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Julio Gracia: “Sin el arte del cómic no podemos comprender la contemporaneidad”

El investigador zaragozano de tebeos presenta este jueves, en el Armadillo, con Antonio Altarriba, su trabajo sobre los colectivos de la Transición.

Retrato de Julio Gracia Lana, crítico de cómic en HERALDO y vinculado con la Fundación El Arte de Volar, de Antonio Altarriba.
Retrato de Julio Gracia Lana, crítico de cómic en HERALDO y vinculado con la Fundación El Arte de Volar, de Antonio Altarriba.
Francisco Jiménez.

Julio Gracia Lana es uno de nuestros estudiosos mayores del cómic en Aragón. Sigue la estela de José María Conget, Antonio Altarriba y Juan Royo, entre otros. Este jueves, 30 de marzo, a las 19.00, en la Librería El Armadillo Ilustrado, presenta precisamente con Antonio Altarriba su último libro: ‘Creatividad e independencia. Colectivos de cómic durante la Transición’, que publica Ediciones Idea.

Si le parece, empecemos por el principio. Recuérdele al lector qué período concreto aborda.

Comienzo en pleno franquismo con la experiencia editorial del magacín ‘Tío Vivo’. Un grupo de autores que trabajaban para Editorial Bruguera y que decidieron emprender su propio proyecto editorial con la fundación de la revista. Supuso todo un desafío para la gran empresa editorial catalana. El grupo lo formaban Carlos Conti, Guillem Cifré, Eugenio Giner, José Peñarroya y Josep Escobar, creador este último de personajes como ‘Zipi y Zape’. La idea era tan sencilla como revolucionaria: mantener un control sobre sus creaciones.

Bueno, ese sería el umbral de todo.

Sí. Sin embargo, más allá del punto de partida, el grueso del estudio se concentra en los años setenta y ochenta, décadas de cambios y de futuro incierto en los que los autores se unieron en distintos grupos y propuestas asociativas para hablar con una voz colectiva. Fue el momento en el que se desarrollaron muchas reivindicaciones por parte de los autores: derechos sobre sus creaciones, puesta en cuestión de la precarización o reclamaciones sobre el papel social que debían tener el cómic, la ilustración o el humor gráfico.  

Algunos temas siguen vigentes. O han regresado, cuatro décadas después, con inusitada fuerza. ¿Qué significaron los 80, porque parece un despertar y a la vez una edad de oro? 

Fueron una efervescencia de publicaciones. La Transición destapó muchas demandas sociales que habían permanecido demasiado tiempo atadas por la dictadura. El papel fue el medio perfecto para que se plasmaran rápidamente y pudieran ser difundidas a públicos muy amplios.

¿Qué celebraban los cómics? ¿La libertad, la denuncia social, el sexo, la transgresión que se esperaba como agua de mayo?

Todo eso y muchas cosas más. Concretamente, los colectivos de los años setenta y ochenta fueron el lugar en el que tuvieron cabida las reivindicaciones sociales, el feminismo o el ecologismo, introducidos en las viñetas, muchas veces, antes que en otros medios de expresión.

Una portada de la revista 'Rambla', una de las publicaciones más importantes del momento.
Una portada de la revista 'Rambla', una de las publicaciones más importantes del momento.
Archivo Gracia Lana.

¿Cuáles eran los grandes focos? 

El gran foco fue Barcelona, pero existieron muchos otros importantes, como Madrid, Valencia o la propia Zaragoza.

Zaragoza fue importante, cuando no capital, viene a decir. ¿Qué se cocía aquí, teníamos proyección nacional?

La teníamos. Y se cocían muchas cosas. En relación al libro, los colectivos Zeta y Bustrófedon dejaron una huella importante y fueron el lugar en el que se formaron o al que estuvieron vinculados muchos de nuestros grandes autores: Antonio Altarriba, Carlos Azagra, Samuel Aznar, Víctor Lahuerta, Luis Royo o Strader, entre otros. Todos ellos, desde distintos ángulos, en el cómic, en el guión de cómic o en el diseño siguen en activo.

