fotografía

Jesús Antoñanzas pone cara a los millones de personas que viven sin agua en el mundo

El fotorreportero presenta una exposición de sus viajes por muchos países en el Cuarto Espacio donde constata los problemas de abastecimiento

Inauguración de la muestra. Jesús Antoñanzas, con sombrero. Y a la izquierda, la diputada Ros Cihuelo.
Inauguración de la muestra. Jesús Antoñanzas, con sombrero. Y a la izquierda, la diputada Ros Cihuelo.
José Miguel Marco.

Un amigo, con ternura e ironía, le ha dicho al fotógrafo documental Jesús Antoñanzas Ibáñez (Zaragoza, 1966): “Solo te ha costado 20 años llegar a la plaza de España”. Aludía, claro, a su muestra ‘El valor del agua, 1994-2003’, que se exhibe en el Cuarto Espacio de la Diputación de Zaragoza.

Antoñanzas, feliz, explica: “Es una retrospectiva de 20 años de fotografía documental, desde 1994 en Ruanda, en los campos de refugiados, donde la escasez de agua hacía que las personas que la necesitaban se pelearan por ella, hasta Mauritania en 2013, donde las tribus nómadas se han hecho sedentarias y viven en condiciones muy críticas. Miles de infraviviendas no disponen de agua ni saneamiento. El agua repartida por burros es de mala calidad, y mujeres y niños recorren todos los días muchos kilómetros para conseguir agua”.

Hay más países, más tensión, más indigencia, más desesperación y quizá algunas gotas de solidaridad. Jesús Antoñanzas también abordó Guatemala en 1995; Ecuador en 1998, “donde las comunidades de mujeres indígenas vivían solas porque sus maridos estaban en España o Estados Unidos”. También estuvo en Mozambique en 2000. “Mientras en Occidente estábamos preocupados por el apagón digital, ellos sufrieron las mayores inundaciones de su historia con cientos de muertos y miles de desplazados”. De allí fue a Argelia en 2001, donde residía una parte del pueblo saharaui en su obligado exilio, y tuvo la sensación de que se enfrentaba a “las complicadas condiciones de vida en uno de los lugares más duros del planeta”.

Los niños hacen esfuerzos sobrehumanos para trasladar las garrafas. Todo el mundo se implica.
Los niños hacen esfuerzos sobrehumanos para trasladar las garrafas. Todo el mundo se implica.
Jesús Antoñanzas.

En 2007 estuvo en Sudán: “Por las continuas guerras, los desplazamientos y desplazados internos hacen que la existencia para muchas personas sea extremadamente difícil”, dice. Y en 2010 recorrió Centroamérica: Panamá, Guatemala (de nuevo), El Salvador, Honduras y Nicaragua. En esos países, comprobó con el alma en vilo que “el agua, la pobreza, la corrupción, la migración y la ambición de empresas desalmadas que hacen negocio con este preciado e imprescindible recurso obligan a miles de centroamericanos a vivir en condiciones infrahumanas. Mujeres y niños caminan cada día más de cinco horas para llevar agua a sus casas…”.

Un fotógrafo documental

Jesús Antoñanzas se presta a hacer un poco de autobiografía. “Hace muchos años que decidí qué clase de fotógrafo quería ser. Cuando allá por 1991 estudiaba fotografía, no me interesaba el paisaje ni la publicidad ni las bodas. Me acercaba al Vip’s a ver, que no comprar, los libros de las agencias internacionales de prensa, los reportajes que hacían fotógrafos por todo el mundo contando historias de personas y sus formas de vida. Con los años aprendí que para contar este tipo de historias no hace falta viajar tan lejos, las historias están dentro y fuera de nuestras fronteras. Pero para venderlas, vendía más una historia en África que una en Soria”.

Y claro, decidió que había que viajar, recorrer el mundo, enfrentarse a historias humanas a través del objetivo. ¿Por qué el agua? “Cuando viajaba por mi cuenta, el agua no era principal, he documentado guerras, pobreza, enfermedad, refugiados … En 2010 y de la mano de Ecodes, coincidiendo con la aprobación del derecho humano al agua, me contrataron para documentar las condiciones de vida en Centroamérica de las personas que no tienen agua ni saneamiento. Por mi cuenta hice dos proyectos más con este objetivo. Quería poner cara a los millones de personas que viven sin agua”.

Tras la covid-19, abre los archivos

La covid-19 empujó a mucha gente a repasar la memoria de sus días y a hacer una especie de inventario real y mental de lo que había hecho en la vida, de lo que conservaba en su particular arca de Noé. A Jesús Antoñanzas también le pasó. “La pandemia me permitió meterme en mi archivo y extraer de él todo el material que tenía sobre el agua. Así ‘El valor del agua’ es un recorrido geográfico y vital con un denominador común: la forma de ver, respirar, existir sin agua en estos países”.

"Con los años aprendí que para contar este tipo de historias no hace falta viajar tan lejos, las historias están dentro y fuera de nuestras fronteras. Pero para venderlas, vendía más una historia en África que una en Soria”.

Aunque pueda parecer redundante, el fotógrafo también es un sociólogo y un observador de injusticias, alguien más o menos estremecido que hace continuos descubrimientos. “En estos viajes he encontrado cientos, miles de personas que no importan a nadie. Ni a sus gobiernos ni a las instituciones internacionales. A nadie. A pesar de ello, luchan para conseguir mejoras y es increíble su fuerza, su resistencia y su dignidad. Cuando estás frente a ellas te sientes pequeño”, confiesa. Y de esa experiencia, surge una imperiosa misión de solidaridad y de fraternidad. “Adquieres un compromiso con esas personas de mostrar situación allá donde vayas. Hago mi trabajo para que se vea, si no se ve, carece de sentido. En los últimos tiempos mi fe en este trabajo estaba disminuyendo. Las condiciones laborales en mi gremio, -las ‘condiciones laborales’ pufff , casi da miedo decir eso- son una auténtica basura. Constantemente te piden fotos gratis para no sé qué campaña. Los precios por fotos para ‘freelance’ son de risa dentro y fuera de nuestras fronteras”.

Las primeras fotos de este proyecto tomadas en Ruanda.
Las primeras fotos de este proyecto tomadas en Ruanda.
Jesús Antoñanzas.

Tras la amarga declaración, la esperanza, la intuición de que podría ser el principio de algo positivo. “Ahora me encuentro de subidón. Después de muchos despachos públicos y privados, el departamento de solidaridad internacional de la Diputación de Zaragoza, con Elena García, a la cabeza tuvo la sensibilidad de ver lo que intento trasmitir. Su apoyo, muy importante, me permite seguir mi camino”, dice, y no oculta que lo mejor, con más trabajo, está por venir: “Después habrá que seguir picando piedra. Pero esta muestra es, como mínimo para mí, un carrusel de emociones”.

LA FICHA

‘El valor del agua, 1994-2013’. Jesús Antoñanzas Ibáñez. Cuarto Espacio. Diputación de Zaragoza. Desde el jueves 15.

Un detalle del montaje general.
Un detalle del montaje general.
José Miguel Marco.
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