrás de cada gran obra de arte hay un anhelo, una esperanza, un misterio, una grandeza, un dolor y una alegría que conducen a una misma luz, que es Dios.

El papel del artista es hacer preguntas, no responderlas. Un artista como usted, ¿qué preguntaría o se preguntaría?

Las preguntas de un verdadero artista son muchas veces respuestas para los que le escuchan… Yo volvería a preguntar, a preguntarme: y Dios, ¿qué piensa?

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