"La Transición destapó muchas demandas sociales que habían permanecido demasiado tiempo atadas por la dictadura. El papel fue el medio perfecto para que se plasmaran rápidamente y pudieran ser difundidas a públicos muy amplios"

Algún escándalo sí hubo... 

En 1978 el tercer número de la revista ‘Zeta’ sufrió un proceso judicial con motivo de dos páginas que planteaban el tema religioso con distintos matices: un dibujo sobre la Virgen del Pilar y una fotografía en la que aparecían los miembros del colectivo en una disposición que recordaba a la última Cena de Cristo. La denuncia se produjo por "escarnio a la religión católica" y ocho miembros del colectivo Zeta fueron condenados a varios meses de prisión, desencadenando una oleada tanto de apoyo popular como de otros colectivos nacionales que terminó provocando que no entraran en la cárcel. 

¿Qué publicaciones y fanzines, nacionales y nuestros, rescata usted? 

Desde mi punto de vista, el asociacionismo profesional es una de las ideas vertebradoras del cómic y el humor gráfico que se desarrolla durante la Transición. Localizamos agrupaciones vinculadas con el ‘underground’, así como iniciativas entre las que se encuentran la revista ‘Butifarra!’ o ‘Trocha / Troya’ y, más adelante, la agrupación autoral en torno a ‘Rambla’ (cuya revista madre fue una de las más interesantes de los años ochenta), las propuestas de Ediciones Metropol, el magacín ‘La Oca’ comandado por Enric Sió o los nuevos caminos abiertos por Ediciones El Jueves y ‘Madriz’. Los colectivos Zeta y Bustrófedon en Aragón estuvieron muy en contacto con algunas de estas iniciativas a nivel nacional. El intercambio de información, el apoyo profesional o el trasvase de autoras y autores fue constante.

¿Quiénes eran los artistas con más personalidad y presencia?

Incorporo varias entrevistas en la obra, que completan el discurso trazado. Se dan cita Montse Clavé y Mariel Soria, Herikberto, Felipe Hernández Cava, Alfonso López, Leopoldo Sánchez y Marika Vila, además de Antonio Altarriba y Strader, que aportan una visión sobre Aragón y la Zaragoza del momento.

"Los colectivos Zeta y Bustrófedon en Aragón estuvieron muy en contacto con algunas de estas iniciativas a nivel nacional. El intercambio de información, el apoyo profesional o el trasvase de autoras y autores fue constante"
Otra portada emblemática, en este caso de Zaragoza: la de 'Bustréfedon'.
Otra portada emblemática, en este caso de Zaragoza: la de 'Bustréfedon'.
Archivo Heraldo.

Ese procedimiento, incluir las entrevistas ya lo había hecho en otros volúmenes suyos. ¿Qué vínculo había entre el cómic y la contracultura?

Existía una conexión muy pronunciada. Del ‘underground’ surgieron numerosos colectivos, como El Rrollo en Barcelona (en el que se encontraban, entre otros, Nazario y Mariscal). 

Una pregunta que no es malvada... ¿Por qué hay esta necesidad de estar estudiando todo el rato el pasado del cómic? Lo digo porque últimamente hay muchos trabajos que recuperan proyectos editoriales de antaño y los analizan. ¿Fue clave en creatividad, en industria editorial, en eco social...? ¿Qué le debemos a los cómics de modo retroactivo, por decirlo así?

El cómic tiene tanta relevancia porque es un arte sin el que no podemos comprender la contemporaneidad. Pese a ello y durante mucho tiempo ha estado en los márgenes, sin que reciba la atención que puedan tener otros medios. Queda mucho por investigar y también por catalogar y proteger, pero poco a poco desarrollamos nuevas líneas de trabajo e interés desde las universidades que nos permiten conocer mejor este patrimonio cultural.

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