LITERATURA. OCIO Y CULTURA

“¿Qué le hizo García Márquez a Patricia, la esposa de su amigo Mario Vargas Llosa?”

Jaime Bayly publica la novela ‘Los genios’ (Galaxia Gutenberg), donde intenta esclarecer la razones del puñetazo del peruano al colombiano en 1976

Así quedó Gabriel García Márquez tras el impresionante puñetazo que le propinó su gran amigo Mario Vargas Llosa en febrero de 1976, en México.
Así quedó Gabriel García Márquez tras el impresionante puñetazo que le propinó su gran amigo Mario Vargas Llosa en febrero de 1976, en México.
Fundación García Márquez.

Dicen que del amor al odio apenas hay un paso o un velo tan invisible y vulnerable que todo se vuelve del revés en pocos minutos u horas. Y de la amistad al desafecto parece que el camino es idéntico y puede ser igual de irreversible. El mundo se ha construido con el otro y contra el otro. En literatura, uno de los casos que más tinta ha generado, tinta y enigma, es la relación entre Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa, que pasaron de una amistad infinita a un silencio de plomo, a una enemistad que les llevó a la indiferencia. Mario Vargas Llosa, que había tenido una infancia difícil y numerosos desencuentros con su arisco padre, le propinó un puñetazo y amigo del alma en febrero de 1976 en México, que se cayó al suelo. Le quedó un moretón ostentoso y el recuerdo -o la acusación-, concentrado en una frase: “Esto es por lo que le hiciste a Patricia”. ¿Qué le hizo el autor de ‘Crónica de una muerte anunciada’ a la prima hermana y esposa del narrador peruano?

A eso intenta contestar el libro ‘Los genios’ del escritor peruano Jaime Bayly, que acaba de publicar en Galaxia Gutenberg. Podríamos decir que es la novela de una amistad traicionada, de un equívoco, de una tentativa de seducción, de una aparente deslealtad e incluso de una invención que se deja correr, aumenta de peso y medida, y se transforma en una leyenda un poco incómoda, que incluye la supuesta atracción de Mario Vargas Llosa por las prostitutas.

Patricia le dijo a Mario Vargas Llosa: “Ya no eres mi único hombre”. Y le confiesa que se acostó con Gabriel García Márquez y que “es un amante exquisito”. El escritor replica: “¡Le romperé la cara a ese hijo de puta!”, escribe Jaime Bayly

El tema es viejo. Ha sido objeto de reportajes, de recuerdos, y el periodista Xavi Ayén lo ha abordado en su libro del denominado ‘boom’ latinoamericano. En esta novela, que el novelista y presentador Jaime Bayly (Lima, 1965) ha definido como “la más ambiciosa, arriesgada y peligrosa de las mías”, se cuenta la amistad entre los dos, que se inicia en Caracas en 1967 y concluye con ese final abrupto de febrero de 1976 en México, con la escritora Elena Poniatowska de testigo. Esa amistad tiene muchas conexiones entrañables: Mario y Gabo se veían, se escribían, se leían, se admiraban. E incluso, algunos años después, cuando Mario Vargas Llosa se instaló en Barcelona, en el barrio de Sarriá, lo hizo muy cerca de García Márquez. Y este supo siempre, de forma directa, que Vargas Llosa, en un viaje de Barcelona a Lima, conoció a Susana Diez Sonseca y se enamoró de ella. La pasión fue creciendo de tal modo que el autor de ‘Conversación en la catedral’ -novela que le gustaba mucho a su nuevo amor– abandonó a su familia, a su prima Patricia Llosa y a sus tres hijos.

Portgada del libro que acaba de publicar Galaxia Gutenberg, el sello de Joan Tarrida.
Portgada del libro que acaba de publicar Galaxia Gutenberg, el sello de Joan Tarrida.
Archivo Heraldo.

Eso se cuenta en la novela, de diálogos inventados o imaginados, que pudieron ser probables, según el autor. La admiración o la complicidad de ambos cristaliza en la publicación de un libro esencial: ‘Gabriel García Márquez. Historia de un deicidio’, de Mario Vargas Llosa, en el que intenta contar cómo Gabo asume la forma omnipresente de narrar como si fuera Dios y un aspirante muy convincente a describir la totalidad.

