patrimonio

Sale a la luz un mosaico geométrico en las excavaciones de la ciudad romana de Artieda

La segunda campaña de trabajos en El Forau de la Tuta concluye el viernes. La importancia del enclave y el hallazgo de sus termas quedan confirmados.

Este sábado pasado se mostraron los resultados de las excavaciones en una jornada de puertas abiertas.
Este sábado pasado se mostraron los resultados de las excavaciones en una jornada de puertas abiertas.
Ayuntamiento de Artieda

Las excavaciones en el yacimiento arqueológico de El Forau de la Tuta, en Artieda, Zaragoza, han sacado a la luz un mosaico romano (el segundo, después del encontrado el año pasado). El hallazgo confirma dos cosas: la importancia del enclave y que el equipo de investigación que dirige los trabajos ha dado con las termas de la ciudad romana que está en el subsuelo, hipótesis que adelantó en 2021. El ‘nuevo’ mosaico es geométrico, en colores blanco y negro, como el anterior y, aunque está destruido en algunas zonas, se conserva en una extensión de 15 por 5 metros.

La segunda campaña de excavaciones en el enclave empezó el 11 de julio y finalizará el viernes. El proyecto científico, dirigido por los arqueólogos Paula Uribe, José Ángel Asensio, Lara Íñiguez y María Ángeles Magallón, miembros del grupo de investigación Primeros Pobladores y Patrimonio Arqueológico del Valle del Ebro, es un exponente de cómo la arqueología ha cambiado en los últimos años de la mano de las nuevas tecnologías. Y es que la rasqueta, el cepillo y, sobre todo, la paciencia, siguen siendo inevitables hoy en día en una excavación, pero los arqueólogos disponen ahora de herramientas hasta hace poco inimaginables.

Paula Uribe ha sido pionera en la introducción en Aragón de tecnología avanzada, y antes de que la primera pala empezara a trabajar en El Forau de la Tuta el yacimiento ya había sido analizado con vuelos de dron, georrádar y cámaras multiespectrales y térmicas. «Todos los datos recogidos se volcaron en un Sistema de Información Geográfica, lo que nos permitió hacernos una idea general de lo que nos íbamos a encontrar en el yacimiento», relata Uribe.

Y, así, el año pasado, con el yacimiento aún virginal, los arqueólogos marcaron en él cuatro puntos. Entre ellos, con precisión milimétrica, salió a la luz el mosaico romano, con el que dieron la noticia que dio la vuelta a España: por su tema y dimensiones debía pertenecer a unas termas públicas, y estas a una ciudad romana que hasta ese momento se desconocía. «El georrádar nos reveló que en esos puntos había un pavimento, no el tipo de mosaico que nos íbamos a encontrar –matiza Lara Íñiguez–. Eso lo descubrimos en la excavación».

Así, combinando las nuevas tecnologías con las técnicas tradicionales, está avanzando la investigación en El Forau de la Tuta. Quizá a menor velocidad de lo deseable: la arqueología aragonesa se está moviendo desde hace años en una enorme penuria económica y los equipos de investigación se ven obligados a buscar apoyo en varias instituciones para intentar que las excavaciones no se interrumpan un año. Saben que, si es así, luego cuesta mucho más relanzarlas. En el caso de El Forau de la Tuta, este año no se han podido confirmar los trabajos de campo hasta prácticamente dos meses antes de su inicio.

La investigación de 2021 y 2022 ha sido posible gracias fundamentalmente al impulso del Ayuntamiento de Artieda. También ha sido financiada por la Diputación de Zaragoza, el Instituto de Patrimonio y Humanidades e IUCA de la Universidad de Zaragoza, Institut Ausionius-Université Bordeaux Montaigne y la Fundación Ibercaja, y ha contado con el apoyo logístico de la CHE. Especialistas de otras universidades (UNED, Salamanca, Granada...) prestan también colaboración en algunos aspectos técnicos de la investigación. Pero excavar, lo que se dice excavar, solo lo hacen los directores del proyecto, dos técnicos contratados y tres estudiantes (dos turnos de quince días).

«El yacimiento es grande, de unas cuatro hectáreas de extensión, pero aún no lo tenemos completamente delimitado –señala José Ángel Asensio–. Hasta ahora habremos excavado una superficie de menos de 100 metros cuadrados, así que estamos en una fase muy preliminar. Sabemos que es un asentamiento urbano y que hemos localizado unas termas de unas dimensiones fuera de lo común. Pero falta mucho por saber e investigar». Falta incluso el nombre de la ciudad, que se levantó en un lugar estratégico entre finales del siglo I y principios del II de nuestra era, cuando ya el Pirineo estaba conquistado y el Imperio Romano buscaba asentar población en la zona.

«El objetivo este año era continuar la excavación del mosaico descubierto el verano pasado y confirmar si estamos o no ante unas termas públicas», añade Paula Uribe. Y se ha cumplido; ahora vendrán meses de estudio de los materiales encontrados. El mosaico figurativo hallado el año pasado, en el que están representados personajes masculinos alados cabalgando sobre hipocampos (caballos con cola de pez) es típico de edificios termales. «Es una escena de cortejo marino, pero este caso es peculiar, distinto –subraya Lara Íñiguez– porque habitualmente se representan con el fondo blanco y las figuras en teselas negras, y aquí es al revés».

José Ángel Asensio, aunque reconoce la importancia de los restos romanos, recuerda que en el yacimiento hay también importantes vestigios más recientes. «Hay una ocupación medieval que merece ser estudiada –subraya–. Creemos que va de mediados del siglo IX a finales del XII o principios del XIII». Nuevas campañas de excavación ayudarán a desentrañar los misterios que aún guarda El Forau de la Tuta.

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