El patio de mi recreo

Carmen Puyó: “Jesús María Alemany fue un soplo de conocimiento y aire fresco”

La periodista zaragozana recuerda sus años de infancia y juventud. Le impactaron Juan XXIII, Kennedy y el Che. 

Carmen Puyó con 8 años, el día de su primera comunión
Carmen Puyó con 8 años, el día de su primera comunión
C. P.

Nació en Zaragoza. Licenciada en Periodismo y Cinematografía en la Universidad Complutense. Ha desarrollado su carrera en HERALDO, del que fue subdirectora, en el que escribe una columna semanal

y del que es crítica de cine desde hace 40 años, una tarea en la que es una referencia nacional.

¿Recuerda su infancia como una época feliz?
Hubo momentos muy felices. Éramos siete hermanos y mi casa siempre estaba llena de gente porque mi madre era muy generosa, siempre dispuesta a acoger y ayudar a los demás. Pero mi padre murió cuando yo tenía cuatro años y mi madre aún no había cumplido los cuarenta. Había un poso de tristeza en sus ojos que yo sentía.

¿Qué le hizo reír por primera vez?
Más que risas, recuerdo sensaciones de felicidad. Como cuando nos reuníamos en Navidad o se acercaba la noche de Reyes.

¿Qué le hizo llorar?
Patinaba muy bien y me acababan de regalar unos patines estupendos, pero uno de mis hermanos les quitó las ruedas para hacerse un camión. Qué berrinche cogí.

¿Qué era en el patio del colegio?
Siempre he sido tímida. Me gustaba observar y, después, actuar. Ya adolescente, me crecí mucho. Había una monja que me llamaba defensora de causas perdidas.

¿Recibió algún castigo que le dejara huella?
Aunque se supone que, por ser la pequeña, era la mimada, mi madre era una mujer muy cariñosa pero también muy rígida. Sabía que si no me comía las lentejas al mediodía, las tendría por la noche. Me enseñó a no despreciar la comida, a saber que otros no tenían qué llevarse a la boca. Y, también, a obedecer, aunque era rebelde y llevaba mal las órdenes.

¿Qué es lo que más le gustaba hacer cuando no estudiaba?
Jugar con mis amigas, leer vidas de santos… Luego llegó la época de los enamoramientos platónicos: Mick Jagger, que era mi debilidad, Johnny Hallyday o Mike Kennedy, voz de Los Bravos. También quería ser cantante y pensaba que, si me hacía periodista, podría conocer a mis ídolos y triunfar en el mundo de la canción. Hasta que descubrí que cantar en el coro del colegio no me hacía cantante.

Carmen Puyó, a los 12 años, cuando soñaba con ser cantante y conocer a sus ídolos
Carmen Puyó, a los 12 años, cuando soñaba con ser cantante y conocer a sus ídolos
C. P.

¿Tenía algún complejo que le amargara?
Estaba rellenita y llevé gafas muy pronto. Pero nunca me sentí acomplejada, quizás por mi forma de ver la vida: siempre creo que hay cosas peores.

¿Cuál fue la calle de su infancia?
El paseo María Agustín, en Zaragoza.

¿Qué es lo que más le gustaba de Zaragoza?
Siempre me ha importado más con quién estaba que dónde. Me encantaban los veranos en Zaragoza, ir a tomar helados y a pasear por la Gran Vía, las excursiones a la orilla del Ebro e ir a la fuente La Junquera. Luego, llegaron los días de playa, en Calafell y Comarruga.

¿Cuál es el episodio que con más frecuencia vuelve a su memoria?
Más que un episodio, hay una figura fundamental en mi vida, mi hermana Marisa, la segunda de los siete. Me encantaba ir cogida de su mano. Era extraordinaria, con su manera de ver y entender la vida me inculcó valores muy importantes, a ser fuerte, a pelear, a no dejarme vencer por ser chica, a hacerme valer. Además, me enseñó a andar con la espalda bien recta, la cabeza alta y a no fruncir el ceño. Era guapísima.

¿Echa de menos haber hecho algo en su infancia?
Estudiar piano o violín.

¿Tenía mucha conciencia política?
Hasta un año antes de ir a la universidad, ninguna.

¿Era religiosa?
La religión estaba muy presente, porque mi madre era profundamente religiosa. El Pilar, la iglesia del Sagrado Corazón y la del Carmen formaban parte de nuestros paseos. Lo mejor venía después, cuando me llevaba a Tupinamba a comprarme una ensaimada o a por churros o a comprar caramelos en aquellas tiendas que ya no existen y cuyo olor no he olvidado.

¿De qué modo le hizo sufrir el sentido del pecado, la sensación de mala conciencia?
Más que el pecado, me hizo sufrir la mala conciencia, saber que había actuado mal o hecho daño a alguien.

¿Cuál fue su primer contacto con la muerte?
Mi padre murió muy joven y yo acompañaba a mi madre al cementerio, a llevarle flores y rezar. Nunca me supuso un trauma. En los cementerios siento una cierta paz. Ello me ha ayudado a enfrentarme a las muertes tempranas de muchas personas muy importantes para mí. Sufres más cuando sabes que se van a ir que cuando se van.

¿Cuál fue la primera estrella de cine que le fascinó?
Mis primeros ídolos no fueron cinematográficos sino musicales. La primera película que vi en mi vida fue ‘Fray Escoba’. Pero, cuando ya usé más la razón, mi actor favorito era Robert Stack, el Elliot Ness de la serie ‘Los Intocables’.

¿La primera canción que memorizó?
Nunca he sido capaz de memorizar una canción. Me sigo inventando las letras.

¿Había alguna persona que conociera a la que admirara de un modo especial?
En mi último año de colegio, tuve el privilegio de tener como profesor a Jesús María Alemany. Me abrió los ojos, fue un soplo de conocimiento y aire fresco.

¿Qué personalidad nacional o internacional fue para usted una referencia poderosa?
Juan XXIII me impactó por su mensaje y John Fitzgerald Kennedy, por su atractivo personal. De ahí pasé al Che Guevara. Con 14 años, yo estaba decidida a irme a Bolivia a seguir sus pasos.

De todo lo que le enseñaron sus padres, ¿qué caló en usted con más fuerza?
El amor a la familia, la generosidad y la educación.

¿Qué desató la vocación que le ha marcado?
Estudiando Periodismo, decidí matricularme también en Cinematografía. No quería dirigir películas, sino verlas, entenderlas, compartir mi opinión con los demás. He visto miles de películas y llevo cuarenta años haciendo la crítica de cine en HERALDO.

Carmen Puyó, en 1984, entrevistando a Fernando Trueba y Óscar Ladoire
Carmen Puyó, en 1984, entrevistando a Fernando Trueba y Óscar Ladoire
C. P.

¿En qué momento pensó a qué dedicar su vida?
Siempre me gustaron la historia, la literatura, la cultura en general. Y me hice periodista, primero pensando en la aventura, los viajes, los reportajes por el mundo… Luego llegó la vida y el trabajo real.

Si pudiera viajar en el tiempo y regresar a sus primeros años durante un día, ¿a qué día volvería?
A cualquier Nochebuena, con toda mi familia.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión