La Asociación Origami Zaragoza, gestora de la Escuela Museo de Origami Zaragoza (EMOZ), ha lanzado este jueves un grito de socorro para tratar de garantizar su supervivencia. El centro, nacido en 2013 y que se halla en el piso superior del Centro de Historias, arrastra desde hace tiempo problemas de financiación que urge solucionar. Además, sus rectores lamentan la poca visibilidad e información de la que disfrutan en la capital aragonesa y las reducidas dimensiones expositivas, que provocan que las visitas sean "demasiado cortas".

"Somos una referencia en el circuito turístico de Zaragoza. En muchos portales de viajes el museo aparece como el segundo lugar que se debe visitar, solo por detrás de la Basílica del Pilar. Y en nuestra década de existencia han pasado casi 200.000 personas, el 15% de las cuales eran extranjeras. Pero no es viable que sigamos en las condiciones actuales, siempre con tanta incertidumbre", ha denunciado Felipe Moreno, responsable de las exposiciones del Museo de Origami. Unas "condiciones actuales" que se plasman en la deuda que asfixia a la entidad, especialmente con el Ayuntamiento de Zaragoza. "Esa deuda es la que nos impide seguir trabajando", reveló Moreno.

El director del museo, Jorge Pardo, también compartió su deseo: "Es urgente firmar un nuevo convenio que nos permita seguir haciendo nuestro trabajo".

Por todo ello, este jueves invitaron a los responsables de Cultura de todos los partidos políticos con representación en el Consistorio para mantener una reunión para explicarles la problemática. El sentir general fue de reconocer la necesidad de mantener abierto el espacio. "Queremos mantener la apuesta por la cultura y por ello hay que empezar a llegar a acuerdos", dijo Diego Peña, del Partido Popular. Antonio Barrachina, del PSOE, incidió en "asegurar la estabilidad de este proyecto cultural".