Por
  • Luis Alfonso Bes

National Symphony Orchestra (Washington D. C.): sonido untuoso y bien vibrado

Gianandrea Noseda y Hilary Hahn
Gianandrea Noseda y Hilary Hahn
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Volvió a lograrlo. Hilary Hahn desplegó un virtuosismo extremo en todo momento, con buena parte de la línea melódica situada en tesitura súper aguda, entre el quinto y sexto espacio adicional sobre el pentagrama, donde solo un violín puede mantener una voz pura y bien timbrada. Hahn volvía a triunfar en la Sala Mozart con el ‘Concierto para violín’, de Erich W. Korngold, y lo hacía luciendo el sonido noble y profundo de su Vuillaume, de 1864.

National Symphony Orchestra (Washington D. C.) *****
Programa:‘Concierto para violín en re mayor, opus 35’, de Erich Wolfgang Korngold; ‘Wake up. Concierto para orquesta’, de Carlos Simón; y ‘Sinfonía nº 5, en re menor, opus 45’, de Dimitri Shostakovich.
Violín solista:Hilary Hahn.
Director:Gianandrea Noseda,

La estadounidense desplegó su nervio interpretativo con un fuerte sentido del ‘legato’, produciendo sonido de alta sensibilidad. La violinista alcanzó agudos estratosféricos en pasajes vertiginosos logrando una homogeneidad inalterable en la línea melódica, como ya hiciera aquí en 2019. Y tras un ‘romanze’ en el que se llenó los dedos de un sonido untuoso y bien vibrado, atacó sin contemplaciones la explosión de ritmos folclóricos del allegro en cuyos compases finales resultó algo ensordecida por la orquesta. Y como bises, ‘Giga. Partita nº3’ de J. S. Bach, y ‘Fragmentos de luz’, de Carlos Simón.

La National Symphony Orchestra había comenzado mostrando su compromiso con la música de reciente creación con ‘Wake up. Concierto para orquesta’, del mismo Carlos Simon, de profusos patrones rítmicos y atractiva riqueza tímbrica, cuyo inicio fue deslucido por el estridente audio del móvil de un espectador.

Gianandrea Noseda, a la batuta, luchó para concertar esta masa orquestal de noventa músicos en la ‘Sinfonía nº 5’, de D. Shostakovich, cuya épica partitura sonó cuajada de llenos orquestales impactantes hasta el crescendo final al que se sumaron todas las secciones de la orquesta construyendo un final apoteósico. Largos aplausos y los bises ‘Variación IX, Nimrod’, de las ‘Enigma Variations’, de E. Elgar y obertura de ‘Las bodas de Figaro’, de Mozart.

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