Florián Rey, el cineasta que sedujo al público

El director almuniense rodó películas como ‘La Dolores’ (1940), con Concha Piquer; ‘Brindis a Manolete’ (1948) y ‘Cuentos de la Alhambra’ (1950).

Imperio Argentina repasando algunas líneas de su guión.
Imperio Argentina repasando algunas líneas de su guión.
Centro de Estudios Borjanos

Agustín Sánchez Vidal, el mejor estudioso y biógrafo de Florián Rey, dijo que había sido el Almodóvar de su época y que había sido nuestro Ernst Lubistch con cachirulo, que concibió "la creación de un cine nacional, con sentido comercial" y que realizó películas magistrales, como ‘La aldea maldita’, y populares, como ‘Nobleza baturra’ (1935) y ‘Morena Clara’ (1936), que lograron un gran éxito de taquilla. Para algunos, entre ellos Imperio Argentina, que fue musa, compañera y esposa, debiera estar al mismo nivel de Buñuel.

¿Quién fue Florián Rey? De entrada, el seudónimo de Antonio Martínez del Castillo, nacido en La Almunia de Doña Godina en 1894, en el seno de una familia acomodada. Tenía dos hermanos, Guadalupe, profesora de música, y Rafael, violinista y director de orquesta. A los 4 años se trasladó a Zaragoza. Cursó estudio de Derecho, pero abandonó pronto ese camino por el periodismo y la literatura. Colaboraría en ‘La crónica de Aragón’ y en ‘Diario de avisos’; su compañero Fernando Castán Palomar diría: "Lo recuerdo con un traje de pequeños cuadros blancos y negros, y chambergo y bastón".

Hizo el servicio militar en Marruecos, y a la vuelta no tardaría en afincarse en Madrid; fue contratado por Gregorio Martínez Sierra como actor para trabajar con su amante Catalina Bárcena. Hizo sus pinitos en el teatro y en el cine como actor, pero no tardaría en dar el salto: adaptó la zarzuela ‘La revoltosa’ en 1924, y allí nacía un director. 

Un día vio actuar a Imperio Argentina y le fascinó: en ‘La hermana San Sulpicio’ (1927) iniciaron su colaboración y su relación de amor. Luego dirigiría la que se considera su auténtica obra maestra, la ya citada ‘La aldea maldita’ (1930), a la que le dio sonido en Francia. Fue contratado como director de doblajes en los estudios Paramount de Joinville, y aprendió mucho: asimiló el cine norteamericano, hizo labores de montaje, aprendió a dominar el relato, el ritmo, la creación de personajes. 

De vuelta a España hizo sus mejores obras hasta la Guerra Civil. Estuvieron en La Habana, y dada la admiración que Hitler sentía por Imperio Argentina, se trasladaron a Berlín para rodar dos películas como ‘Carmen la de Triana’ (1938), inspirada en el mito de Carmen de Merimée, y ‘La canción de Aixa’ (1939), durante cuyo rodaje Imperio Argentina se enamoró del actor Rafael Rivelles.

El director almuniense rodó películas como ‘La Dolores’ (1940), con Concha Piquer; ‘Brindis a Manolete’ (1948) y ‘Cuentos de la Alhambra’ (1950). En 1957, desengañado y sin éxito, se instaló en Benidorm y se dedicó a la restauración. Murió, en el más absoluto olvido, en abril de 1962 y echaron su cuerpo a la fosa común. La Almunia lo recuerda a través de una Asociación y su festival de cine, Fescila.

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