La excursión a un ibón de los Pirineos que siempre es un buen plan

Le hubiera encantado a Hannibal, el del ‘Equipo A’: también llamado Basa de la Mora, la excursión al ibón de Plan -rodeado de árboles y montañas pirenaicas- admite diversos niveles de exigencia

Una estampa del Ibón de Plan, rodeado de bosque de pino negro, con el sol al fondo.
Una estampa del Ibón de Plan, rodeado de bosque de pino negro, con el sol al fondo.
Laura Uranga

Como ejercicio de humor es un poco facilón servirse de un nombre propio para las chanzas u ocurrencias, pero la verdad el pueblo oscense de Plan se presta a muchos juegos semánticos; entre sus muchos atractivos para la visita está, sin duda, el ibón de Plan, y si alguna vez lo hubiese visitado George Peppard en su papel de Hannibal, el líder del ‘Equipo A’, seguro que hubiera dicho su frase estrella, “me encanta que los planes salgan bien”.

El valle de Chistau atesora una gran cantidad de incentivos para el turismo en un espacio geográfico relativamente pequeño;situado en el límite oriental del Sobrarbe, con el macizo de Monte Perdido y todos aquellos tresmiles a la vista, ofrece un montón de alternativas para hacer del paseo un placer extra, y el ibón de Plan es una de las mejores ideas a materializar si se pasa por la zona. También llamado Basa de la Mora, pertenece al monte de Plan pero tiene acceso en vehículo por Saravillo hasta el refugio de Lavasar, un enclave ya muy próximo al lago pirenaico.

Si se va con pequeños, caminantes veteranos o gente no acostumbrada al monte, dejar el vehículo en Lavasar (que tiene una zona acondicionada para ello) es la mejor opción. La pista que conecta Saravillo con el refugio tiene unos 15 kilómetros de longitud y se recorre en algo más de media hora: es transitable por todo tipo de vehículos, pero requiere una conducción prudente. La pedanía de Plan cobra desde hace algo más de una década tres euros a cada vehículo que utilice la pista, en un control situado en las últimas casas de Saravillo;estos fondos tienen como destino el mantenimiento y progresivo arreglo de la pista. Hay dos badenes de barranco hormigonados y un primer tramo asfaltado, que aprovechan los ganaderos durante el año”.

Si se elige la caminata pura y dura, puede acometerse desde Plan o desde el propio caserío de Saravillo por el GR-15. Cuando se llega a Lavasar hay una sorpresa agradable para los fans de lo megalítico, ya que hay dos crómlech junto al edificio. Desde ahí se comienza una bajada por sendero y mínima dificultad –siempre manteniendo los ojos en el suelo y cuidando la pisada: es monte– en un trayecto de bajada y llano casi continuo que cuesta apenas 20 minutos, y no llega a los dos kilómetros. Tras el tramo del sendero por piedras, el resto del camino hasta el ibón es una larga pradera que recuerda a las películas ambientadas en parajes tiroleses, aunque tampoco sea plan (perdón) ponerse a cantar como Julie Andrews en ‘Sonrisas y lágrimas’. O sí, claro, prohibido no está.

El ibón está rodeado de bosques de pino negro, y un abrigo de roca lo rodea en amoroso abrazo, aunque también podría interpretarse como un elemento disuasorio para quienes pretendan conquistar la plaza. El Mar de Piedras de Entremón, según dicen en el pueblo, tiene un brillo especial que se asemeja a la de una salada en el desierto. Además, es un macizo está lleno de agua.

Un fabricante de postales tiene material de sobra en este enclave para llenar los expositores de varias tiendas. En otoño, invierno y los días iniciales de una primavera como las de antes se puede hacer rebotar una piedra en la superficie helada del ibón: ahora no es el caso, desde luego.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión