dia de san jorge

A vueltas con la modernidad, lo añejo y el 'revivalismo' digital

El impacto de la I Muestra de Pop, Rock y Otros Rollos en 1984 acabó siendo la chispa que necesitaba la ciudad para entender que no había razón alguna para desoír aquí la música que ya funcionaba masivamente en otros puntos del globo. La producción propia floreció en todos los géneros y Zaragoza se convirtió en una ciudad de referencia para el universo musical español, con Huesca ganando a pulso el estatus de ciudad de culto en este mismo entorno.

Los Mestizos de Juanjo Javierre, Amaral y Héroes del Silencio
Los Mestizos de Juanjo Javierre, Amaral y Héroes del Silencio
Rafa Gobantes / Pablo Segura / Luis Correas / HERALDO

Lo que diga Cachi. "A ver qué cuenta hoy Pedro Elías o Sandro D'Angeli. ¿Qué escribió ayer Matías? ¿Y Gonzalo, y Javier?". En 1982, la vanguardia musical imperante en la época no había visitado Zaragoza, con la sola excepción de Vocoder (el proyecto liderado por el gran Antonio Tenas) pero no faltaban los prescriptores, y el germen de lo que ocurriría muy poco después ya estaba ahí. Entre las huestes más 'avantgarde' del patio se miraba hacia Madrid y Londres con devoción desmesurada, desde la estética nuevaolera y el tecnopop a los siniestros; la influencia de la base americana despertaba por la vía del 'breakdance' (enseguida llegaría el proto rap local) el gusto por la música negra urbana y la cultura hip hop. Los cantautores seguían ahí, nunca se marcharon Labordeta, Carbonell o La Bullonera, pero la atención comenzaba a repartirse. Santi Rex, primero como DJ y luego como 'frontman', emparentaba estética y conceptualmente la ciudad con playas extranjeras más oropeleras.

De pronto, aunque la receta del asunto se venía cocinando, llegó la I Muestra de Pop, Rock y Otros Rollos. Esta iniciativa sin parangón en la ciudad se desarrolló entre el 23 y el 25 de marzo de 1984 en el Pabellón Francés de la antigua Feria de Muestras de Zaragoza, donde hoy está la Cámara de Comercio. La idea se había gestado en las anteriores Fiestas del Pilar, cuando el lema '¡Vamos a quemar Zaragoza!' (no literal, pero casi) convocaba en el bar Clarinete del Casco Viejo a todos los que quisieran implicarse en la creación de algo nuevo y rompedor en la música local. 

"El genoma aragonés de Héroes, Violadores del Verso y Amaral movió y sigue moviendo masas en todo el mundo hispanoparlante"

Se creó el GOM (Grupo Organizador de la Muestra), que vertebró la organización, con el apoyo del Cipaj. Al final fueron 50 las bandas locales las que desfilaron por la cita, con la presencia de futuras estrellas como Héroes del Silencio (con sus miembros repartidos en proyectos como Zumo de Vidrio, Edición Fría o Proceso Entrópico), Pedro Botero, Boda de Rubias (con Nacho de Niños del Brasil) o los Golden Zippers de Mauricio Aznar. Entre los invitados destacaron Distrito 14 (zaragozanos, que jugaban ya entonces en una liga superior) y Gabinete Caligari. El datazo de la cita estuvo en la taquilla: un total de 26.000 personas pasaron por la Muestra, que cuadró las cuentas al sumar la recaudación con el aporte municipal.

Cachi Torres

Cachi, el faro.

El arroz de todas las salsas, la salsa de todos los arroces. Un ‘puck’ de la modernidad que siempre estaba ya en la meta cuando otros corrían a intentar la ‘pole’. Desde las cabinas de DJ, la organización de eventos y, sobre todo, las ondas hertzianas, Cachi Torres (fallecido en 2020) era desde los albores de los 80 la garantía del descubrimiento y la generosidad a la hora de compartirlo. Fijo en las mañanas vinileras de Linacero con el cambio de siglo, las redes sociales fueron su último vehículo de expresión cuando la enfermedad que acabó llevándoselo (una diabetes muy lábil había minado su organismo durante décadas) ya no le permitía alternar lo necesario en foros analógicos. Sus listas temáticas y una voracidad enciclopédica no exenta de colmillo selector (por ese adjetivo se le recordará) son el legado de una vida en avanzadilla para el mundo musical aragonés.

