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José Ramón Ubieto: "Es difícil prohibir el deseo de mirar y ser mirados"

El psicoanalista y escritor muestra las claves para la salud mental digital en infancias y adolescencias.

José Ramón Ubieto sonríe en mitad del frío.
José Ramón Ubieto sonríe en mitad del frío.
José Miguel Marco

El prestigioso psicólogo clínico y psicoanalista aragonés José Ramón Ubieto desnuda de nuevo su perfil literario. Sereno escrutador de la actualidad, acaba de presentar su último libro: ‘¿Adictos o amantes? Claves para una salud mental en infancias y adolescencias’.

Cada vez hay más padres que proponen no dar el móvil antes de los 16 años.

Prohibir es una parte de un plan más ambicioso, que incluye regular y educar, porque el ser humano es complejo. Un ejemplo: la misma semana que Francia promulgó la segunda ley (2018) para prohibir los móviles en la escuela, su primer ministro se hizo selfis con alumnos y profesores de un liceo, animados por los padres, todos entusiasmados. Es difícil prohibir el deseo de mirar y ser mirados

¿Qué hacemos entonces?

Regular, limitando las horas y lugares de uso, libres de conectividad: patios, aulas, comidas familiares, sueño. Eso los animará a descubrir otras experiencias satisfactorias. Se quejarán al principio, pero luego agradecerán verse liberados de la esclavitud de las notificaciones.

¿Por qué les interesan tanto las redes sociales?

Se satisfacen como siempre hemos hecho en la vida: mirando, exhibiéndonos, acumulando cosas que nos gustan (fotos, por ejemplo), a ratos insultando o difamando. Nada nuevo, pero ahora lo hacen con una pandilla global y a veces de manera anónima. Eso los desinhibe más porque al no poner el cuerpo, el compromiso es menor.

¿Eso tendrá sus riesgos?

Desde luego: flirtean las autolesiones o suicidios a través de miles de foros que visitan, apuestan dinero, pueden ciberacosar o engañarse con escenas de porno irreales. Pero, lo más grave es que lo digital absorbe su atención de tal manera que les impide gozar de otras actividades: lectura, deporte, encuentros presenciales.

¿Les quita el sueño?

Los adolescentes duermen entre una hora y una hora y cuarto menos de lo que deberían. Eso afecta a su ánimo, su humor y su rendimiento académico.

¿Adictos o amantes?

A día de hoy, los datos nos dicen que adictos, como patología, solo son el tres por ciento. Muchos las sobreutilizan y algunos hacen usos problemáticos, eso es distinto. Adictos son los que han dejado el control de sus vidas en manos del móvil, desconectándose de ellos mismos.

¿Por qué los llama, entonces, amantes?

Un adicto no necesita más que su objeto (tóxico, tragaperras) mientras que los adolescentes buscan compañía y aman con el ‘gadget’ (quedadas, foros, Insta). Llamarlos adictos, patologizando su estilo de vida, nos desconecta de ellos e impide que seamos sus ‘influencers’ más fiables.

¿Cómo ayudarles a separarse de esa servidumbre?

Reduciendo el tiempo de uso. Con alfabetización digital para manejarnos bien con esta tecnología, haciendo valer en las pantallas nuestros principios básicos: privacidad, respeto, equidad, seguridad… y la diversidad, que les abra nuevas oportunidades. Y muy importante: proponerles alternativas presenciales a lo virtual: deportivas, de tiempo libre, culturales. Eso requiere tiempo y atención que no siempre tenemos.

¿La industria, cómo participa en todo esto?

Tiene que colaborar más y para eso los gobiernos tienen que regular los usos, especialmente de lo que viene: IA, Metaverso, chips corporales.

Una palabra optimista como epílogo, por favor.

Estamos en el buen camino de tomar consciencia colectiva de la necesidad de regular un mundo híbrido, absorbente e intrusivo. No para prescindir de la tecnología, sino para acoger sus misterios sin renunciar a todo aquello que consideramos válido para una vida buena.

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