LETRAS ARAGONESAS. OCIO Y CULTURA

Carmen Santos: “No creo que sea sano evocar o idealizar amores perdidos"

La autora publica ‘Las cosas de la melancolía’ (Contraluz), una novela actual sobre los amores que vuelven y la amistad entre varias mujeres en crisis

Retrato de Carmen Santos, donde cuenta la historia de la librera Elisa, Zaro, un pasado amor que ahora escritor, y su núcleo de amistades femeninas.
Retrato de Carmen Santos, donde cuenta la historia de la librera Elisa, Zaro, un pasado amor que ahora escritor, y su núcleo de amistades femeninas.
A. C./Heraldo.

Carmen Santos (Valencia, 1958. Reside en Zaragoza desde hace más de treinta años, y desde hace algún tiempo lo hace en Aguarón) publica una nueva novela: 'Las cosas de la melancolía' (Contraluz. Madrid, 2023. 545 páginas), la historia de la librería Elisa, su pasado amor Zaro con el que se reencuentra, y sus mejores amigas, que viven la cincuentena de formas muy distintas, marcadas todas ellas por un grado de insatisfacción amorosa y sexual y por la complicidad. La presenta en el Teatro Principal, el martes 17, a las 19.00, con José Luis Melero y dos músicos: Eugenio Arnao y Javier Ruesca. La novela arranca así: "Acabo de despedirme de mi perro. Tengo cincuenta años. Estoy sola".

Si mira hacia atrás, ¿regresa a su imaginación el primer amor o un amor perdido?

No creo que sea sano regodearse evocando o idealizando amores perdidos. Al pasado hay que dejarlo que duerma tranquilo.

¿En general, son las mujeres tan pesimistas respecto a su cuerpo cuando se adentran los los 50?

Los cincuenta son años de cambios hormonales, a veces molestos, que nos hacen sentirnos muy inseguras a las mujeres. Y la sociedad no ayuda a que llevemos mejor la menopausia. En cierto modo, nos estigmatiza por dejar de ser jóvenes, por echarnos kilos, por no evitar que nos salgan canas y arrugas… La madurez, que suele considerarse atractiva en un hombre (tenemos los ejemplos de Sean Connery o George Clooney), en las mujeres se ve como algo que resta puntos. Y ahí empieza nuestro miedo a envejecer, a volvernos invisibles para la sociedad y a que nos arrinconen. Los 50 son una edad fronteriza que nos desconcierta y eso nos lleva a percibir nuestro cuerpo con pesimismo.

¿No es un poco exagerado esa sensación de “camino a la decrepitud”, como se dice varias veces?

Eso lo dicen dos de las amigas que están pasando por un momento personal duro, una viendo marchitarse a su madre con alzhéimer y la otra por problemas en el trabajo. Se desahogan diciendo lo que les pasa por la cabeza. Pero ¡que nadie se asuste! Mi novela es como la vida misma: se alternan momentos dramáticos con otros divertidos y hay mucho humor, que a fin de cuentas, es la mejor manera de tomarse la vida.

“Hacerse viejo es una putada muy gorda”. “Me he vuelto invisible”. ¿Se escuchan mucho frases como esas entre las mujeres o solo entre sus personajes?

A partir de cierta edad, cuando vemos que tenemos más tiempo vivido que por vivir, cuando nuestros padres se han convertido en ancianos achacosos y nuestros hijos son adultos, se escuchan con frecuencia estas cosas (no solo lo dicen mis personajes). Pero también nos puede servir de estímulo para saborear la vida apreciando lo mucho que vale y el regalo que es estar vivo.

¿Qué le llevó a escribir una novela sobre el paso del tiempo y el miedo a la soledad y a la vez sobre la amistad?

Después de tres novelas históricas, necesitaba un cambio. No me gusta exprimir siempre las mismas fórmulas y me gusta plantearme retos nuevos. En este caso, mientras escribía 'Flor de Arrabal', ya andaba dando vueltas a la idea de adentrarme en una novela contemporánea sobre mujeres que son muy buenas amigas y se apoyan mutuamente como leonas. Me pareció interesante que esas mujeres rondaran la cincuentena, una edad que suele traernos profundos cambios físicos, desconcierto y, a veces, pesimismo. Luego me di cuenta de que hay muy pocas novelas con protagonistas femeninas que se encuentran en este rango de edad. Eso despejó mis últimos dudas y me lancé.

Carmen Santos introduce en su novela una novela de amor donde el autor revela intimidades que ha vivido con la protagonista.
Carmen Santos introduce en su novela una novela de amor donde el autor revela intimidades que ha vivido con la protagonista.
A. C./Heraldo.

¿La complicidad entre las mujeres es especial, cómo la definiría?

Como algo gratificante y necesario, que a las de mi generación y más mayores se nos escatimaba porque se nos educaba para rivalizar entre nosotras y criticarnos. Afortunadamente, con el tiempo las mujeres hemos aprendido que podemos ser amigas leales entre nosotras.

