'La abadesa': monjas en Loarre
Hace 20 años, Ridley Scott filmó pasajes de la ambiciosa ‘El reino de los cielos’ en el castillo de Loarre. A otra escala, el estreno de ‘La abadesa’ supone que la emblemática fortaleza oscense vuelva a ostentar protagonismo como escenario cinematográfico. Antonio Chavarrías, director de ‘Las vidas de Celia’, ‘Dictado’ y ‘El elegido’, y su equipo rodaron durante siete semanas en Loarre y sus parajes una historia desarrollada en el siglo IX sobre una joven monja que se hace cargo de una apartada abadía en el contexto de la guerra con los moriscos. Pequeña y cuidada, la película aplica desde el foco religioso una situación tan clásica como la del personaje cuyas ideas chocan con la realidad imperante. Chavarrías plasma una obra que, aprovechando al máximo unos espacios en el fondo reducidos, rasgo que denota el esfuerzo a nivel técnico y de producción, destaca por lo que transmite su descripción ambiental. Canaliza el recogimiento propio de un convento y las distintas mentalidades abordadas con un tratamiento casi atípico en estos tiempos por sus formas y su dedicación a lo narrado.
Daniela Brown encarna a una abadesa que entiende que el servicio a Dios debe proyectarse fuera, entre la gente que malvive. Su mirada recta y piadosa se acompaña de matices por los pensamientos ‘oscuros’ que la asaltan a veces, sugerencia extensible al comportamiento bien diferente de la monja interpretada por Blanca Romero y al recelo mutuo. Esta secundaria representa el hecho de que muchas de aquellas mujeres acabaron allí no por sus creencias sino por su conducta inmoral a ojos de sus familias.
Las actividades de Emma y su trato a los mahometanos la distancian de su hermano, ahora conde, brecha que deriva en un atrayente juicio eclesiástico con exposición de argumentos incluida. La posición que asume después la abadesa encierra significado, al igual que su expresión de fortaleza antes de regresar a los muros.