arte

El reto de hacer brillar a Bayeu en la Cartuja sin borrar la huella del tiempo

Una veintena de profesionales ha trabajado ocho meses en la restauración de las valiosas pinturas murales mezclando nuevas tecnologías y técnicas tradicionales.

La restauración ha permitido recuperar la identidad de los frescos.
La restauración ha permitido recuperar la identidad de los frescos.
DPH

Ocho meses de trabajo de un equipo multidisciplinar de más de 20 profesionales y casi 600.000 euros de inversión. Son las grandes cifras de una restauración que ha permitido volver a hacer brillar uno de los conjuntos de pintura mural más importantes de Aragón del siglo XVIII, obra de Fray Manuel Bayeu, cuñado de Francisco de Goya. Un tesoro desconocido hasta hace no mucho tiempo pero que ha podido ser recuperado gracias al empeño de la Diputación Provincial de Huesca por salvar la Cartuja de las Fuentes (Sariñena). Un reto artístico mayúsculo que, con todo, tampoco quiere borrar la huella del tiempo.

Bayeu ingresó en la Cartuja en 1760, con apenas 20 años. Y en las casi cuatro décadas que pasó allí, decoró la iglesia, las capillas, parte del claustro y otras dependencias con 2.000 metros cuadrados de pinturas murales.

La empresa Ártyco ha sido la encargada de empezar a actuar sobre una superficie de 800 metros en la nave de la iglesia. Al ser la primera intervención, se hizo un estudio previo sobre la técnica de ejecución de las pinturas, además de un exhaustivo trabajo de documentación. En esa investigación descubrieron que precisamente la nave central de la iglesia fue uno de los primeros espacios que pintó, al hallar una firma en las bóvedas de 1768.

Al acto de recepción de la obra acudieron diputados provinciales y los alcaldes de Sariñena y Lanaja.
Al acto de recepción de la obra acudieron diputados provinciales y los alcaldes de Sariñena y Lanaja.
DPH

"Había daños gravísimos"

Azucena Prior, directora de obra y responsable de Ártyco, asegura que esta restauración ha sido "un reto de gran envergadura" ya que la pintura mural se encontraba "muy derruida". Pese a los trabajos de consolidación y protección previos en el edificio, eran muy visibles las consecuencias de la humedad que habían entrado en la nave hasta que se intervino en las cubiertas. "Había daños gravísimos con foscados y revestimientos deformados, morteros desprendidos, pinturas pulverulentas y muchísimos levantamientos y escamas cuando no pérdidas...", recuerda. De hecho, calcula que en las bóvedas se había perdido ya un 10% de la superficie de las pinturas murales y en los muros cerca de un 30%.

La intervención se abordó en distintas etapas en las que participaron nueve restauradoras, historiadores, arquitectos, químicos, artesanos, infógrafos y hasta expertos en iluminación. La primera se centró en sujetar los soportes, "todas las zonas que estaban inestables, para que no fuera más el problema". Así, protegieron las policromías que estaban a punto de desprenderse, los morteros, las fábricas de tapial... "y una vez asegurado todo eso ya empezamos a consolidar los huecos y deformaciones que se habían creado".

Los muros y bóvedas tenían muchas zonas de pintura mural levantadas.
Los muros y bóvedas tenían muchas zonas de pintura mural levantadas.
ÁRTYCO

El siguiente paso fue limpiar las pinturas ya que sufrían unas degradaciones superficiales por un velo blanquecino que se había formado por efecto de una transformación química entre la humedad y la técnica al óleo "y que no dejaba ver ni lo que representaba las escenas", destaca Azucena Prior.

Tras ello, llegó el momento de decidir cómo querían presentar la obra al público para que la entienda y la disfrute. "Para nosotros, el mejor piropo que nos pueden decir cuando acabamos un trabajo es que parece que está sin restaurar. Nuestra labor es conservar, recuperar y ordenar la visión, pero no queremos borrar la huella del tiempo sino todo lo contrario, que al final parezca que es un espacio con su historia y se vea ese proceso porque le da autenticidad. Es lo que hace que entres en un monumento y digas que es de verdad, no un decorado", resalta.

Trabajos de reintegración de paramentos.
Trabajos de reintegración de paramentos.
ÁRTYCO

Por ello incorporaron morteros y color en aquellos lugares donde faltaban. Sin embargo, a la hora de actuar sobre todas las grandes pérdidas de pintura, no volvieron a reproducirlas "porque con lo que hay ya, es tan grandioso que no necesitamos borrar todas las cicatrices, sino dejar un espacio que se entienda como un espacio vivido que ha tenido sus vicisitudes y su historia". Así, Azucena Prior hace hincapié en que su trabajo es "dejar un acabado que sea agradable y que nuestra intervención pase desapercibida". Y para ello, utilizaron colores neutros, tranquilos y que se integraran con la parte restaurada para destacar lo que se había conservado dejando a la vista el efecto del tiempo

Un proceso en el que emplearon morteros tradicionales idénticos o lo más similares posibles a los originales "porque es lo que se ha visto que funciona muy bien a lo largo de los siglos y nosotros no vamos a mejorar esa técnica".

No obstante, detrás hubo también mucho trabajo con nuevas tecnologías como análisis de laboratorio, microscopios, radiaciones ultravioletas para determinar el alcance de ciertas lesiones, o tratamientos de limpieza individualizados en función del ph y la conductividad de la superficie "para que esa fórmula sea totalmente compatible con las características de la superficie y no se dañe".

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión