VIVIR DE MEMORIA. HERALDO DOMINGO

Gabriel Oliván: "La democracia me dio la experiencia de la libertad. Yo era y soy europeísta"

El abogado, profesor mercantil y economista, de 90 años, reconstruye su vida, sus años en el Corona de Aragón y en 'La Cadiera'

Gabriel Oliván ha compaginado sus actividades profesionales, muchas, con su amor a la cultura.
Gabriel Oliván ha compaginado sus actividades profesionales, muchas, con su amor a la cultura.
A. C./Heraldo.

Gabriel Oliván ha cultivado muchos sueños. Ha amado Aragón de arriba abajo, y lo ha viajado y se lo ha mostrado a sus cinco hijos, y habla con emoción de San Juan de la Peña, del Matarraña o de Albarracín. Ha sido esquiador hasta los 70 años y un buen tenista. Fue europeísta y estuvo a punto de marcharse. Tuvo otro afán: quiso ser arquitecto como Teodoro Ríos y José de Yarza, a quienes conoció y admiró. Vivió en dos casas de Ríos, en Independencia 23, donde nació, y en la vivienda donde reside ahora, en Sanclemente, con vistas a la plaza de Los Sitios y los cielos zaragozanos que a veces parecen de Patinir o de Turner.

Si miramos hacia su infancia, ¿qué recuerda?

Sobre todo algunos bombardeos de 1937. Y cómo mi madre, cuando pasaban los aviones que imponían pavor, cogía a uno de mis hermanos, José Manuel, dos años menor que yo, lo envolvía en el colchón de su cuna y lo llevaba al refugio, que era el sótano.

Dicho eso…

He tenido una infancia cómoda y bonita. En Zaragoza apenas se notó la guerra, no hubo combates, y en casa no faltaba de nada. Mi padre era director del Banco Aragonés de Crédito, que estaba en la plaza de España, y tenía sucursales en lugares como Huesca, Ayerbe o Zuera. A menudo cuando volvía siempre traía alguna fruta o verdura. Como todos los niños de posguerra he limpiado de piedras las lentejas.

¿Cómo era su padre?

Era un hombre de orden, creo que monárquico. Tenía una memoria impresionante, y dos pasiones: lo sabía todo de los papas y era un fanático de los toros. Llegó a hacer crónicas taurinas en ‘El Noticiero’. No nos imbuyó sus aficiones. Su padre se murió joven, eran siete u ocho hermanos en casa, y él pagó los estudios de dos. Quizá por ello no me permitió que me fuese a estudiar Arquitectura a Madrid o Barcelona. Me dijo que aquí podía hacer lo que quisiera.

¿Lo hizo?

Tras estudiar en Teresianas y hacer el Bachillerato en Corazonistas, en el Paseo de la Mina, me incliné por Derecho, también estudié para profesor mercantil y acabaría siendo, entre otras cosas, abogado y auditor de cuentas.

¿Y su madre?

Era una mujer especial. Era hija de magistrado, nieta de boticario, muy culta, logró plaza como funcionaria de Hacienda y le gustaba mucho la literatura, en particular la poesía; nos leía en voz alta. A mí desde luego me contagió la pasión por leer: con los libros me olvido del mundo. Leí ‘La rebelión de las masas’, de Ortega y Gasset, a los 17 años en una sola noche. Me impresionó.

¿Cómo le fue en la Universidad de Zaragoza?

Bien. Tuve por compañero, entre otros, a Joaquín Mateo Blanco, que dirigió la Biblioteca de Aragón. En aquella época me interesaba mucho Europa y durante un tiempo, en la carrera, que hice entre 1950 y 1955, coordiné la contraportada de los sábados de ‘El Noticiero’, donde escribía de ‘Problemas de Europa’. Y me incorporé a la Academia Aragonesa de Ciencias Sociales.

¿Cómo se divertían?

Íbamos a los cafés del momento, estaban entre otros Ambos Mundos o el Niké, nos gustaban las tertulias, y los guateques, que las señoras solían organizar para casar bien a sus hijas. De Corazonistas heredé el amor al deporte. Fui muchos años socio del Real Zaragoza, pero al final lo dejé.

