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Jesús Marchamalo: "Los escritores y artistas zaragozanos viven los éxitos ajenos como si fueran propios"

El Premio Nacional de Periodismo Cultural de 2023, muy vinculado con Aragón y con creadores aragoneses, explica su obra y sus numerosos proyectos

Jesús Marchamalo ha trabajado con muchos aragoneses: con Antonio Santos, Ana Santos, Isidro Ferrer o José Luis Melero, entre otros.
Jesús Marchamalo ha trabajado con muchos aragoneses: con Antonio Santos, Ana Santos, Isidro Ferrer o José Luis Melero, entre otros.
A. C./Heraldo.

Jesús Marchamalo (Madrid, 1960) es uno de los grandes periodistas culturales de España y a la vez un activo escritor que ha publicado más de una veintena de títulos de todos los géneros: retrato literario, biografía, ensayo, periodismo cultural, cómic, arte, etc. Colabora en numerosas revistas y en RNE, tanto en 'El Ojo crítico' como en 'La estación azul', y en TVE, donde condujo meses atrás un ciclo de entrevistas con grandes escritores españoles. Julio Cortázar, Miguel Delibes y José Hierro se suman a sus deliciosos libros sobre Baroja, Pessoa, Karen Blixen, Virginia Woolf o Stefan Zweig, entre muchos otros. Ha recibido numerosos galardones, pero hace pocas semanas se hacía con el Premio Nacional de Periodismo Cultural.

¿Cómo se recibe un galardón como el Premio Nacional de Periodismo Cultural?

Imagino que cada cual lo recibirá de una manera diferente, es algo tan excepcional que nunca estás preparado para que suceda. En mi caso, estaba en casa escribiendo un guion para la radio, y me llamaron del ministerio para preguntar si podían pasarme con el ministro Iceta, que fue quien me comunicó, encantador, que me habían otorgado el premio. Y fueron momentos que viví con mucha emoción, con mucha ilusión y con muchos nervios. En esta sociedad en la que parece primar la contención, el control, ponerse nervioso, entusiasmarse, me parece una alternativa mucho más ejemplar. Y hubo una hora y media, desde que me comunicaron la concesión del premio hasta que se hizo público, que vivimos en casa con mucha emoción: lo sabíamos nosotros, los jurados, y poco más, y estar en el secreto durante esa hora y media fue maravilloso. Y después fueron maravillosas las felicitaciones, los abrazos de decenas de amigos que me hicieron llegar su enhorabuena. De los premios te quedas con la felicidad que provocan a la gente que quieres.

¿Qué responsabilidad supone? ¿Qué sucede cuando en los días siguientes tiene que seguir haciendo cosas, firmando artículos, haciendo radio, etc.?

La llamada de Iceta se produjo un martes, y yo grabo los jueves en la radio. Así que ese jueves llevé cava a El ojo crítico y brindamos en la redacción por el premio, antes de que me subiera a grabar la pieza de esa semana. Y creo que está bien, seguir haciendo lo mismo que hacías y de la misma manera. El premio, fíjate, me ha dado un cierto sosiego, por una parte; es la culminación de una carrera, pero también una buena dosis de responsabilidad, de compromiso con el oficio y, si me apuras, de humildad.

Su caso es verdaderamente excepcional: había sido finalista al menos en cuatro ocasiones. ¿Sabe mejor así el éxito?

Los finalistas de los Premios Nacionales no se hacen públicos, pero a veces te acabas enterando; alguien del jurado te lo cuenta, te hacen una confidencia… Ser finalista es un privilegio, estar entre los candidatos ya lo es; significa que alguien se fija en tu trabajo y lo valora, y es algo que resulta muy gratificante. Este año, fue Luis Mateo Díez quien presentó mi candidatura en nombre la RAE, y no se me ocurre mejor defensor. Me encantó que, entre otros merecimientos, destacara de mi trabajo el entusiasmo.

