HISTORIA. ARTES & LETRAS

Pedro Rújula: "Goya fue más un ilustrado que un afrancesado. Fue un hombre libre"

El director de las Prensas de la Universidad de Zaragoza publica en la editorial Marcial Pons el ensayo histórico 'Religión, Rey y Patria'

Pddro Rújula posa ante la casa de Juan Moneva y Puyol, en Zaragoza.
Pddro Rújula (Alcañiz, 1965) posa ante la casa de Juan Moneva y Puyol, en Zaragoza.
A. C. /Heraldo.

‘Religión, Rey y Patria. Los orígenes contrarrevolucionarios de la España contemporánea 1793-1840’ (Marcial Pons, 2023. 294 pp.) sería una ampliación de ‘Contrarrevolución’ (1998).

No. Este es el resultado de una reflexión interrumpida durante unos quince años que parte de esa idea de que el relato del desembarco de la historia contemporánea española en la contemporaneidad no me encaja bien. El relato hegemónico es el del relato del liberalismo. Es un relato de superación y de triunfo. De alguna manera, es la aventura imaginada en la transición: digamos que culmina en la transición. En 1808 los españoles se levantaron contra los franceses imaginándose como una nación. Y en realidad la secuencia histórica no permite explicar por qué demonios los españoles se levantarían en 1808 en defensa de un proyecto liberal.

¿Le parece que es en defensa de un proyecto liberal o es una respuesta como más primaria ante un invasor?

Sí, lo que pasa es que el discurso del liberalismo pretendía ser el relato de un despertar del alma española que cristalizaría como nación en las Cortes de Cádiz. Y entonces, de alguna forma, se identificaba modernidad con liberalismo; se concreta en un despertar liberal. Y claro, la lógica es muchísimo más compleja en el sentido de que se trata de un proceso que tiene como mínimo dos protagonistas que durante mucho tiempo están en disputa.

¿A cuáles se refiere?

El elemento contrarrevolucionario, el elemento conservador que proyecta el pasado en la defensa contra los franceses, y una excepcionalidad brillante y luminosa que es el liberalismo pero que de momento no tiene arraigo

De acuerdo. ¿Cuál sería la tesis de su libro?

Trato de explicar que hasta que el liberalismo se convierte en la fuente de inspiración del Estado español contemporáneo hay un largo proceso de discusión, de disputa, algo que es muy sangriento, y de guerras civiles. Hasta 1840, fecha final de mi estudio, hay un componente de guerras civiles que explica la naturaleza del proceso que es precisamente así porque ha habido dos contendientes que han estado constantemente saltando a la calle o echándose al monte.

"Trato de explicar que hasta que el liberalismo se convierte en la fuente de inspiración del Estado español contemporáneo hay un largo proceso de discusión, de disputa, algo que es muy sangriento, y de guerras civiles"

¿Y quiénes son esos dos contendientes?

Hemos situado nuestro horizonte contemporáneo en 1808. La propuesta de aquí es que hay que dirigir la mirada a la revolución francesa y a 1793, es decir, a la Guerra de la Convención, o del Rosellón, a la guerra entre España, la monarquía absoluta española, y la revolución francesa, que es ahí donde se configura la base del enfrentamiento. Es decir, la lucha entre la revolución, que eran los franceses, y la contrarrevolución, los españoles. Y esa estructura se reproduce casi en los mismos términos en 1808.

Pedro Rújula, ante el fondo editorial de las PUZ, que dirige.
Pedro Rújula, ante el fondo editorial de las PUZ, que dirige.
José Miguel Marco.

¿Seguro?

En 1808, Napoleón sigue siendo la revolución y los españoles, que se levantan el 2 de mayo o en los Sitios de Zaragoza, son la contrarrevolución. Y desarrollan una representación teatral que ya conocían porque la habían vivido 15 años antes. La lucha contra un enemigo exterior, que era francés y revolucionario, en defensa de una España monárquica y católica. Eso es 1808.

Vamos a ver, de partida usted aquí analiza el primer periodo desde 1793 a 1808.

Ahí se configura el conflicto. Luego tenemos la guerra contra Napoleón, luego tenemos la guerra contra el liberalismo. ¿Qué relación hay entre liberalismo e ilustración? El liberalismo sería realmente lo que nace de las Cortes de Cádiz, más bien. Sí, porque en realidad hasta 1812 la cultura ilustrada está en la base del liberalismo, pero no es en sí mismo liberalismo. Es el evento excepcional de Cádiz, la convocatoria de las Cortes y la Constitución de 1812. Es una bomba atómica.

