arte aragonés

Hermógenes Pardos resume 50 años de arte en la Lonja e inmortaliza, de nuevo, la vista de Zaragoza

El artista de Luceni inaugura la muestra 'Símbolo y naturaleza', una antología de sus óleos, dibujos y grabados, y dialoga con Juan Bautista del Mazo

Hermógenes Pardos delante de su 'Vista de Zaragoza', 2023, en la última estancia de su muestra 'Símbolo y naturaleza'.
Hermógenes Pardos delante de su 'Vista de Zaragoza', 2023, en la última estancia de su muestra 'Símbolo y naturaleza'.
Oliver Duch.

ZARAGOZA. Hermógenes Pardos (Luceni, Zaragoza, 1947) está rabiosamente feliz en la Lonja de Zaragoza, donde expone un antológica de 50 años de arte, desde 1974 a 2023. Está más que emocionado. Dice que le falla un poco la memoria y oye con alguna dificultad, pero su gozo es visible y se mezcla con su timidez y su visible candor. Está ante su ‘Visita de Zaragoza’, un óleo sobre lienzo de 2023, de 136 x 250 -“el último cuadro que he hecho”, avanza-, donde rinde homenaje a la famosa pieza de Juan Bautista del Mazo y Diego Velázquez, “pero le añade elementos modernos como el tratamiento de las riberas y el atardecer”, y no faltan, claro que no, los nuevos edificios y esas nubes que podrían ser de ‘La tempestad’ de Giorgione.

Luego diría que ese cuadro y la última estancia de sus obras de la muestra ‘Símbolo y naturaleza’ -que comisaria el escritor e historiador del arte Rafael Ordóñez, exjefe de servicio del Ayuntamiento de Zaragoza- pertenecen a lo que llama “pintura programática”, donde se enfrenta al entorno del río Ebro y lo capta como un espejo bajo los puentes, en algunas riadas, en algún tajamar, en sus atardeceres rosáceos y de pálidos fuegos, y en sus arboledas.

“No soy un artista realista. Creo que no lo he sido nunca, aunque la naturaleza es mi principal motivación, un estímulo desde mi niñez, pero no he querido reproducir el mundo circundante. ¿Qué pinto? Pinto cosas que llevo en mi interior y que proyecto sobre lo que veo, sobre el paisaje, los árboles, las flores. Pinto mi intimidad, esas zonas de experiencia emocional, y luego todo opera por sugerencias, analogías, símbolos y obsesiones”, explica Hermógenes Pardos, un poco antes de que la consejera de Cultura Sara Fernández reconozca que “Zaragoza estaba en deuda con este pintor que ha sido uno de los renovadores del arte aragonés y al que la ciudad recupera con esta muestra” y que le ha deslumbrado “la delicadeza” de su obra.

En la muestra hay dos salas de grabados, siempre figurativos, aunque alternan el mundo mágico y mitológico con el realismo.
En la muestra hay dos salas de grabados, siempre figurativos, aunque alternan el mundo mágico y mitológico con el realismo.
Oliver Duch.

En su paseo previo, que luego repetiría con otros compañeros periodistas, Hermógenes Pardos recordaba su pasión por los clásicos del Renacimiento -a Rafael lo recuerda con un cuadro ‘Fornarina’- y del Barroco -el homenaje explícito a Caravaggio lo revela -, pero también sus incursiones en el surrealismo: ahí se ven ecos de René Magritte, de Dalí, de Max Ernst, tal vez, y “de muchos otros. Me ha interesado mucho el arte siempre: he crecido desde esa pasión constante, y he pasado por diversos períodos”, explica.

"Me ha interesado mucho el arte siempre: he crecido desde esa pasión constante, y he pasado por diversos períodos"

Hermógenes Pardos se trasladó a Zaragoza a 1956, a los nueve años, estudió en Agustinos en la ciudad y en Navarra, e hizo tres cursos en la Escuela de Oficios y Artes Aplicadas, donde coincidió con la joven artista Ángeles Felices, una gran dibujante de cómic. Se casarían en 1972. Ejercería durante cuatro cursos de maestro de primaria, y en 1974 se presentó en la sala Gambrinus, que estaba en la plaza de España. “De esa muestra presentamos cinco dibujos -dice Rafael Ordóñez-. Hermógenes Pardos obtuvo un carnet de copista del Museo del Prado y estuvo yendo a diario durante casi tres años. Eso explica su mano, su versatilidad y su asimilación de los clásicos. Le hacían encargos de España y de otros países, hasta de México”. Y explica, según el comisario, su interés por la ‘vanitas’ o el bodegón.

El artista dice: “Aquí está mi mundo, mi obra, mi sensibilidad, las cosas que me han interesado y mi evolución”. En 1976 se trasladó a Barcelona, y allí, además de desarrollar su pintura, abrazó el grabado. “Hay dos salas de grabado y eso es algo a lo que jamás ha renunciado. Ha abrazado todas las formas, y ahí siempre fue figurativo”, dice Rafael Ordóñez, que recuerda que asimiló muy bien el arte de Durero, Rembrandt y Goya, a quienes parece rendirlea tributo en algunos grabados, pero también en el tratamiento de algunos fondos (la huella de Goya es visible), y de otros artistas contemporáneos.

Una de las piezas más narrativas y sugerentes, claramente alegóricas, de la muestra: 'Renacer I', 1992. Óleo sobre tela.
Una de las piezas más narrativas y sugerentes, claramente alegóricas, de la muestra: 'Renacer I', 1992. Óleo sobre tela.
Oliver Duch.

En 1986, Hermógenes Pardos se instaló en Madrid y vivió allí hasta 2011, que regresó a Zaragoza. En su evolución, Rafael Ordóñez constata que cada ciudad le marcó y le cambió la obra. En Madrid hizo un arte muy distinto de atmósferas y veladuras, más delicado y sutil, sin abandonar del todo el expresionismo ni algunas conexiones con el pop, y más tarde se aproxima a una abstracción sutil y eminentemente poética, que a veces presenta semejanzas con artistas como Carmen Laffón o, con otros tonos, Paul Klee al que evoca en dos cuadros: ‘Homenaje a Paul Klee’, I y II.

Rafael Ordóñez: "Hermógenes Pardos obtuvo un carnet de copista del Museo del Prado y estuvo yendo a diario durante casi tres años. Eso explica su mano, su versatilidad y su asimilación de los clásicos. Le hacían encargos de España y de otros países, hasta de México”

En esa carta de símbolos y asuntos que enriquece la obra de este autodidacta tímido y soñador dominan los árboles, las flores, las frutas, los desnudos, el fogonazo de luz, que se transforman en símbolos y que exaltan la vida, la belleza, la quietud, la poesía y la plenitud de alguien que se ha desnudado en color y untuosidad a lo largo de 50 años. La muestra estará abierta hasta el 7 de abril.

La consejera Sara Fernández recordó que siguen pensando en abrir la segunda planta de la Lonja y en dejar al desnudo las columnas y mejorar las instalaciones de la planta calle.

Hermógenes Pardos y el comisario e historiador del arte Rafael Ordóñez. La exposición ha sido tan minuciosa que han empleado diez días en el montaje.
Hermógenes Pardos y el comisario e historiador del arte Rafael Ordóñez. La exposición ha sido tan minuciosa que han empleado diez días en el montaje.
Oliver Duch.
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