Vive Latino: Un día para pulir detalles y pensar en el futuro
El director del festival sugiere que “con que nos den una cuarta parte del trato recibido, el año que viene estaremos en Zaragoza”.
Se nota que además de la buena música, otro de los protagonistas del festival Vive Latino ha sido el calor. Al menos, hasta cerca de la medianoche. Y este detalle, claro, se ha reflejado en el consumo de cerveza. En la primera jornada, la previsión que tenía Ambar para todo el festival se vio desbordada. El cálculo, más o menos, era de un litro por asistente y se consumieron tres, así que los repartidores tuvieron que hacer muchos viajes para reponer las cámaras.
No deja de ser un detalle, pero da buena muestra de que el festival ha funcionado. Algo parecido sucedió con el apartado gastronómico, que en la jornada de este sábado se reforzó para intentar evitar las colas del primer día. Eso sí, hubo más gente, así que complicado.
El director de Vive Latino, Nacho Royo, en un primer e improvisado balance, habló durante la tarde de “expectativas cumplidas”. “Estamos orgullosos de demostrar que es posible albergar en Zaragoza un festival de estas dimensiones; todos los artistas nos han dicho que la experiencia ha sido maravillosa”.
¿Y el futuro? La pregunta era inevitable. “Tiene toda la pinta de que venimos para quedarnos –comentó Nacho-, ahora queda ver si la ciudad quiere seguir acogiéndonos, ya que hay muchas entidades implicadas”. No se atrevió a ofrecer un porcentaje de posibilidades de que esto ocurra, “pero con que nos den una cuarta parte del trato que hemos recibido en esta primera edición en Zaragoza, el año que viene estaremos aquí de nuevo”.
Un festival de estas características tiene más protagonistas. Los principales, por supuesto, los músicos y el público, pero entre bambalinas, detrás de los tres escenarios, estos dos días ha habido mucho movimiento.
En un pequeño momento de relax antes de la actuación de Amaral, Iván y Jana, de la empresa Pennywise, hablaban de su trabajo. “Hacemos un poco de todo: pasamos hierros, subimos altavoces, luces y vídeos y, en general, nos ocupamos de cambiar el ´back line`, es decir los micros e instrumentos de cada grupo”. Tienen poco más de media hora para hacerlo, “pero el momento más estresante –confesaba Iván- son los 20 minutos anteriores a la apertura de puertas en los que siempre faltan cosas”.
Por lo demás, la zona vip siguió este sábado sin demasiada actividad de rostros conocidos. Al estar un poco alejada de los escenarios, todo el mundo quiso disfrutar de los conciertos en primera fila, que es donde mejor se ven.
Uno de ellos fue el guitarrista de Taburete, Antón Carreño, que tras la actuación de este viernes decidió quedarse en Zaragoza a vivir desde el otro lado la segunda jornada. “Este verano hemos tenido muchos bolos y apenas he podido ver conciertos, así que esta era la ocasión; estoy disfrutando muchísimo”. Algo parecido hizo Carlos Sadness después del suyo. Se le vio tranquilamente en algunas de las actuaciones de sus compañeros.
En el escenario Vuse estuvo el actor Rafa Maza, que se acercó a ver a Camilo Lara, el ´profe` del Instituto Mexicano del Sonido. Pero a medida que caía la tarde, los rostros se iban difuminando en la oscuridad de la noche y resultaba complicado distinguir a demasiados protagonistas.
Eso sí, los políticos brillaron con luz propia. La vicealcaldesa Sara Fernández volvió a hacer acto de presencia, como los concejales Javier Rodrigo y Patricia Cavero, o Roberto Bermúdez de Castro.
Mientras ellos y el resto del público iban encontrando acomodo en el escenario principal, Eva Amaral y Leiva se saludaban efusivamente entre bambalinas. Eva estaba eufórica momentos antes de salir a escena, bailando sin parar con la compañera de los coros, haciéndose fotos con dos niños y comentando el vuelo del dron que lo graba todo desde las alturas. Jugaba en casa y vaya si se notó.
