artes plásticas. ocio y cultura

Ignacio Fortún presenta en el Paraninfo la aventura de figura y color que inició con la pandemia

El pintor expone en la Universidad de Zaragoza la muestra 'Cinco capítulos' donde sigue trabajando el soporte metálico y recupera el acrílico

Ignacio Fortún persiste en sus líneas de trabajo y a la vez despliega una nueva motivación narrativa y cinematográfica en 'Cinco capítulos'.
Ignacio Fortún persiste en sus líneas de trabajo y a la vez despliega una nueva motivación narrativa y cinematográfica en 'Cinco capítulos'.
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ZARAGOZA. Ignacio Fortún (Zaragoza, 1959) es un artista entregado con honestidad a su mundo, a los materiales, al arte de pensar, de pasear y de contar. Si en 2017 hizo un inventario de más de 30 años en la pintura en la Lonja, ayer inauguraba en las salas Goya y Saura del Paraninfo la muestra ‘Cinco capítulos’, que parte de la pandemia y se prolonga hasta el 2023. «Viendo la exposición he visto que sigo siendo yo, también con dudas», dice el artista.

Nacho Fortún, que ha montado la exposición con Fernando Lasheras y María García Soria, ratifica líneas de trabajo anteriores, vinculadas a los desiertos, las zonas húmedas, la arquitectura de la ciudad y el uso de materiales como las planchas de zinc y otro metales, y aquí da un paso más: dibuja, usa pasteles y trabaja el acrílico sobre lienzo con una fuerza y una plasticidad inusitadas, rebosantes de magia, de narratividad, incluso de atmósferas orientales y cinematográficas. Mediante los paisajes urbanos y naturales, explora la relación entre el individuo, la sociedad y el sueño. 

La exposición ha sido planificada con mucho mimo y el pintor se ha renovado de diferentes modos: hay una apuesta por los temas, por los ambientes e incluso por un perfume de alucinación y de sueño claramente poético. Los estados de ánimo son ambivalentes y una pieza como ‘Monja en las afueras’, un acrílico sobre lienzo de 2021, ahonda también en los nuevos caminos del artista.

Ignacio Fortún dibuja, usa pasteles y trabaja el acrílico sobre lienzo con una fuerza y una plasticidad inusitadas, rebosantes de magia, de narratividad, incluso de atmósferas orientales y cinematográficas.

La muestra está dividida en dos espacios: una sala está dedicada a ‘La visita’, un deslumbrante juego de asuntos, de técnicas, de imágenes. Y en la otra sala están las otras cuatros partes o los cuatro capítulos, donde el artista exhibe sus recursos, su viajes, rinde homenaje a su compañera Pilar (especialmente significativo y hermoso es ‘Berlín’) y parece abordar, con delicadeza, los viajes, las tertulias, los lugares que habitan su memoria y esos escenarios cotidianos de la intimidad.

Fortún abandonó la pintura sobre lienzo, pasó fugazmente por la tabla de madera y abrazó la sorprendente idea de pintar sobre superficies metálicas con sus reflejos (previamente tratadas con ácido y lijadura), de las que se ha convertido en una referencia. Esos elementos y esa técnica cautivaron al pintor hace treinta años y le aconsejaron abandonar la ductilidad del lienzo blanco por la superficie dura y agreste del zinc, el aluminio o la chapa para dialogar con la luz y sus irisaciones con espléndidos logros.

El artista moldea, por medio del bruñido de las superficies metálicas del aluminio, zinc o latón y la condensación de la pincelada de los esmaltes, unos efectos luminosos cambiantes según el lugar donde se sitúa el espectador. Aquí ha ido más allá: parece citarse con Balthus, con Gauguin, hasta con Jorge Gay, que también expuso en el Paraninfo, en piezas evocadoras como películas. En ‘Cinco capítulos’ hay otro detalle: la variedad de formatos, encajados a la perfección en el montaje de la muestra.

Fortún es un paseante, un observador de la ciudad y sus parques y sus casas desconchadas, y sus casi inadvertidas periferias, y ahí desarrolla su universo. A veces, en sus lienzos o en sus soportes de metal, podría advertirse incluso ecos fantasmagóricos del oeste

Los ‘Cinco capítulos’ son ‘La visita’ (ocupa toda una sala como se dice, y reflexiona sobre ella José Ángel Cilleruelo), ‘Los viajes de Pilar’, ‘En el país de las sombrilla’ y ‘El agua que nos lleva’, que es la del Ebro, la del Huerva y la del Canal Imperial o de otros lugares como Cabañas de Ebro. El agua es un tema que le atrae desde hace mucho tiempo: Fortún es un paseante, un observador de la ciudad y sus parques y sus casas desconchadas, y sus casi inadvertidas periferias, y ahí desarrolla su universo. A veces, en sus lienzos o en sus soportes de metal, podría advertirse incluso ecos fantasmagóricos del oeste.

Se publica un cuidado con textos del propio autor, de José Ángel Cilleruelo, Desirée Orús, crítica de arte de HERALDO -dice: “El artista es un estratega del dibujo. Su impronta da consistencia a la descripción narrativa y la dota de consistencia”-, y de los poetas José Ángel Cilleruelo y Fernando Sanmartín, que escribe: “A veces, mirando las obras de Fortún, descubro en sus personajes un fracaso emocional o lo contrario; no sé si buscan el perdón, pertenecer a la derrota o encontrar lo imperturbable. Descubro en ellos desconcierto y sosiego, inocencia y esquinas, belleza y bruma”, una hermosa y sentida forma de explicar a un pintor y “una exposición que me gusta”.

La muestra, que sucede a la de José Manuel Broto, estará abierta hasta el 29 de junio de 2024.

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