¿De dónde viene usted, quién le despertó la pasión por los libros, antes que nada? ¿Existe un maestro, un instante decisivo, una revelación?

Siempre he vivido con libros y he vivido los libros con pasión. Por supuesto, me gusta hacer otras cosas: monto en bici, tiro con arco, nado, juego al ajedrez, de modo que no encajo en la clásica imagen de ratón de biblioteca, pero no entendería mi vida sin libros, o sin cine, sin música, sin museos, aunque sobre todo, sin libros. En ese sentido, recuerdo a muchas personas que han ido contribuyendo a forjar esta pasión mía por la cultura, por la literatura, pero hay tantos momentos, maestros, instantes, que es difícil elegir sólo uno.

Si uno mira su trayectoria, se ve que le ha dado a todo: prensa escrita, radio, televisión. ¿Existe el medio ideal o sencillamente lo que se impone es contar, divulgar, transmitir, dar voz?

Es una suerte poder trabajar en distintos medios porque cada uno tiene su encanto, su parte de fascinación. Me gusta mucho la radio, su calidez, su capacidad de evocación, y esa intimidad que consigues crear con el oyente, y me gusta mucho escribir en prensa: la palabra escrita tiene una pervivencia que te hace ser consciente de tu responsabilidad como periodista. La televisión me gusta menos, me es muy ajena sobre todo esa parte de artificio que inevitablemente tiene, pero le reconozco y admiro su capacidad para conseguir llegar a miles de espectadores. Pero es cierto que al final lo importante es contar, transmitir el entusiasmo por lo que lees, por los autores, la literatura.

Uno de los grabados de José Hierro que realiza Antonio Santos para los perfiles de Marchamalo en Nórdica.
Uno de los grabados de José Hierro que realiza Antonio Santos para los perfiles de Marchamalo en Nórdica.
Antonio Santos/Nórdica.

Ha escrito libros sobre bibliotecas y ha visitado muchas. ¿Qué ha encontrado ahí, qué le dicen las bibliotecas de los escritores o de los intelectuales?

Las bibliotecas de escritores es, sin duda, uno de mis proyectos más exitosos, y más persistentes en el tiempo. Creo que empecé hace más de diez años y he visitado más de sesenta. Las bibliotecas dicen mucho de sus propietarios. De sus gustos, de sus autores y temas favoritos, de la manera en que se relacionan con los libros: si los subrayan, si los anotan, si los ordenan de una manera u otra… Recuerdo muchas bibliotecas y conversaciones memorables pero, sobre todo, recuerdo cómo en todos los casos prevalece la sensación de estar en un lugar familiar. Tener una biblioteca, por modesta que sea, hace que te sientas bien casi en cualquier otra.

Ha escrito sobre Julio Cortázar y sus libros, y ha hecho el guión de un cómic muy galardonado. ¿Era un formidable lector o un más bien un crítico casi feroz?

Era un formidable lector y, desde luego, un crítico insobornable. Gran parte de sus libros están subrayados, anotados y llenos de comentarios, no siempre elogiosos. Cortázar dialogaba -felicitaba y con frecuencia discutía- con los autores a través de las notas de sus libros, y es maravilloso ver en ellos el entusiasmo con que los leía.

"Recuerdo muchas bibliotecas y conversaciones memorables pero, sobre todo, recuerdo cómo en todos los casos prevalece la sensación de estar en un lugar familiar. Tener una biblioteca, por modesta que sea, hace que te sientas bien casi en cualquier otra"

Ha estudiado la obra de Miguel Delibes. ¿Cuál es su legado, qué nos enseñó este periodista y escritor, qué le impresionó de él?

