Zaplana y Ballabriga: "Buscamos una voz única que llegue al corazón del lector"

Se conocieron en Valencia en 1997. Ella es psicóloga y él ingeniero. Juntos forman una sociedad literaria exitosa y publican 'La ley del hambre', que ocurre en Candasnos.

Ana Ballabriga y David Zaplana.
Ana Ballabriga y David Zaplana.
A. C.

El azar no tiene reglas. O si las tuviese nadie sabe quién las gobierna. Antes de empezar a hablar de su novela, ‘La ley del hambre’ (Contraluz), que transcurre en Candasnos sobre todo y evoca algunas denuncias del caciquismo que ya había hecho Joaquín Costa en ‘Oligarquía y caciquismo’, Ana Ballabriga (Candasnos, 1977) y David Zaplana (Murcia, 1975) recuerdan al zaragozano Rafael Castillejo y su inmenso baúl sin fondo. Se pusieron en contacto con él cuando trabajaban en la novela y les mandó notas, recortes y fotos sobre el universo de las variedades.

Menuda pareja literaria han hecho ya. Les invitan de media España ya.David. ¿Empiezo yo? Yo había hecho cuentos antes y había jugado, de adolescente, con la poesía… Me interesaba el terror, la ciencia ficción. Leí mucho de joven a Julio Verne, a Emilio Salgari, a Stephen King y Alejandro Dumas.
Ana. Nos conocimos en Valencia, sí, y empezamos a salir y David compartió conmigo que quería escribir una novela. Había escrito algunos cuentos de terror

¿Cómo se va consolidando la sociedad?
Ana. Ja ja ja. Cuando terminamos la carrera, David consiguió trabajo en Cartagena de Telecomunicación, en 2001, y cuando llegamos allí, ya éramos pareja. Entretanto habíamos hecho nuestros pinitos con el audiovisual, habíamos experimentado e hicimos cortos de ficción, guiones, un poco después y ya algo más profesional. Cartagena me gustó mucho.

Ahí sucede una novela de Ramón J. Sender. ‘Mr.Witt en el Cantón’. ¿Por qué le gusta tanto?
Ana. Me gusta mucho Cartagena por su historia. Me encantan los sitios donde la Historia se palpa. Y hay otra cosa que me gustó mucho: todo el coleccionismo de piezas romanas. Hay gente que va con los detectores de metales. Cartagena era una península, se fue creando ruina sobre ruina… Por eso nos gusta tanto la escritora francesa Fred Vargas, porque mezcla el misterio histórico con una trama también negra, de asesinatos y de misterio y todo eso. Publica en Siruela.
David. Hay mucho mercado negro de piezas romanas… Cuando hacen obras, la gente va a ver qué sacan a la tierra extraída. Ahora menos, pero hace 20 años, imagínese. No había tanto control, apenas se hacían catas.

Nunca había oído eso.Ana. Y todo con la connivencia del Ayuntamiento, todo hay que decirlo. Y además había otra parte de coleccionismo. Como Cartagena era puerto de mar, estaba el barrio del Molinete, que era como el barrio chino, con callejas, con bares donde tocaban música y bailaban, y donde había prostitución. Había y hay mucho coleccionismo de fotos eróticas o de esa época. Han tirado todos los edificios y ahora es un parque Arqueológico.

¿Tiene que ver todo ello algo con la historia del Molino y de la Calixta en su novela ‘La ley del hambre’?
David. Algo tiene que ver sí. Es un tema que nos ha interesado mucho. Nos gusta. Desde entonces hemos ido publicando nuestros libros: de intriga, de misterio, de investigación...

¿Cuál es la prehistoria de esta novela?
Ana. Candasnos, que tiene muchas historias fascinantes. Y en concreto, las sobremesas de familia. Las historias que nos contaban mi padre, que nunca dejó de ser campesino, y mis abuelos, que son de Peñalba, el pueblo de al lado, que es también el pueblo de mi madre.
David. De esas comidas han brotado historias del pueblo, historias reales de gentes del pueblo y de la zona. Y hechos históricos también. Lo que hemos hecho es meterlo todo en una narración de misterio. Con intriga y enigma.

Uno de los temas fundamentales es el peso del pasado, la incomprensión del pueblo hacia la gente que tiene una personalidad definida, como Calixta, esa vedete que es violada en su noche de bodas y se va a El Molino. Y otro el caciquismo.
Ana. El caciquismo parece que ya es algo que ha terminado y realmente no es verdad. A lo mejor las formas de ejercer el poder son distintas, porque ya no está respaldado por una forma fascista o algo por el estilo, pero sí que continúa…
David.
El tema principal que queríamos tratar aquí es la lucha de clases.

También hay misteriosos que parecen fantásticos… La aparición del primer muerto, la historia de la periodista Vera...
David. Queríamos tratar también el periodismo. Ella no es inocente pero cree en el poder del periodismo y de la investigación. El buen periodismo es un buen síntoma de la sociedad democrática.

Vayamos con otros seres. Por ejemplo, el guardia civil Caín Álvarez.
Ana. El pobre sí parece llevar la culpa encima de los hombros. Tras el nacimiento con su melliza, ella nace muerta. Y su madre, muy disgustada, le pone ese nombre, un nombre que ya le marca: es un personaje cargado con la culpa.

¿Estaba en el sustrato de lo que les contaban o es una creación?
Ana. Es una creación.
David. La historia de él, con su mujer, el accidente que tienen y todo eso, lo que a él lo tiene atormentado, está inspirado en hechos reales. En un caso que nos contaron de una persona que tuvo un accidente parecido y le marcó mucho.

Vayamos con la vedete, Calixta.
Ana. Nos llamaba la atención que, tras haber triunfado fuera en el mundo del espectáculo, hubiera vuelto al pueblo. Nos interesaba mucho el mundo de la revista y todo eso. Sobre todo cuando se produce el destape, en los años 70, que es cuando está ambientada la historia. El destape nos parecía interesante: se había vendido como una liberación social cuando realmente no era tal. Era un liberación sexual masculina.
David. Bueno, para ella, reprimida en el sexo y en otras cosas, la revista también fue una liberación. Le permite vivir con independencia.

¿Cómo es recibido el que viene de fuera en Candasnos?
Ana. Cada pueblo es diferente. Siempre dicen: "Pueblo pequeño, infierno", y yo digo: "Depende". No creo mucho en eso. El personaje fundamental es el propio pueblo, todo converge ahí. En mi pueblo hay alguna suspicacia pero también es un pueblo muy especial… Es el pueblo de Mosén Jesús Arnal, que fue el secretario de Durruti, una persona muy humana. La columna de Durruti estuvo en Bujaraloz, ahí muy cerca.
David. La gente que sale fuera es la que puede tener otra visión del mundo y ver cómo funcionan las cosas. También hemos querido comparar detalles del caciquismo con la mafia Y con todos estos temas, abordamos los transgénicos, el anarquismo, el caciquismo, luchas de clases, las variedades de la Transición, el aborto, el periodismo…

¿Qué España quieren contar?
David. Nuestro intención siempre es entretener y que la trama que sea adictiva, e intentamos contar otros temas que nos interesan. Buscamos una voz única que llegue al corazón del lector.
Ana. Luchamos por una sociedad justa. Mi forma de quejarme y reivindicar cosas es escribiendo y votando. Por ahora...

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