NATURALEZA. OCIO Y CULTURA

Santiago Osácar: "Los pájaros me ayudan a entender y a mirar mejor la naturaleza"

El acuarelista, escultor y ornitólogo publica en Prames 'Cuadernos de la ribera' sobre las aves del Soto de la Noria, llenos de dibujos y de textos

Santiago Osácar es naturalista y ornitólogo, acuarelista y también se siente escritor ante el paisaje.
Santiago Osácar es naturalista y ornitólogo, acuarelista y también se siente escritor ante el paisaje.
José Miguel Marco.

¿Desde cuándo siente la pulsión del arte?

Desde siempre. Yo pensaba que a todos los niños les gusta dibujar y yo seguí dibujando. Simplemente. Lo que no acabo de entender es por qué los niños dejan de dibujar, de jugar, de oír cuentos, por qué les dejan de gustar las canciones, y dejan de coger renacuajos y saltamontes. He seguido haciendo todas esas cosas.

El silogismo invita a decirle: usted sigue siendo niño...

En buena medida, sí. Nací en Zaragoza en 1969, pero uno de mis abuelos tenía una casa en El Burgo de Ebro y allí he ido mucho. Se llamaba Bernardino Jiménez, fue guardia civil y luego trabajó en la Fábrica de Chocolates Lacasa.

¿Y qué pasaba ahí?

Mi padre tenía también una casa en Yanguas, Soria. Me pasaba todo el verano en el pueblo. O bien en Yanguas o bien en El Burgo. Y eso marca. Mi padre nos llevaba mucho al campo a todos y nos hacía fijarnos en todo.

¿Eran muchos en casa?

Éramos cuatro hermanos. En los veranos descubríamos todos los bichos de los campos, las montañas y los ríos. Al principio, me atraían más los bichitos (un niño pequeño se fija mucho en los caracoles y en la hormigas). Y me marcó mucho Félix Rodríguez de la Fuente.

¿Quién le enseñó a dibujar y a esculpir?

Mi padre me enseñó mucho. Sobre todo perspectiva, y muy bien enseñada. Mi padre era delineante y luego aparejador. Hizo una oposición al ejército, salieron plazas, pero yo creo que a mi padre le hubiera gustado más hacer bellas artes. Puedo decir que fue mi primer maestro. Y mi abuelo paterno, Alejandro, era un personaje muy especial: le gustaba mucho hacer inventos, construía cámaras de fotos, aprendió a revelar en color en los años 30, ahí en su pueblo, comprándose potinges, haciendo mezclas y leyendo libros. Tenía como una casa encantada y grande. Las puertas son del siglo XVII: son como las de Velázquez.

Usted sí estudiaría Bellas Artes, ¿no?

Sí, en Barcelona. Fue una experiencia muy buena. Yo era un poco cerril y allí se me abrió el horizonte a muchas cosas. Allí tuve una sensación muy placentera, aprendí mucho, nadie se metía contigo, a nadie le parecía raro lo que hacías o dejabas de hacer. Aquella Barcelona de finales de los 80 y principios de los 90 era libre y acogedora. Ahora Cataluña parece la peste, un mundo hostil; entonces no, yo me sentí muy bien acogido.

Regresó a casa. ¿Qué planes tenía?

No tenía ningún plan. Empecé a buscar trabajo y desde el principio pude ir haciendo alguna exposición y dibujos para libros… Hice uno de excursiones por el Pirineo, he trabajado mucho para el Gobierno de Aragón haciendo dibujos para esos folletos que dan de los Centros de Interpretación, para el HERALDO, en esos monográficos que hacía para el Pilar, la Guerra de la Independencia, asuntos históricos o de Naturaleza…

Santiago Osácar hizo hace poco una escultura dedicada a Félix Rodríguez de la Fuente, al que admiraba mucho.
Santiago Osácar hizo hace poco una escultura dedicada a Félix Rodríguez de la Fuente, al que admiraba mucho.
José Miguel Marco.

¿La escultura, por qué le interesó tanto? Ha hecho mucha...

Sí, sí, sobre todo en piedra y en madera. La cogí por eliminación y luego me he sentido muy cómodo y muy realizado. Fui profesor de Plástica en Secundaria.

¿Sigue dando clases?

En la Universidad San Jorge, pero ahí doy clase de Teología; empecé a hacer asignaturas sueltas a los 30 años y me atrajo muchísimo. Ya ve que soy un poco complicado. Le avanzo algo: siempre he sido creyente pero me gustó ver que la fe puede ser razonable y que no se puede seguir creyendo como un niño. Ya sabe lo que dice Hawking: “Si no hay algo que lo explique todo, no hay nada que quede bien explicado”. En la Teología encontré algo que lo explica todo. Por ejemplo, la belleza.