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Las crónicas de la época fueron claras: junto a talentos de evidente calado hubo proyectos enhebrados al vapor para cobrar la ayuda de 10.000 pesetas que aportaba el Consistorio a los participantes. El poso, eso sí, marcó un antes y un después; Zaragoza se convirtió en un hervidero musical que no necesitó del paraguas movidero (estilo Madrid o Vigo) para convertirse en una ciudad de referencia por la variedad y relevancia de sus propuestas musicales. Interferencias, Linacero, la M-tro, En Bruto... los referentes se iban agolpando en el imaginario de la ciudad.

Héroes del Silencio con Alan Boguslavsky en 1995

Héroes del Silencio

El 10 de marzo de 1985, Héroes del Silencio (Pedro Valdivia, Enrique Bunbury y Juan Valdivia entonces) dieron su primer concierto oficial en las matinales del cine Pax, situado en la plaza de la Seo. Ya llevaban un año ensayando duramente, distinguiéndose entre sus pares por una ética de trabajo que auguraba grandes cosas... con el permiso de la diosa Fortuna, por supuesto. La oportunidad llegó, con los apoyos adecuados, y el resto es historia cincelada a sangre y fuego por el cuarteto que empezó como terceto (la sección rítmica que perduró la formaron Joaquín Cardiel al bajo y Pedro Andreu en la batería) y acabó como quinteto al sumarse Alan Boguslavsky (a la derecha en la foto), suplido por Gonzalo Valdivia en la breve reunión de 2007. A día de hoy, Héroes sigue siendo el grupo de rock en castellano con más impacto de toda la historia.

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Los grupos florecían en variedad y gusto. Más Birras primero, Niños del Brasil después, Dynamos, Las Novias, Carmen París, la cantera del Medio Kilo de Rock... en Huesca, por su parte, Proscritos o Mestizos no tardaron en mostrar sus poderes: aunque la distancia física hasta los grandes escenarios parecía agrandarse un poco más en el caso de los talentos oscenses, la historia se ha encargado de hacer justicia al hervidero cultural y musical que ha sido y es Huesca desde aquellos años. Y en Teruel, Azero y Acolla marcaban el compás con sus entusiastas y duraderas zambullidas en el magma del rock.

Mestizos

Mestizos

Orencio Boix, en su documental ‘Los chicos de provincias somos así’ (2009), retrató la ebullición sostenida de la música oscense desde el ye-yé, los ochenta, la rumba o la electrónica, con iconos como Carnicer, Justo Bagüeste, Luis Lles, Kiev Cuando Nieva, Domador, Pecker y los autores del tema homónimo, los Mestizos de Juanjo Javierre

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Los 90 fueron otra vuelta de tuerca. En el ámbito pop, división de impacto masivo, fue la década en la que la voz de Eva Amaral y la guitarra de Juan Aguirre (que ya brillaba en Días de Vino y Rosas) comenzó a desencajar mandíbulas y conquistar corazones; en otra línea distinta, y sin colisionar, Grabaciones en el Mar y su alegre pandilla conferían al asunto musiquero un tono desenfadado y bizarro, muy salmonero incluso para la totalidad del Estado, que miraba a Zaragoza con una nueva estupefacción. 

En el punk, Manolo Kabezabolo empezaba a fraguar su leyenda, y Violadores del Verso daban desde La Jota las primeras muestras de lo que acabarían significando (en plena adolescencia: ya se sabe de la precocidad extrema del rap) para millones de seguidores en todo el mundo hispanoparlante, con Rapsusklei reclamando su cuota en La Magdalena, bullendo siempre con el flamenco diásporo del recordado Panoja.

Amaral

Amaral

Radicados hace más de dos décadas en Madrid, Eva Amaral y Juan Aguirre llevan con orgullo la bandera aragonesa en foros nacionales e internacionales con un estilo reconocible, que bebe de Dylan, Natalie Merchant o Patti Smith para facturar música digerible por todos los estómagos, en la que prima la calidad sobre cualquier otro ingrediente.

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El nuevo milenio trajo nuevas palabras al panorama: Napster, MySpace, Youtube y Spotify. Democratización de la música lo llamaron algunos, mientras que otros lo catalogaron de fin de la industria. La adaptación de los artistas aragoneses no ha sido diferente a la patente en el panorama nacional. El péndulo (singles-elepés-singles) sigue su curso, y nuevos talentos buscan su hueco en todos los géneros, desde Lady Banana a Delacueva, Olalla Lux, White Coven, Eva McBel, Elem, Lionware o Lost Files, entre muchos otros.

