Teatro Bicho, un decenio de alternativa escénica

La sala zaragozana acaba de cumplir diez años y prosigue su andadura como un escenario polivalente centrado en la formación.

El actor, director y dramaturgo Fran Martínez, ayer, en la sala Teatro Bicho
El actor, director y dramaturgo Fran Martínez, ayer, en la sala Teatro Bicho
Guillermo Mestre

Surgió en 2013 de la mano de Jorge García y Fran Martínez, y hoy continúa como un espacio escénico donde dar rienda suelta a la interpretación y al teatro de improvisación. El actor, director y dramaturgo Fran Martínez, cofundador de las compañías Los Mancusos y Teatro Pezkao, sigue ahora en solitario al frente de Teatro Bicho, un proyecto que cuenta con el respaldo de un buen puñado de amigos y profesionales de la escena aragonesa que siguen impulsando la idea de contar con una sala alternativa en la que desarrollar montajes, cursos y talleres teatrales.

Se encuentra en el barrio del Arrabal (Ricardo del Arco, 8), en un local que en otro tipo fue el Videoclub Ibiza –el rótulo sigue en su fachada–, y puede albergar hasta 65 espectadores. Antes fue la sala Extintor, en su última ubicación (estuvo previamente en la calle de Las Armas) y cedió el testigo a Teatro Bicho, que a su vez cambió su sede de la calle de Pilar Lorengar a este nuevo emplazamiento.

En ciudades como Madrid (Microteatro por Dinero, La Casa de la Portera, La Escalara de Jacob...), y Barcelona (Ón, Almería Teatre, Llantiol...) es habitual encontrar este tipo de salas alternativas. La capital aragonesa llegó a contar hasta hace poco tiempo con una pequeña red que incluía Gromeló (bar La Caja Tonta), La Suite, La Vía Láctea –continúa de manera puntual–, Extintor y Teatro Bicho. «Llegamos a coexistir cinco e hicimos piña», recuerda Martínez. Pero la dificultad de mantener este tipo de fórmulas que parten de la iniciativa privada y que, por lo general, no cuentan con ayudas públicas, complica su supervivencia.

Una de las principales actividades de Teatro Bicho es la formación. En la actualidad cuenta con 75 alumnos. «Algunos han dado el paso profesional, que siempre es un orgullo, aunque otros se apuntan por desconectar o porque es algo que querían probar desde hace tiempo», explica.

Los cursos se centran en interpretación, improvisación, dramaturgia y escritura creativa. «Pronto se impartirá otro de teatro en inglés», avanza.

«Se trabaja sobre la formación y las representaciones son una manera de mostrar. El local es un espacio de trabajo más que una sala –matiza–. Lo sigue siendo y se nombra así porque al final es un lugar polivalente donde lo que se pretende es ofrecer a quien lo necesite un escenario donde ensayar o enseñar un espectáculo».

Proyectos con fundaciones

Desde este espacio también se llevan a cabo proyectos con entidades dedicadas a la atención de personas vulnerables como la Fundación Virgen del Pueyo, la Fundación Rey Ardid y la Fundación Adunare. «Me gustaría contactar con más fundaciones y ofrecer la posibilidad de usar el teatro como herramienta tanto inclusiva, de visibilización y de mejora de la comunicación como, sobre todo, terapéutica», señala.

Dos jueves al mes (hoy, 20.30) tiene lugar en este sala ‘El público a escena’, una ‘jam session’ de improvisación en la que los espectadores pueden participar. Para conmemorar este décimo aniversario mañana se celebrará una gala cabaret con Jaime Ocaña, Brainstorming (Javier Zapater y Óscar Castro), Los Mancusos, Teatro Pezkao e Improbicha, y el sábado (12.00) habrá una jornada de puertas abiertas.

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