LETRAS ESPAÑOLAS. OCIO Y CULTURA

Alfonso Goizueta, finalista del Planeta: "He escrito una novela sobre el poder, la política, la homosexualidad y el viaje"

El joven escritor e historiador conversa en 'Martes de libros' en Ibercaja sobre su novela sobre Alejandro Magno y su odisea hacia Oriente

Alfonso Goizueta, en Zaragoza, durante la presentación y firma de los Premios Planeta con Sonsoles Ónega.
Alfonso Goizueta, en Zaragoza, durante la presentación y firma de los Premios Planeta con Sonsoles Ónega. Él fue finalista con 'La sangre del padre' y ella la ganadora con 'Las hijas de las criadas'..
Oliver Duch.

ZARAGOZA. Alfonso Goizueta (Madrid, 1999) ha sido finalista del Premio Planeta con ‘La sangre del padre’, centrada en un personaje tan fascinante y complejo, tan contradictorio y apasionante, como Alejandro Magno. El martes 13 de febrero, a las 19.00, protagoniza ‘Martes de libros’ de Ibercaja en un diálogo con la crítica literaria y animadora cultural y colaboradora de HERALDO Eva Cosculluela.

¿Cómo esta viviendo esta aventura del Planeta? Este vértigo no esperado.

No esperado ni imaginado. El Planeta lo ves desde fuera y cuando lo ves desde dentro es verdaderamente vertiginoso, muy positivo. Son muchas emociones, mucha gira, mucha gente, pero yo lo estoy viviendo como un grandísima aventura con la que empieza mi carrera literaria. Las cosas que pueden dar más vértigo o más susto de cara al futuro las estoy viviendo con mucha curiosidad, como experiencias de la vida… Estoy viviendo este momento gozoso con curiosidad y con fascinación.

En cierto modo, dicho con alguna exageración, ya tenía dos libros históricos y otro de ficción sobre el universo griego, ‘Corazón de deidades’, la novela ‘La sangre del padre’ se la debe a su abuelo.

A mi abuelo materno un poco sí. Cuando estábamos en la pandemia, y yo hablaba con él por teléfono cada dos días, justo yo acababa de publicar ‘Corazón de deidades’ y lo había leído, le había gustado mucho y me preguntó: “Y ahora, qué harás?”. A mí me interesaba mucho el mundo del Oriente, lo tenía en la cabeza. Quería hacer una serie de cuentos y uno de ellos era la vida de Alejandro Magno en una escena muy concreta que era cuando él adopta a la madre de Darío de Persia, Sisigambis, después de la batalla de Issos. Deseaba hacer un cuento de eso. Mi abuelo me dijo “Eso no te va a caber en un cuento. Le vas a tener que dedicar una novela”.

¿Y qué hizo?

Bueno, aquello no se entendía. Necesitaba explicación, contexto. ¿Por qué Alejandro tenía que adoptar una madre distinta a la suya sino explicabas por qué tenía la necesidad de abandonar a la madre biológica? Y fue ahí cuando empezaron a emerger todos los temas de la psicología más profunda del personaje que le habían llevado a alienarse de sus padres, el viaje como huida, el encontrarse a una madre nueva y el encontrarse también un mundo nuevo como fue el Oriente. Todo ello fue la génesis de la novela. El personaje ya me fascinaba de antes porque yo, como le digo, quería escribir este relato sobre esta parte de la mitología de Alejandro Magno. Mi abuelo materno me abrió los ojos, sí…, para que hiciese un proyecto grande con esto.

Y tan grande, de 600 páginas.

Ja ja ja. Siempre he tenido muy buena relación con él. Ha sido un abuelo crítico, no condescendiente, no me ha regalado los oídos. Si algo no le gustaba me decía: “Oye, esto no es está bien. Esto está confuso”. Y me he fiado mucho de su criterio.

Alejandro es uno de los personajes más complejos y más enigmáticos de la historia de la antigüedad. Conquista el mundo joven. Sobre él pesa la idea de que era déspota, sanguinario, extravagante, megalómano. ¿Se había propuesto desmitificarlo?

Es que estas categorías se ponen siempre con un brochazo muy gordo. Simplemente porque ejecutó a sus enemigos ya decimos que era un psicópata. Eso no es ser un psicópata. Hay que pensar en el contexto. Creo que tiene más complejidad. A mí Alejandro Magno no me encaja dentro del estudio de un psicópata. El personaje que yo quería revelar es un personaje complicado con sus claroscuros, que ejercía un poder absoluto en un momento bárbaro, pero no dejaba de ser una persona joven, que sufría, que sentía, que amaba, que tenía curiosidad por el mundo, educado por Aristóteles, un maestro que le había inculcado el amor por la literatura de Homero, por los ciclos homéricos. Entonces, claro, eso no casa con la idea de un psicópata megalómano.

¿Entonces?

A Alejandro me lo imagino con esa sensibilidad del mundo por conocer, ese espíritu clásico, inculcado por Aristóteles. Y eso dibujaba un personaje mucho más complejo que el del conquistador movido simplemente por el orgullo, la ambición, la sed de sangre, la sed de conquista. Es imposible disociar al conquistador del hombre, claro, pero en el fondo la novela trata de cómo el hombre convive con el conquistador, de cómo el ser humano Alejandro convive con Alejandro Magno. Y si la figura política, la figura legendaria se acaba comiendo al ser humano. Lo que pretendo con la novela es humanizar el personaje, no en el sentido de hacerlo ni más bueno ni más malo, sino de entender sus motivaciones como ejemplo del género humano.

Una de las claves básicas para usted sería la aventura oriental, el viaje a la India.

Claro. El viaje es muy interesante. Por un lado obedece al precepto aristotélico casi del conocimiento, Alejandro hace un viaje de exploración, es uno de los primeros exploradores, quiere ver si el mundo es tal como lo ha concebido. Y por otra parte, en el viaje él va cambiando: él se va adentrando en Asia y va viendo que es un continente que derrocha magia, y que contiene superstición y misticismo. Ese viaje de conocimiento científico y filosófico resulta que lo hace a través de una tierra que es mágica. Y él va olvidando esos preceptos griegos en los que se había formado. En el empeño por conocer, por seguir conociendo y por conocerse (un tema fundamental de la novela: la búsqueda de uno mismo, el autoconocimiento), también hay un proceso de olvido de lo griego, de lo aristotélico. Alejandro se orientaliza, acaba asumiendo más cosas que de los macedonios y griegos, sencillamente por que se siente más libre. Hay una frase de Crito: “Alejandro, te has perdido”. Le dice: “No, me he encontrado”.

¿Perseguía Alfonso Goizueta, a pesar de su juventud, la novela total?

Quería hacer una novela sobre el poder, la política, la conquista, la homosexualidad, el viaje, la amistad, el amor. Y quería descubrir al sujeto que hay detrás de la leyenda.

Usted reivindica el interés por la política.

Sí, desde luego, como ciudadano. Me interesa: tenemos que saber lo que sucede. Debemos estar atentos.

¿Ha podido escribir algo?

Sí, sí. Aprovecho los tiempos muertos y estoy con una nueva novela. Sigo escribiendo en mis moleskine, a mano, y luego lo paso al ordenador. Al revés no sé hacerlo.

¿Cómo se imagina el futuro? ¿Quiere dedicarse a la novela histórica?

No, no. Quiero ser novelista, narrador. Quiero escribir de temas más que de tramas. Mi idea es contar historias, pero no pasa por mi cabeza la idea de ser novelista histórica. Solo quiero ser novelista a secas.

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