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Ricardo Lladosa narra el alma de Roma y anda y desanda por su historia

El escritor y crítico se traslada a la Ciudad Eterna, en plena pandemia, y cuenta una narración familiar que incluye la búsqueda de un primer amor

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Ricardo Lladosa sigue desgranando un mundo personal, lleno de arte, viaje, literatura, historia y vida cotidiana.
AlbertoCasas

Parece incuestionable la vocación literaria de Ricardo Lladosa (Zaragoza, 1972): como crítico, tanto en estas páginas como en ‘Zenda’, y sobre todo como escritor de ficciones. Se ha incorporada sin prisa, y sin pausa, al territorio de las letras y cada uno de sus libros es un paso adelante, un peldaño más de ambición, de conocimiento y de dominio de lo que quiere contar.

Si había arriesgado en sus títulos anteriores, ‘Madagascar’ y ‘Un amor de Redon’, ahora lo hace más en un cambio de sello: ‘Roma en el bolsillo’ (Funambulista), un narración con muchas latitudes, afluentes y enramadas de desvío. ‘Grosso modo’, cabría decir que esta novela tiene mucho de una búsqueda ‘del tiempo perdido’ al modo de Proust. Al doctor Piero Hermil, que ha vivido muchos años en Milán, lo llaman a Roma, donde ha tenido experiencias maravillosas, hasta que se trasladó para ejercer su nueva profesión. En ese retorno ocurre algo inesperado: una tía suya, a la que apenas recuerda y a la que rara vez fue a ver, le deja un piso y una buena aportación de dinero.

Ahí Lladosa ya abre un baúl a la encrucijada: por qué hizo eso, qué pensarán sus primos. Y a la vez, instalado ya en Roma, Piero evoca algunos recuerdos de su infancia y adolescencia, y piensa en Lionetta, un amago de primer amor. Piensa en ella, la llama, conciertan una cita y se afanan, sobre todo él, con un beso apasionado y por sorpresa, en afirmarse en el pasado, casi borroso, para conquistar el futuro. Y quizá lo hagan con deseo, con delirio, con la carne estremecida. "¿Estaba enamorada de Piero? ¿Piero lo estaba de ella? ¿Había pasión entre ambos? Después de leer a Wharton aquella mañana, a la última pregunta respondió que no. No obstante, seguía dudando. ¿Debía el amor conllevar sufrimiento?". Parece que no hay nada más incierto que la pasión...

Ahí Lladosa ya abre un baúl a la encrucijada: por qué hizo eso, qué pensarán sus primos. Y a la vez, instalado ya en Roma, Piero evoca algunos recuerdos de su infancia y adolescencia, y piensa en Lionetta, un amago de primer amor.

Esta es otra veta de la novela, que será sustanciosa y que le permitirá a los protagonistas aliarse con el lector para visitar la ciudad, sentirla y olerla, recorrer su casco histórico y citarse con muchas cosas: con el cine neorrealista, con ese triángulo que constituyeron los románticos Mary y Percy B. Shelley, de vida muy breve, y John Keats, del que se habla bastante.

Pero también se evoca a Edith Warthon y sus ibros, y sus correspondencia. Hay muchos autores (y cineastas) que entran y salen con naturalidad: Natalia Ginzburg, Alberto Moravia, Curzio Malaparte. Muchos otros. En esa espiral de sensaciones y de deslizamientos hacia la emoción y la erudición no podemos olvidar a dos figuras: el poeta Jimmy White y el pretor Cayo Cestio, que dejó para la posteridad una pirámide un poco ‘kitsch’. Hay mucho más: un pasaje, un paisanaje, engranajes familiares, a veces dolorosos y desconcertantes, diversos cuadernos de escritura. Ricardo Lladosa sabe lo que quiere, no se despista, y ofrece un libro placentero, erudito, ameno y lleno de sutileza, intención y seguridad.

LA FICHA

‘Roma en el bolsillo’. Ricardo Lladosa. Funambulista. Madrid, 2024. 270 páginas.

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