Tuve la fortuna de conocer en persona a Miguel Delibes, y de cartearme durante años con él, y lo recuerdo con mucha admiración y con mucho cariño. De Delibes pueden aprenderse muchas cosas, pero a mí me impresionó su compromiso con la literatura. Ver sus manuscritos -escribía en cuartillas de papel de periódico, a mano- te hace ser consciente de la cantidad de trabajo que hay detrás de cada uno de sus textos. Hay una parte pública de los escritores exitosos, una imagen social que tiene que ver con los premios, los honores, el éxito comercial, y hay otra parte privada, secreta, íntima, de trabajo en soledad, que es la que a mí más me interesa.

También es estudioso y biógrafo de José Hierro. Un poeta que se sobrepuso a la cárcel y al franquismo. En un tiempo de intolerancia y de retroceso, ¿qué nos dice la obra de Hierro?

Hierro era una persona formidable. Coincidí con él en Radio 3 en los primeros años ochenta, y recuerdo el trato tan generoso que tenía con los jóvenes que entonces éramos. Me interesó siempre su poesía y también en su caso el compromiso con su obra, el que dejara de publicar durante más de veinte años antes de su inolvidable 'Cuaderno de Nueva York'. Me impresionó leer que cuando le informaron de la concesión del Premio Cervantes estaba en un instituto charlando con los estudiantes, seguramente fumando.

A usted, por muchas razones, lo sentimos muy aragonés. ¿Qué le debe a Aragón?

¡Y no sabéis cómo os lo agradezco! En Zaragoza me habéis recibido siempre con una infinita generosidad y cariño, así que tengo una deuda impagable con vosotros. Digo con frecuencia, y no es broma del todo, que tengo más amigos en Zaragoza que en Madrid. No los nombro a todos porque seguro que alguno se me olvida por despiste, pero déjame que cite a Melero, inmenso y generoso amigo, que ha presentado en Zaragoza todos mis libros, y a ti. Creo que fuiste mi primer contacto en la ciudad y, desde entonces, un estupendo embajador de mi trabajo. A los escritores y artistas zaragozanos siempre os he envidiado no sólo vuestro talento, sino la manera en que vivís el éxito de vuestros amigos como si fuera propio. Ser aragonés es, desde luego, una fortuna.

Jesús Marchamalo con su amigos José Luis Melero, Premio Valores Humanos de 2023 de HERALDO y presentador habitual de los libros de Marchamalo.
Jesús Marchamalo con su amigo José Luis Melero, Premio Valores Humanos de 2023 de HERALDO y presentador habitual de los libros de Marchamalo.
Archivo Melero/Marchamalo.

Ha colaborado mucho en la Biblioteca Nacional con la zaragozana Ana Santos, que ha sido su directora durante años. ¿Cómo valora su trabajo?

Ana es una persona estupenda y ha hecho un trabajo admirable en una institución tan complicada, a veces incomprendida, como la Biblioteca Nacional. He comisariado para la Biblioteca tres exposiciones, he organizado un par de ciclos y he intervenido en decenas de actividades.

Me gusta mucho ir a trabajar al salón de lectura y, desde hace años, mi archivo está allí. Así que tengo una inmejorable opinión de la biblioteca, y de Ana, y además somos amigos.

Háblenos de uno de los proyectos de carácter anual que lleva con el ilustrador y artista oscense Antonio Santos. ¿Cómo se trabaja con él, cómo eligen los personajes? Hierro, Karen Blixen, Baroja, Pessoa, Virginia Woolf, Stefan Zweig...

Antonio y yo hemos hecho nueve o diez libros juntos para Nórdica, y me encanta trabajar con él. Hacemos un librito cada año dedicado a un autor, y a veces es fácil ponerse de acuerdo en el protagonista y a veces azaroso, no creas. Pero siempre es una delicia colaborar con él, y su trabajo es sumamente inspirador.

Es asiduo visitante de las librerías zaragozanas y oscenses: Antígona, Cálamo, la desaparecida Los Portadores de Sueños, Anónima… ¿Cuál es nuestro nivel?

