cultura

Picasso, un poeta descarriado

Se publican por primera vez en castellano los misceláneos textos del genio malagueño, un escritor tan compulsivo y fértil como el pintor.

Se presenta un libro de poemas de Picasso.
Se presenta un libro de poemas de Picasso.
R. C.

Medio en broma medio en serio, Pablo Picasso (1881-1973) dijo que le gustaría ser recordado como un escritor que pintaba de vez en cuando. El prolífico pintor malagueño cambiaba a menudo los pinceles por la pluma y dejó un buen puñado de escritos. Una miscelánea de textos biográficos, poéticos, dramáticos y escatológicos que nunca se habían publicado juntos en español. En el año del cincuentenario de la muerte del genial e influyente artista, la editorial Akal los reúne bajo el título 'Pablo Picasso. Escritos 1935-1959'.

"Creo que mi obra como escritor es tan extensa como la de pintor. Materialmente dediqué el mismo tiempo a ambas actividades. Quizá algún día, cuando yo desaparezca, apareceré descrito en los diccionarios de esta manera. 'Pablo Ruiz Picasso: poeta y autor dramático español. Se conservan de él algunas pinturas'". El fotógrafo Roberto Otero escuchó esta sarcástica frase en boca de su amigo Picasso, que, en efecto, escribió bastante tanto en castellano como en francés. "Soy un poeta descarriado", llegó a confiarle a Otero. "En el fondo, creo que soy un poeta que se ha echado a perder, ¿no crees?", le espetó a su amigo.

Textos picassianos en fragmentos de periódico

En sus casi 800 páginas, el libro descubre a un Picasso inédito para el gran público. Un osado creador de textos poéticos de corte surrealista, entregado a la escritura automática, que fustiga o alaba a sus amantes y ofrece retazos de su vida. Realizados con lápices negros y de colores, tinta china, bolígrafo o rotulador, los textos picassianos están en hojas de dibujo, papel de cartas, reversos de sobres, invitaciones o fragmentos de periódico. Algunos fueron grabados, coloreados o litografiados, convirtiéndose así en obras de arte.

Picasso solía escribir en la mesa del comedor o de la cocina y tan libérrimamente como pintaba, sin el menor respeto por la ortografía o la puntuación. Su pensamiento fluía a borbotones, adornando las letras y dibujando en los márgenes. "La pintura no forma parte de la prosa, es poesía, está escrita en verso con rimas plásticas", le diría a Françoise Gilot.

Para Picasso escribir "no fue un capricho sin pies ni cabeza", dice la historiadora Christine Piot, quien junto a Marie-Laure Bernadac, exconservadora del Louvre, reunió parte de estos textos para el sello francés Gallimard en 1989. La primera edición española aparece 35 años después, ampliada con textos inéditos hallados entre los papeles de Dora Maar o en la documentación de los museos Picasso de París y Barcelona.

Picasso escribió entre 1935 y 1959 340 textos poéticos y dos obras de teatro. Unos escritos en los que habla de él y sus amantes, de España o de la guerra. Los fecha como entradas de un diario. La última, del 20 agosto de 1959, con las palabras finales de 'El entierro del conde de Orgaz', texto publicado en vida de Picasso por Gustavo Gili con prólogo del poeta Rafael Alberti.

Febril y salvaje

Sorprende el tono febril y salvaje que a veces muestra un Picasso que escribía desde los 12 años. El superdotado crío que editó un periódico, Azul y Blanco, en su breve etapa coruñesa del que fue el único redactor, ilustrador y repartidor.

Su vena poética se acentuó con la madurez. "Me dicen que estás escribiendo. De ti lo creo todo, si un día me dijeras que has cantado misa también lo creería", ironizaba la madre del genio malagueño en una carta enviada en 1935. Picasso atravesaba "la peor época de mi vida", una de sus más profundas crisis creativa y personal. Su matrimonio con la bailarina Olga Koklova naufragaba por las infidelidades del pintor. Su nueva y joven amante, Marie-Thérèse Walter, está embarazada de su hija Maya.

Olga Khokhlova en el estudio de Picasso en Montrouge, 1918
Olga Koklova en el estudio de Picasso en Montrouge, 1918
Heraldo

Koklova, en plena guerra judicial por un divorcio que Picasso jamás le concedería, le impide acceder a su estudio, precintado por orden judicial. Deprimido y desnortado, no puede pintar y se vuelca en la escritura. "Abandona la pintura y comienza a escribir para liberarse de tormentos privados y dejar atrás un exceso de fantasmas", señala Piot.

Se muestra dispuesto "a dejarlo todo, pintura, escultura, grabado y poesía, para dedicarse por entero al canto", como recuerda Jaume Sabartés, su secretario por aquellos años en su libro 'Retratos y recuerdos'. En 1939 Picasso confía a Sabartés que sueña con un libro que "sería el reflejo más exacto de su personalidad", "su retrato más fiel" y expresión "del desorden que le es propio". "Simplicidad y complejidad se combinarían como en sus cuadros, sus dibujos o sus textos, como en una habitación de su apartamento o de su taller, como en él mismo", concluye.

Los versos de Picasso, un poeta inseguro y escatológico

En sus textos poéticos Picasso alude a su infancia, a sus pulsiones, miedos, tendencias políticas o a sus amantes. "Flor más dulce que la miel M.T. tú eres mi hoguera", escribe meloso de Marie-Thérèse Walter al inicio de su apasionado idilio. En el castillo de Boisgeloup, donde se refugia con ella, escribe el 18 de abril de 1935 su primer poema en prosa: "... ya no puedo más de este milagro que es el no saber nada en este mundo y no haber aprendido nada sino a querer las cosas y a comérmelas vivas". Hacia Olga Koklova, por contra destila hiel y se refiere a ella como un "trapo viejo".

En las canciones que dedica a Jaume Sabartés, su secretario, explota la vena escatológica y anticlerical: "El arzobispo de pichas / y el obispo de los chochos / son dos mozos navajeros / con ojo ajo y dineros". Evoca su despertar sexual ante la visión de una mujer desnuda en una cabina de baño en La Coruña: "Caseta que en los baños elevan sus espartos y le aprenden malicias que luego contarán en la sombra a la tórtola".

Aparte de sus textos poéticos, Picasso escribió dos obras de teatro: 'El deseo de ser atrapado por la cola' ('Le désir attrapé par la queue') y 'Las cuatro niñas'. La primera, escrita en 1941, durante la ocupación alemana de Francia, se representó tres años después en la casa del matrimonio Leiris, con Albert Camus como director de escena y Raymond Queneau, Simone de Beauvoir, Jean-Paul Sartre o Dora Maar, en el reparto.

Para los poetas que frecuentó, Picasso era uno de los suyos. Figuras como Guillaume Apollinaire, Max Jacob, Paul Éluard, Michel Leiris, Jean Cocteau, Pierre Reverdy, Benjamin Péret, Tristan Tzara o el líder de lo surrealistas, André Breton, quien publicó en 1923 en Cahiers d'art los primeros textos de Picasso, entonces un poeta inseguro para quien la poesía "es como desnudarse del todo cuando no es el momento...", según confió a Pierre Daix.

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