Del yoga facial al gua sha: ¿realmente funcionan?

Estas técnicas naturales se han popularizado en los últimos tiempos, como complementos a tratamientos quirúrgicos, cosméticos o tecnológicos.

Alumnos practicando yoga facial.
Alumnos practicando yoga facial.
Centro Sama

Tener un rostro que no represente la edad real es una aspiración humana que prácticamente se pierde en la noche de los tiempos. A lo largo de los años, los métodos para lograr este objetivo se han multiplicado. La cosmética ha ido ofreciendo soluciones a las que se unieron en el siglo XX la cirugía y la tecnología. En los tres ámbitos hay novedades constantes. A los que ahora se une una cuarta vía: el yoga facial y otros métodos que se basan en combinar la fisiología y el movimiento corporal, como la piedra gua sha.

Si nos centramos en la primera de las prácticas, en Zaragoza solo hay un centro de referencia: Sama. Su responsable, Ana Latorre, introdujo esta hasta ese momento novedosa técnica en 2017 de la mano de la japonesa Maiko Tahara. 

Lo que fue una decisión pionera, ahora Latorre lo califica de 'bum'. La propia Maiko, recuerda Ana, ha pasado de tener un par de miles de seguidores en Instagram a acumular casi 400.000.

Ana cuenta que el confinamiento y las movilidades reducidas de la pandemia fueron un enorme acicate: "La gente se puso a investigar y se interesó", recuerda esta especialista. Pero, ¿funcionan realmente estas técnicas?

"Yo siempre soy sincerísima con mis clientas: milagros, a Lourdes". Pero tiene claro que una práctica constante y, sobre todo, adecuada, del yoga facial tiene efectos positivos en el rostro. "En realidad, es puro sentido común: si ejercitamos el resto del cuerpo, ¿por qué no ejercitar la cara? 

"El rostro está lleno de músculos, poco más de 40, y si se mueven adecuadamente se logra que estén más firmes, exactamente igual que los del resto del cuerpo".

Ana, que empieza siempre sus talleres de yoga facial mostrando la desconocida anatomía de la cara, insiste en que saber ejercitar el rostro no es cosa una tarde. "Hay que practicar, porque son movimientos muy específicos a los que no estamos habituados. Se trata de mover el párpado superior el inferior, por separado. O la lengua. Este órgano es un músculo brutal que empleamos desde pequeños para succionar, como mamíferos que somos, pero que luego no usamos en toda su funcionalidad, y por eso, entre otras cosas, se cae la papada".

En el yoga facial se trabajo todo: el cuello, la papada, el mentón, la mandíbula, la lengua, el surco nasogeriano, los pómulos, las bolsas de los ojos y ojeras, el párpado superior, las cejas, el entrecejo, la frente, las orejas y hasta el cuero cabelludo.

"En realidad -señala Ana- es hacer gimnasia con la cara y ahora se le llama yoga porque es verdad que tiene un punto de concentración y de posterior relajo que logra efectos favoritos". Practicando yoga facial se pueden generar mejorías visibles en la frente, párpados, ojeras o pómulos. Pero, avisa Ana Latorre, "no son resultado radicales, pero sí que se obtiene un belleza más natural, mejora el aspecto".

La experta señala que junto al yoga facial, en los últimos tiempos se ha popularizado también otra técnica basada en los movimientos del rostro. En este caso, con la ayuda de una piedra, de nombre gua sha. 

Es un método chino -que no hay que confundir con los rodillos ("que no hacen nada", dice Ana Latorre-que la especialista defiende mucho ("es muy gozoso"), pero, eso sí, atendiendo a diversos aspectos. 

El primero y más importantes es huir de las últimamente frecuentes estafas con la propia piedra. "Se piden hasta cien euros por piedras que son un plástico", avisa. La gua sha auténtica debe tener el tacto de una piedra y transparentarse a la luz.  Tiene forma de corazón, de manera que sus diversos cantos se pasan por el rostro dependiendo de la zona. "Es una técnica que se basa en el drenaje, por eso hay que hacerlo con fuerza. Hay gente que se acaricia con la piedra y no sirve de nada. Igual que no sirven de nada los movimientos del yoga facial si no se hacen con exactitud. Precisamente porque hay que presionar y la cara queda enrojecida hay que, como mínimo, iniciarse en el gua sha con alguien profesional".

El Centro Sama  (San Clemente 22, Zaragoza) ofrece un taller de yoga facial el próximo 9 de febrero.

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