Gabriel Oliván con su esposa María Luisa Bascones, con la que ha tenido cinco hijos. Se casaron en 1961.
Gabriel Oliván con su esposa María Luisa Bascones, con la que ha tenido cinco hijos. Se casaron en 1961.
A. C./Heraldo.

¿Por qué?

Porque estabas en plena montaña, feliz con los esquís y tu familia, en la naturaleza salvaje y bajo un espléndido sol, y tenías que dejarlo todo para, quemando rueda, ir a La Romareda. El esquí es un deporte gozoso que puede disfrutar casi con un mínimo esfuerzo en un lugar maravilloso.

¿De qué hablamos cuando hablamos de amor?

Ja ja ja. He tenido una vida laboral compleja. Hice milicias universitarias en Burgos. Había una chica a la que yo le gustaba mucho, y le dijo a su mejor amiga –María Luisa Bascones, la madre de mis cinco hijos– que, ya que veraneaba en Burgos, que me vigilase. Y me vigió tanto que nos enamoramos y nos casamos en 1961. Yo tenía 28 años.

Entre otros trabajos estuvo en el hotel Corona de Aragón.

Sí, fui el director de Turismo Zaragoza S.A., de la familia Parra, que contó con el apoyo indiscutible de la actual Ibercaja.

¿Le cogió el incendio de 1979? ¿Diría que fue un atentado?

En realidad, yo estaba con mi familia en Canarias. A las 9.20 de la mañana me llama mi suegro y me dice lo que está pasando. Fue tremendo. Nunca he creído en el atentado. No ha habido prueba alguna, y la buscamos afanosamente porque eso nos podía eximir de cualquier tipo de culpa, pero no se encontró. E incluso contratamos a un holandés experto en incendios. Nada. Así lo veo yo.

Gabriel Oliván vive en una casa con miradores a la plaza de los Sitios y los cielos zaragozanos.
Gabriel Oliván vive en una casa con miradores a la plaza de los Sitios y los cielos zaragozanos.
A. C./Heraldo.

Ha hecho usted muchas actividades, ha defendido causas nobles…, y ha estado muy vinculado con el Sindicato de Iniciativa y Propaganda de Aragón (Sipa) y con ‘La Cadiera’.

He dirigido a 600 hombres, algo que me hace sentir muy orgulloso. He sido abogado, economista, y he estado muy vinculado a la hostelería, pero me he integrado muy bien en el mundo cultural. Y he colaborado también en la revista ‘Aragón’ del Sipa, claro.

¿Quiénes son los cinco aragoneses que más admira?

No seré nada original: Miguel Servet, Ramón y Cajal, Goya, Buñuel y Ramón J. Sender, al que conocí en el hotel Corona de Aragón en 1974. Lo saludé me pareció y un gran personaje.

¿Cómo le fue en ‘La Cadiera?

Muy bien. Ingresé en 1981; en 1984 me nombraron secretario y entre 2007 y 2015 fui presidente. He escrito al menos en 26 de ellos. Siento Aragón muy adentro: su historia, su arte (ya ve: Pilar Urbano, Borreguero, muchos), sus escritores.

¿Cuál es su lectura de la Transición?

Muy positiva. Piense en toda la gente, afecta al franquismo, que se hizo el ‘hara-kiri’. Todo el mundo se sabe que hemos dado una gran lección con tres figuras claves: Juan Carlos I (creo que debemos dejar que muera en España), Adolfo Suárez y Torcuato Fernández Miranda.

¿Qué le ha dado a usted la democracia?

Me dio la idea de la libertad y el poder respirar tranquilamente; y yo les he dado el respeto a todos los que piensan como yo. Era europeísta y lo sigo siendo. Y ya puesto a mí me habría gustado ser alcalde de esta ciudad. Que te elijan tus paisanos para ello es un gran honor.

Una de las pasiones de Gabriel Oliván ha sido el esquí: aquí lo vemos en uno de sus paraísos de nieve.
Una de las pasiones de Gabriel Oliván ha sido el esquí: aquí lo vemos en uno de sus paraísos de nieve.
Archivo Oliván/Bascones.
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