Antes de llegar a ese momento, la novela, de estructura abierta, de ‘flash backs’ constantes, cuenta muchas cosas. Por ejemplo: “Separado de su esposa, padre de tres hijos, generoso con las cosas del dinero, Vargas Llosa le dice a [Carmen] Balcells: ‘La mitad del dinero que nos pagarán será para Patricia y los niños. Te ruego que le envíes ese dinero a Lima tan pronto como puedas’. ‘La mitad, no -dijo Balcells-. El sesenta por cinco para Patricia’. ‘Lo que tú digas -dijo Mario’”. En ese momento, Vargas Llosa estaba enamorado ya de Susana Diez. Y algo más adelante, queda clara la generosidad de los dos genios: “Vargas Llosa y García Márquez eran genios para urdir ficciones persuasivas, para tramar historias hipnóticas, pero, en las cosas odiosas del dinero, eran totalmente desprendidos, desapegados, ajenos por completo a la codicia, el afán de acumular, de comprar, de ostentar, y por eso Mario, cuando se divorció de Julia Urquidi, su tía política, le dejó los derechos a perpetuidad de ‘La ciudad y los perros’, y García Márquez le cedió los derechos de ‘Relato de un náufrago’ al sobreviviente colombiano que le contó aquella historia”.

A Vargas Llosa le llegaría el dinero de inmediato con la adaptación al cine de ‘Pantaleón y las visitadoras’; gracias a la audacia de su agente Carmen Balcells, debutaría en la dirección y en la interpretación: “¿Qué te parece si les digo que nos pagan el doble de lo que ofrecen, y tú diriges la película y actúas en ella?”. Mario aceptaría, pero no como Pantaleón sino en un papel de “un oficial, un militar, el jefe de Napoleón”, y a continuación el escritor le anuncia a su agente que piensa divorciarse. “Estoy muy enamorado de Susana. No podría volver con Patricia. Si lo hiciera, dejaría de ser escritor, me sentiría un muerto en vida, Carmen”. Al final se rodaría en Santo Domingo y fue entonces cuando el narrador se interesó por la figura de Leónidas Trujillo.

“Lo más increíble de la era Trujillo es que la gente rica y la gente pobre le regalaba al dictador a sus hijas vírgenes, cuando tenían trece, catorce años. Querían que Trujillo las desflorase, las violase", le decían a Mario Vargas Llosa

Mario Vargas Llosa conoció por entonces “al escritor e historiador José Israel Cuello, una mente brillante, un hombre decente y generoso -escribe Bayly– que se hizo amigo de Vargas Llosa y sabía las historias más sórdidas y truculentas del dictador Trujillo”, alias ‘El Chivo’. El autor de ‘La casa verde’ toma notas de su amigo, que agregaba: “Lo más increíble de la era Trujillo es que la gente rica y la gente pobre le regalaba al dictador a sus hijas vírgenes, cuando tenían trece, catorce años. Querían que Trujillo las desflorase, las violase. Pero Trujillo no podía singarse a tantas jovencitas. No le alcanzaba la potencia erótica para cumplirles a todas. Dicen que a vece son podía tener una erección y eso lo hundía en la depresión y la maldad”. Los excesos del dictador continuaban: “También le gustaba templarse a las esposas de sus ministros”. O violarlas. Hacemos este paréntesis porque cuesta no pensar que de aquí no nazca la futura novela, quizá la mejor de las suyas (y es mucho decir), ‘La fiesta del Chivo’.

Jaime Bayly, finalista del Planeta, con su novela, donde revela muchas cosas.
Jaime Bayly, finalista del Planeta, con su novela, donde revela muchas cosas.
Borja Sánchez Trillo.

La relación de Mario y Susana iba viento en popa. Ella, que quería ser diseñadora, era buena lectora y muy inteligente, y pensaba: “Mario me ama, pero más ama su vocación de escritor, eso es lo primero para él”. Un detalle los llevará a la ruptura: durante el rodaje, sorprenderá a su amante en una situación comprometida con la actriz Katy Jurado, a la que Vargas Llosa le habría dicho: “Tienes una selva negra entre las piernas, Katy (…) Tus vellos púbicos parecen la barba de un comunista cubano. Pero si quieres, Katycita, yo mismo te los depilo”. “La estaba depilando. Pero Susana pensó que estaba haciéndole un cunnilingus”, le dirá a Carmen Balcells, quien solía decir: “Vargas Llosa es el primero de la clase, pero Gabo es el genio”. Y esto se comenta cuando se firma una carta de apoyo a Heberto Padilla, en la que faltaba la rúbrica del colombiano, que nunca quiso manifestar opiniones contrarias a Fidel Castro.