Hablas de cuatro de mis librerías favoritas de siempre. Me encanta Cálamo (y la carta que tiene Paco de Kapuscinski); me encanta Antígona, Pepito y Julia son grandes amigos, y me encanta Anónima, en Huesca. En las tres he presentado libros y siempre ha sido una delicia. El caso de Portadores, Félix y Eva, fue excepcional. Allí presentamos todos nuestros libros de Nórdica, el de Zweig con la librería ya cerrada, sin estanterías, sin libros, y fue una de las cosas más bonitas y emocionantes que hemos hecho nunca. Fue, yo creo, inolvidable para todos los que estuvimos allí.

"Me gusta mucho ir a trabajar al salón de lectura de la Biblioteca Nacional y, desde hace años, mi archivo está allí. Así que tengo una inmejorable opinión de la biblioteca, y de Ana Santos, y además somos amigos"

Vivimos una época confusa y convulsa respecto a la lectura. Dicen que con los móviles y los avances tecnológicos los jóvenes se desenganchan. ¿Qué percepción tiene?

Vivimos una época confusa y convulsa en general. Este mundo nuestro anda, definitivamente, trastrocado, y los móviles, las redes sociales, las inteligencias artificiales, plantean una revolución social, vital, de la que todavía no somos del todo conscientes. Pero no creo que peligre la lectura. Tal vez tengamos que habituarnos a otro tipo de lecturas. Y respecto del libro, es un invento tan prodigioso, que dudo que acabe desapareciendo, aunque sí tal vez transformándose.

 

¿Qué hay en Jesús Marchamalo de hombre multimedia de la cultura?

No sabría decirte exactamente, pero sí que soy un chico moderno: tengo móvil ‘5G’, cuenta de Facebook e Instragram, otra de Twitter o como se llame ahora, pero, me gustan los libros en papel, escribir con pluma, doblar las esquinas de los libros, hablar por teléfono… Creo que una de las cosas buenas de esta sociedad en que vivimos es que todo es compatible.

Jesús Marchamalo en una pose teatral y divertida en un viaje reciente a Zaragoza.
Jesús Marchamalo en una pose teatral y divertida en un viaje reciente a Zaragoza.
A. C./Heraldo.

¿Cuál piensa que debiera ser la gran revolución de la cultura?

Desde hace años, mis hijos me regalan por el día del padre una tarjeta que me permite ir al Prado durante todo el año, y me escapo un rato al menos un par de mañanas al mes. El otro día me paré ante uno de mis cuadros favoritos La Anunciación de Fra Angélico, pintado hacia 1425, es decir, hace seiscientos años, por alguien que vivía en el mundo completamente distinto al que ahora conocemos, y sin embargo sigue conmoviéndonos. Eso es la cultura, el legado que, como especie, dejamos a nuestro paso: la ciencia, la música, el teatro, las novelas, la poesía… Tal vez esa fuera la gran revolución; cobrar conciencia de la trascendencia de la cultura en el sentido más literal de la palabra: será lo que nos trascienda, lo que nos explique, nuestra herencia como sociedad.

¿Es necesario el Ministerio de Cultura? Ha sido objeto de análisis en la precampaña y algunos se inclinaban por una sencilla pero eficaz Dirección General.

Yo creo que, más allá de las cuestiones meramente administrativas, que desconozco por completo, los gobiernos también deben ejemplificar y, desde luego, creo que debería mantenerse un Ministerio de Cultura, siquiera por decoro.

"El otro día me paré ante uno de mis cuadros favoritos La Anunciación de Fra Angélico, pintado hacia 1425, es decir, hace seiscientos años, por alguien que vivía en el mundo completamente distinto al que ahora conocemos, y sin embargo sigue conmoviéndonos. Eso es la cultura, el legado que, como especie, dejamos a nuestro paso"

¿Qué significan para usted la lectura y la escritura?

Hay una frase de Michel Houellebecq, el escritor francés, que suelo citar, dice que quien no lee debe conformarse con la vida, y me parece una buena respuesta para tu pregunta: leer y escribir es una manera de no conformarse con la vida.

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