Sergio Algora, junto a su querida colección de discos.
Sergio Algora, junto a su querida colección de discos.
Heraldo

Algora ya estaba allí antes de que llegara el yugo algorítmico

No está claro si a Sergio Algora le salía un jardín en cada poro o aquel verso se refería al carácter poroso del entorno que, bien regado, podía ser más amable. El creador zaragozano era un experto en responder preguntas con respuestas tan edificantes que acababan generando otra familia de preguntitas, en un ejercicio de vasos comunicantes que no situaba necesariamente el éxito en el llenado de las copas: quizá sí en vaciarlas con elegancia. Con Tras el Francés, El Niño Gusano, Muy Poca Gente, La Costa Brava y otras múltiples expresiones artísticas, que incluyeron la literatura, la venta de discos y la hostelería con monóculo bajoepidérmico, 

Violadores del Verso

Violadores del Verso

La imagen (de 1999) inmortaliza a cuatro chavales de La Jota que ya eran grandes antes de cumplir la veintena y lo siguen siendo tras cruzar el Rubicón de los cuarenta. Rumba, Kase.O., Sho-Hai y Lírico forman una alineación imborrable para los seguidores del rap ‘hardcoreta’ en toda España y América Latina.

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Algora pasó por la vida como un río caudaloso pero no desbocado, ajeno a la inexorable santificación de su figura que probablemente no le hubiera hecho gracia tras aquél fatídico día de julio de 2008 (se fue con 39 años en plena Expo; para expo continua, la suya durante dos décadas en todo tipo de espacios vitales) en el que su maltrecho corazón falló por última vez.

Algora era la luminaria local de una nueva forma de entender la música, articulada entonces y después en torno a muchos nombres: Plasticiland, Grabaciones en el Mar, el Fantasma, el Bacharach, Marte y sus marcianos, Carrots, Moreno Campeón, Bigott, Tachenko, El Brindador. Tuvo primos e hijos en Huesca, como Copiloto, Pecker o Los Fatus. Los tiene ahora en Zaragoza: solo hay que pararse a escuchar a Santoral. Además, le dedicaron un jardín en San José, De Vito convirtió en temazo su ‘Champán para todos’ -lo que nos lleva a Rafa Angulo, otro que lo agitó todo antes de marchar temprano- y Madmua Records ha rescatado notas y letras que no hacen sino agrandar el acervo alienígena que dejó este habitante de la plaza de Santa Cruz, con oficina en Espoz y Mina y sucursales espirituosas en todas las embajadas del hedonismo planetario.

Maxvll

Maxvll o la generación que llega

La música urbana es un compendio de muchas fragancias, y el trabajo de este dominicano que ha crecido en Zaragoza es un ejemplo de lo que está aportando la ciudad a las nuevas reglas del juego; en su doble condición de productor y DJ, Maxvll no se pone fronteras a la hora de expresarse.

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Algora era más de distancias cortas, pero el hecho es que Zaragoza le cogió gusto con los años a los grandes contubernios musicales. El Monsters of Rock entre la parroquia del metal, el FIZ abanderando el ‘indie’ (con concesiones masivas) hasta el día de hoy, experimentos curiosos como aquel M2 con Kraftwerk y Violadores del Verso... todo en contrapeso al influjo de las músicas del mundo que este año vuelve a flotar sobre las aguas de Lanuza: el Pirineos Sur

Otro que vuelve con fuerza es el Monegros Desert Festival en Fraga, con lo más granado de la electrónica y ventana abierta a las músicas urbanas. En este sector, Aragón rebosa talento: desde Chelis (varias veces mejor DJ español según ‘Rockdelux’) a Hollers, Luso, Pendejo, Andrés Campo, Candela Von Disko, Sweet Drinkz y en épocas más recientes, nuevos talentos como Fleki Flex, Eddy Charlez, Maxvll o Drizzyclare, entre otros. La escena ‘clubber’ resucita en el río revuelto de los talentos consolidados y los nombres de nuevo cuño. El futuro, como manda su idiosincrasia implícita, es una incógnita... pero no pinta mal.

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