"Ahí empieza nuestro miedo a envejecer, a volvernos invisibles para la sociedad y a que nos arrinconen. Los 50 son una edad fronteriza que nos desconcierta y eso nos lleva a percibir nuestro cuerpo con pesimismo"

¿Hay demasiados hombres por ahí, cincuentones, con ganas de mojar, como se dice en la novela?

Bueno, yo llevo muchos años casada y hace tiempo que no salgo 'de caza', pero tengo amigas recién divorciadas que son fuentes de fiar. Según ellas, nunca hay demasiados hombres (cincuentones o no) con ganas de mojar.

¿Es más importante la obsesión por el sexo o por el amor?

Las obsesiones siempre son peligrosas.

Da la sensación de que por momentos recupera la crudeza y el desparpajo eróticos de sus primeras novelas. ¿Disfruta o le perturba describir el erotismo o las historias de amor fugaz como la del joven Florián?

La verdad es que he disfrutado volviendo a mis orígenes. Aunque creo que el “desparpajo erótico” nunca lo perdí. Como digo siempre: si hay novelas que se regodean en asesinatos y cadáveres mutilados, ¿por qué no voy a dedicar unas páginas a describir las cosas buenas de la vida?

En una relación, ¿qué es lo que acaba con el interés, con la atracción, como sucede a Anacrís y Rafi?

Pueden ser muchas cosas. La rutina, el desamor, el hecho de que cada uno evolucione en una dirección diferente, la infidelidad… Cada pareja es un mundo. En el caso de Anacrís y Rafi, es el puro aburrimiento y la insatisfacción de ella lo que acaba con la atracción del principio.

En medio del naufragio general, que vives casi todos, aparece el cáncer de Susa. ¿Eso, en un núcleo de amigas, es una prueba más de la sororidad o enciende todas las alarmas?

Las dos cosas. El cáncer de Susa enciende todas las alarmas y aglutina a las amigas a su alrededor para arroparla.

Una de las cosas claves del libro es la historia de Elisa, la protagonista y librera: hace diez años que se ha separado de Zaro, ahora escritor, que publica una novela donde viene a contar la vida de ambos y sus relaciones, e incluso los engaños. ¿Quién es más impúdico la librera o el escritor? ¿Qué buscaba con ese guiño literario?

Si por impúdico entendemos el hecho de contar intimidades, tanto propias como de pareja, claramente gana Zaro. En cuanto al guiño literario, quise hacer, a través del personaje de Elisa, un pequeño homenaje al mundo del libro, a las librerías y los libreros, que tan importantes son en el tejido cultural de la sociedad.

"Creo que el 'desparpajo erótico' nunca lo perdí. Como digo siempre: si hay novelas que se regodean en asesinatos y cadáveres mutilados, ¿por qué no voy a dedicar unas páginas a describir las cosas buenas de la vida?

¿Cuál es la importancia del cine y de la música, de nuevo, en su novela?

Igual que al personaje de Elisa, me gusta mucho el cine del Hollywood “dorado” y los musicales de aquella época. Me pareció interesante incorporarlo a la novela a través de Elisa, que es una auténtica 'friki' de los musicales antiguos y los emplea como terapia en los momentos de bajón. En cuanto a la música, siempre la introduzco en mis novelas para reforzar las situaciones importantes o ambientar al lector en la época que retrato.

¿Tiene la sensación de que esta es una novela más rápida, más fluida, psicológica, que sugiere que el amor aparece tanto desde el fondo de la memoria como desde el presente más inesperado?

Es una novela intimista, bastante más corta que las anteriores. En lugar de hacer un viaje en el tiempo como en mis últimos tres libros, aquí me centro en los sentimientos. No solo en el amor, también en los miedos, la melancolía y sobre todo, en la alegría de vivir, que siempre acaba triunfando.

Retrato de Carmen Santos, donde cuenta la historia de la librera Elisa, Zaro, un pasado amor que ahora escritor, y su núcleo de amistades femeninas.
Retrato de Carmen Santos, La autora, tras haber publicado varias novelas históricas, da un salto a tiempos actuales para abordar la madurez y la insatisfacción sexual.
A. C./Heraldo.

¿Hay alguna razón concreta para hacer una novela más bien melancólica sobre el naufragio afectivo?

Yo no diría que es una novela melancólica. Sí, hay momentos de tristeza y consternación, pero los lectores también encontrarán escenas muy divertidas que les arrancarán alguna sonrisa, incluso carcajadas. En cuanto a la temática amorosa, no todos las relaciones que mantienen las amigas con los hombres son naufragios, ni mucho menos. Yo definiría ‘Las cosas de la melancolía’ como una novela agridulce narrada con mucho humor, en la que tienen cabida temas universales como el amor y el desamor, la vejez de los padres, la hostilidad del mundo laboral a partir de los cincuenta, la violencia de género y la eutanasia (la historia se desarrolla antes de que se aprobara la Ley de Eutanasia en España).

LA FICHA

'Las cosas de la melancolía'. Carmen Santos. Contraluz.  Madrid, 2023. 545 páginas. 

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