"Y mi abuelo paterno, Alejandro, era un personaje muy especial: le gustaba mucho hacer inventos, construía cámaras de fotos, aprendió a revelar en color en los años 30, ahí en su pueblo, comprándose potinges, haciendo mezclas y leyendo libros"

¿Por qué entiende que el mundo es bello?

Porque ha sido creado por un artista. Dios, claro.

¿Entiende a la gente que no cree?

Más que entenderla, me he dado cuenta de que existe. No han hecho el recorrido y la inmersión que yo he hecho. Tampoco hago proselitismo ya. Me he dado cuenta de que ya no puedes ir dando la brasa por ahí, pero creo que se nota que en todo lo que hago hay una afán de trascendencia

¿Trascendencia?

Sí me gusta la expresión porque es como decir que no todo se queda en lo físico. Quizá me guste aún más 'metafísico': hay algo más de lo que la ciencia puede percibir o constatar o demostrar.

Demos un giro. ¿Cuándo sintió la necesidad de hacer diarios de naturaleza?

Mi primer cuaderno de campo fue con once años. Mi padre trajo a casa un libro, muy bonito, de Edith Holden, con muchas acuarelas, muy bonitas, y a la vez muy simples. Dice que ha ido a casa de su prima en bicicleta, y vio a las alondras cantando. Y hace un dibujo de las alondras. O un paisaje de la campiña. Y me dije: «Eso también puedo hacerlo yo». Y en la tele ponían reportajes de Kenia, Tanzania, el Serengueti...

No podía ir allí, ¿no?

No. Ja ja ja. Pero sí podía ver que había abejarucos en el cortado del río Ebro. Félix también hacía sus cuadernos. Decía que España era un lugar privilegiado para la vida salvaje. Y él nos hablaba del martín pescador, de la cigüeña, de los buitres. Y eso lo veía yo. Félix Rodríguez de la Fuente también enseñaba a mirar.

¿Ha hecho cuadernos todos estos años?

Sí, cuadernos un poco azarosos. Dibujo lo que voy viendo, anoto lo que veo, lo que siento. Dibujo monumentos, o paisajes, o algún ser pintoresco que veo, pero básicamente me centro en la naturaleza y en los pájaros. Luego di el paso hacia los cuadernitos temáticos de la ribera de la Ebro. Trabajo mucho con colegios haciendo anillamiento de pájaros. Cuando hacemos estas actividades, a lo mejor ven 15 especies en un día y luego no se acuerdan. El ruiseñor, el carbonero, el martín pescador, el águila. Pensé: «Tengo que hacer unas fichas para que los niños se vayan a casa con algo». Y lo hago. En este me ha ayudado mucho la profesora y artista Clara Marta.

¿Y esta pasión de los pájaros?

Hacía mis cuadernos de campo y lo que más ves son pájaros. Sales a pasear y es lo que ves. Con 14 años conocí a Javier Blasco. ¿Le suena verdad, ?

Sí, el profesor y naturalista de Pina.

Es todo un personaje. Adorable. Mi hermano Juan José, veterinario, y yo ganamos un concurso del Ayuntamiento de Madrid y allí estaba él con sus alumnos de Pina. Luego nos llevaría a los dos y otro chico de Pina a anillar pájaros. Algo que da mucha informaciones sobre migraciones, qué pájaros hay en un sitio determinado, por qué un pájaro concreto vuelve años después al mismo árbol y a la misma rama…, algo que sucede, aunque parezca increíble. El anillado es un código, como una matrícula de coche, digamos, sabes lo que viven, de dónde vienen y tienes mucha más información. España es muy importante porque todos los pájaros de Europa pasan por aquí en dirección a África, y viceversa.

¿Cómo se gestó ‘Cuadernos de la ribera’?

Los empecé en 2021. Probé a hacer el invierno… A nadie el interesó. Lo hice y lo vendí de maravilla. Los de Prames me dijeron: «Si estuvieran las cuatro estaciones». Al final hice eso y ha quedado una libro muy chulo de un artista y acuarelista y de un ornitólogo. Me ciño al Soto de la Noria, tendrá un kilómetro y medio de largo y medio de ancho. Es un bosque de galería. Ahí pasan muchas maravillas. Me he ceñido a él porque es el lugar donde hago los anillamientos con los colegios que vienen. Los pájaros me ayudan a mirar y a entender mejor la naturaleza.

Santiago Osácar siente una gran atracción por la literatura y por la teología.
Santiago Osácar siente una gran atracción por la literatura y por la teología.
José Miguel Marco.
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