Más que rivalidad exactamente, Mario y Gabo son muy distintos. Mario es metódico, trabajador, riguroso, de los que apenas cometen errores mundanos, casado con su profesión; García Márquez puede hasta fumarse un canuto con total naturalidad, es jovial y divertido. García Márquez, tiempos atrás, vivió una historia de amor con Tachia Quintanar (que había tenido una relación tormentosa con Blas de Otero), que se quedaría embarazada y acabaría abortando. 

Jaime Bayly se desplaza en el tiempo y en los recuerdos, con hechos reales e invenciones, no siempre fáciles de discernir: recuerda la relación de García Márquez y Mercedes Barcha con Pablo Neruda; recuerda que por azar Varguitas se cruza con Isabel Preysler, la esposa filipina de Julio Iglesias, o que Cortázar no le tenía mucho cariño a Vargas Llosa, del que se abona algo que no se sabe si es un bulo o un hecho real: “Mario conoce todos los burdeles del mundo”, dice Mercedes. Y esa ‘revelación’ le hace decir a Patricia, que entonces quería ser escritora: “Es un machista -se exasperó Patricia-. Él puede sacarme la vuelta con todas las putas de este mundo, y yo tengo que serle fiel y cuidar a sus hijos y limpiarle la casa y cocinarle, lavarle y plancharle. ¡No es justo!”. En este contexto tan complejo, se desliza una frase de García Márquez que quizá tenga que ver también con el famoso puñetazo: “Te vas a reunir con mi abogado, que es el mejor de Barcelona -le dijo Gabriel a Patricia-. Y le vas a decir que quieres divorciarte de Mario”.

Eso no sucedería jamás. El hecho culminante fue cuando García Márquez tenía que trasladar a Patricia Llosa al aeropuerto tras una fiesta en Bocaccio. “Poco más allá, manejando por la ronda de Sant Ramón, llegando al pueblo de Sant Boi de Llobregat, García Márquez dijo: ‘Carajo, primita, creo que me he perdido’. Patricia Llosa soltó una carcajada triunfal y dijo, sin vacilar, volando como un águila: ‘Mejor. No sé si quiero viajar. Por acá cerca hay un hotel’”. Jaime Bayly se imagina lo que pasó. Habrá que leer la novela. En cualquier caso, tras oír de su marido que él no le había sido infiel con ninguna puta y que lo de Susana había sido una calentura, Patricia le dijo a Mario Vargas Llosa: “Ya no eres mi único hombre”. Y le confiesa que se acostó con Gabriel García Márquez y que “es un amante exquisito”. El escritor replica: “¡Le romperé la cara a ese hijo de puta!”.

Mario Vargas Llosa, Patricia Llosa, José Donoso, Mercedes Barcha, Pilar Serrano y Gabriel García Márquez.
Mario Vargas Llosa, Patricia Llosa, José Donoso, Mercedes Barcha, Pilar Serrano y Gabriel García Márquez. En los años 70 frecuentaron a menudo los seis las tierras del Matarraña, especialmente Calaceite, donde tenían casa los Donoso.
Archivo Fundación García Márquez.

Lo haría, claro que lo haría y el golpe iría más allá del formidable puñetazo. Antes de recibirlo, García Márquez tal vez ya era consciente de que algo grave se avecinaba. Mercedes Barcha su esposa le dice: “Yo te conozco Gabito. Yo te olí esa mañana cuando dormías. Yo olí tu verga. Yo sé que no te montaste a Patricia. Lo sé muy bien”. Jaime Bayly sabe bien que su novela dará mucho de sí y que todos tienen rincones luminosos y oscuros, ellos (los dos genios y también sus esposas). “La sangre llegó al río, y ese río, antes de aguas limpias, transparentes, ahora turbio de rencores y malentendidos, fue a morir al mar de los celos, las pasiones contrariadas, las amistades rotas, traicionadas”.

LA FICHA

‘Los genios’. Jaime Bayly. Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2023. 238 páginas. 

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