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Martínez-Lázaro: "La gente de los pueblos es mas afectuosa ahora que cuando era joven"

El director de 'Un hípster en la España vacía' habla en una entrevista de esta comedia rodada en tierras aragonesas.

Los actores Lalo Tenorio (i), Berta Vázquez (2i), Lucía Díez (3i), Tito Valverde (c), Macarena García (dd) y Miguel Rellán (d), junto al director Emilio Martínez-Lázaro (d), durante la presentación de la película 'Un hípster en la España vacía'.
Los actores Lalo Tenorio (i), Berta Vázquez (2i), Lucía Díez (3i), Tito Valverde (c), Macarena García (dd) y Miguel Rellán (d), junto al director Emilio Martínez-Lázaro (d), durante la presentación de la película 'Un hípster en la España vacía'.
Daniel Pérez/EFE

El cineasta Emilio Martínez-Lázaro, autor de 'Un hipster en la España Vacía', cree que “la gente de los pueblos ahora es mucho más afectuosa y dispuesta a recibir a los extraños que cuando era joven”.

El que también fue director de 'Ocho apellidos vascos' (Madrid, 1945) ha compartido en una entrevista que, aunque hizo esta película sin saber si sería una comedia, este género "no es menos hiriente que el drama, sino al revés".

Este proyecto, rodado en tierras aragonesas y basado en el libro homónimo de Daniel Gascón, narra la historia de Quique, un hombre que llega a un pueblo de Teruel con ideas nuevas y modernas y al que tomarán el pelo.

Pregunta: ¿Cuándo llega la historia a sus manos?
Respuesta: La historia nace de una novela que se llama igual y tiene tres años. Tuve la primera noticia al leer el guion cuando me llamó un productor de la zona para preguntar qué me parecía. El protagonista, al que mandan a un pueblo de Teruel a enseñar a plantar tomates a los vecinos, iba a quedar como un imbécil redomado porque no se podía dirigir así a los propios campesinos. Tenía un comportamiento muy soberbio y parecía que iba a enseñar a todos. Yo sabía que iba a caer mal y que había que darle una vuelta. Pensé que cuando llegara a Teruel tenía que ir echo polvo y ser una ruina humana para que el espectador empatizara con él. Todo lo que haga, por muchas tonterías que sean, no importa porque ya se le ha cogido simpatía y se puede desarrollar mejor. Poco a poco, Daniel Castro fue reescribiendo el guion y, cuando ya estábamos en pleno contacto, acepté ser el director.

P: ¿Cómo reaccionaría la gente de un pueblo así con la llegada de alguien como el protagonista?
R: Mal, muy mal. Es normal que pienses de dónde sale este tío. El problema está en que el hipster, que realmente es un militante de extrema izquierda y de un partido pequeñito, va allí mandado por causas no muy ortodoxas. En realidad se lo quieren quitar del medio una novia que tiene y un jefe suyo que anda detrás de ella.

P: Contrastan las nuevas formas de pensar y cómo se reacciona a ellas.
R: La gente de los pueblos ahora es mucho más afectuosa y dispuesta a recibir a los extraños que cuando era joven. Antes la reacción hubiera sido terrible y no hubiera durado ni dos minutos en el pueblo. A través de este proceso catártico él entiende a la gente y la gente entiende que él, con sus teorías tan modernas, está metiendo la pata. Al final, todo va hacia un camino más armónico y conciliador.

P: ¿Es la comedia el mejor vehículo para representar y contar realidades sin que escuezan demasiado?
R: No es que la comedia sea menos hiriente que el drama, sino que es al revés al usar métodos como la ironía. Yo esta película no la he hecho como una comedia. Pero cuando hicimos la proyección con más público me di cuenta de que había hecho una comedia porque vi que se reían. Hacer una comedia se distingue porque en una se ríe la gente en bajito y en otra no. Entonces, diría que la comedia me sale sin ser muy consciente.

P: La solución acaba estando en escuchar a la gente del pueblo. ¿Es esto lo que les hace falta a los políticos de ahora?
R: Yo no tengo mala idea de los políticos, incluyo a casi todos menos a algunos. Sé que hay gente aceptable en la mayoría de los partidos. Pero lo que sucede es que la camarera que se encuentra el protagonista es una chica con un carácter envidiable que le hace abrir los ojos. Su trato humano le permite hablar con el hipster y con el resto del pueblo desde el mismo nivel. Es capaz de entender enseguida el propósito de este hombre. Realmente, es la que se encarga de arreglar todo. Y esto es lo que se debería a tender siempre por encima de todo, el escuchar.

P: Y también hay amor.
R: No puede faltar. Esta película acaba siendo una comedia romántica como casi todas las que he hecho, aunque tampoco lo vaya buscando. El amor sirve para un roto y un descosido.

P: ¿Qué considera que va a despertar la atención de los espectadores?
R: No suelo pensar de manera global, pero sí pienso en el espectador en cada escena. Lo he aprendido a hacer con el tiempo. Esta vez creo que se va a encontrar con una comedia que me ha salido muy bien porque he retratado al pueblo. Un pueblo son sus habitantes y al ser tan disperso y haber tantos personajes quería que cada uno tuviera un carácter especial a pesar de las pocas frases o argumento.

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