¿Una bomba atómica?

En términos políticos, se entiende, que transforma hasta el extremo de no poder volver atrás. Transforma el escenario político español que nunca volvería a ser el mismo. La Constitución de Cádiz cuesta año y medio en ser discutida y aprobada. Pero cuando viene la Revolución de 1820, la gente sale con un libro en la mano y dice: «Este es mi proyecto». Es instantáneo. Hemos conseguido la fórmula política instantánea. Ya no hace falta discutir nada porque todo está contenido en un libro que se acaba de convertir en un símbolo. Que son las Cortes y la Constitución de 1812. La Constitución ya está empaquetada, estructurada y contiene no solo la carga política, sino la carga simbólica. El libro se convierte en un programa cerrado de una eficacia revolucionaria brutal, como un retablo religioso.

¿Y por qué duró tan poco?

La coyuntura de Cádiz es tan excepcional que lo que sale de las Cortes también es atípico dentro de lo que es la sociología del país. Hay alguna reflexión de un hispanista que dice eso de: «¿Cómo es posible que uno de los países más atrasados de Europa tenga el modelo político más avanzado del momento?». Eso es Cádiz. Es un modelo político de una gran modernidad en un país profundamente anclado en el antiguo régimen. Entonces, lo que viviremos a partir del momento es la tensión entre un modelo político muy avanzado y una estructura social y económica propia del antiguo régimen y de la capacidad que esa vieja estructura tiene de resistirse a los cambios, algo que es muy interesante en la historia contemporánea española.

¿A dónde quiere ir?

Me pregunto qué capacidad tienen los sectores anclados en formas sociales, políticas, culturales del pasado de defender sus posiciones frente a los proyectos de cambio o de los proyectos revolucionarios.

Es la paradoja de España, ¿no?

A veces se ha menospreciado la capacidad no solo de acción sino de movilización que tienen los sectores, en este caso sectores contrarrevolucionarios. Habitualmente, y es otra de las cosas que aparece en el libro, el liberalismo se ha considerado con el patrimonio de la movilización popular. Toda movilización popular es liberal y revolucionaria. El libro demuestra que si los liberales fueron capaces de movilizar, mucho más capaces de movilizar fueron aquellos que tenían estructuras y arraigo en la sociedad y dominaban el discurso que había sido hegemónico hasta ese momento. Cuento qué capacidad de hacer una guerra cultural contra el liberalismo tuvieron los sectores defensores del antiguo régimen.

"El libro demuestra que si los liberales fueron capaces de movilizar, mucho más capaces de movilizar fueron aquellos que tenían estructuras y arraigo en la sociedad y dominaban el discurso que había sido hegemónico hasta ese momento"

Hablemos de Napoleón. ¿Por qué por una parte lo vemos como un invasor y por otra parte nos suscita simpatías?

Napoleón encarna la figura del héroe contemporáneo. Es el hombre que aúna las dos grandes virtudes: las armas y de las letras. Es el estratega y el militar al mismo tiempo, el hombre de genio y el hombre de esfuerzo. Entonces, de alguna manera sintonizaba muy bien con lo que era el patrón heroico de la sociedad del momento. Y sin embargo, desde la óptica española, Napoleón tiene una dimensión imperial. En España lo que genera Napoleón es una enorme contradicción.

¿De qué modo?

Se da la fascinación de ese héroe complejo y completo y al mismo tiempo la evidencia de que los años que tiene relación con la campaña de España son años de una enorme catástrofe, que no consiguen aminorar la simpatía y el interés que tienen los afrancesados, gente de una enorme ilustración, de una enorme capacidad administrativa, de una enorme finura intelectual, y no conseguían ocultar ese componente de opresión y de tiranía que llevaba Napoleón en sus mochilas.

¿Fue importante Goya como afrancesado?

Goya sería más un ilustrado que un afrancesado. Pero no está claro que lo fuera por motivos políticos. Pienso que es un hombre libre, es un intelectual comprometido con las ideas y no con los partidos. Su enorme libertad le permitió negociar sus contradicciones con la genialidad, un poco al menos, de una persona libre.

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