Las farolas de forja de Rubielos de Mora ya tienen libro

Juan Carlos Leguey publica un inventario fotográfico de las 177 lámparas callejeras de la localidad

A principios de los años 60, el artista José Gonzalvo y su mejor amigo, el herrero Manuel Baselga, empezaron a hacer "faroles graciosos" para adornar las calles de Rubielos de Mora. En aquel momento aquello parecía un pasatiempo inocente, un entretenimiento para los ocios de ambos, pero hoy es una de las señas de identidad de la localidad turolense. La editorial Media Vaca, en su colección de libros dedicados a ciudades y donde figuran Tokio, Buenos Aires y Varsovia, acaba de publicar uno de Rubielos de Mora. Y el motivo elegido son sus farolas, La tarea ha corrido a cargo del fotógrafo Juan Carlos Leguey (https://jcleguey.com), ilicitano afincado en la localidad desde hace años.

"Me instalé en Rubielos de Mora en el año 2018 -relata-. Soy fotógrafo especializado en fotos nocturnas y el cielo aquí es muy especial. Pero, lógicamente, hago fotografías de todo tipo. Un día se posó un pájaro en la farola del carro y le hice una foto. Al revelarla descubrí que la imagen me gustaba mucho, así que empecé a hacer fotos de las farolas para mí, sin ninguna intención especial. Un año después se las enseñé a Manolo, el propietario del hotel Los Leones (Manuel Górriz), y me dijo: "Conozco a un editor que quiere publicar un libro de las farolas". Ese editor era Vicente Ferrer, de Media Vaca, un enamorado de Rubielos de Mora, que en 2019 abrazó el proyecto con entusiasmo. Y, pandemia mediante, el libro ya es una realidad y ha empezado a distribuirse, aunque no se presentará hasta la primavera.

"Es el primer inventario que se hace de las farolas -asegura Juan Carlos Leguey- Son en total, de momento, 177, incluidas las tres últimas, que se han instalado este verano. Son muchas farolas y muchas historias las que hay detrás de ellas, ya que cada una tiene la suya propia".

Según aseguraba Manuel Baselga, el modelo de las farolas municipales se inspiró en las que puso José Igual en el jardín de su casa de La Huerta, a iniciativa de la comisión de fiestas. A la altura de 1963 ya había realizado 74 faroles en 50 calles. Hoy son el doble. En 1985, cuando Gonzalvo ingresó en la Academia de Bellas Artes de San Carlos, de Valencia, en su discurso aseguraba: "Así como la visión del médico en el pueblo es la de curar y prevenir a sus pacientes de su enfermedad, la de un artista en el pueblo es conseguir que ese pueblo sea lo más estético y bello posible, concienciando a sus vecinos para respetar, conservar y aun mejorar lo que de artístico heredaron de sus mayores". Tras unos años en los que se dejaron de hacer farolas figurativas, a mediados de los 80, un electricista de la localidad, Miguel Florencia, empezó a repararlas y a retomar su creación. Y hasta hoy, en el que la cooperativa La Zarza las sigue haciendo y mantiene viva la tradición de personalizarlas.

Las farolas se realizaron pensando en acontecimientos y personajes relacionados con el punto exacto en el que se ubicaban: hay castillos, fuentes, animales, oficios y artesanías... Así, en la casa que fue del alfarero Esteban Pastor hay una lámpara con un artesano modelando, en la Fuente del Cerezo uno de sus botijos, en la que fue su ollería otro alfarero... En la casa del cura de la plaza del Sol, la farola está coronada por un sacerdote con estola. La calle del pintor Salvador Victoria tiene varias farolas dedicadas a él. El elemento más repetido es el toro, y muchas de las lámparas que lo representan están dispuestas por las calles por donde transcurren los toros de soga y embolados. En una de ellas está incluso representada una cogida.

Hay algunas que, en sí mismas, encierran una novela. Como la que representa un velero. Resulta que un capitán de la Marina pasó varios días encerrado en el antiguo Hospital de Gracia, lo que hoy es el Museo Salvador Victoria. En la puerta de madera dibujó un barco y relató cómo había escapado de los franceses durante el segundo sitio de Zaragoza.

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Juan Carlos Leguey

El libro, en edición del propio Vicente Ferrer, que ha realizado el estudio introductorio, incluye un plano con la ubicación de cada una de las farolas. "Queremos que sirva también de guía para el visitante, y facilitar así que salga un poco del circuito más turístico, que se recorra todo el pueblo". Y otra característica destacada es el punto de vista de las fotografías. Viviendo en el pueblo, Leguey tiene fotografías tomadas desde todos los ángulos imaginables, pero se las ha guardado para sí. Ha querido que en el libro estén todas retratadas tal y como se ven a pie de calle.

"En el prólogo Vicente Ferrer ha recogido algunas de las historias que rodean a las farolas, pero hay mucho más, porque en algunos casos hay vecinos que te dan una explicación del origen de una farola y otros vecinos tienen una versión totalmente distinta -añade Juan Carlos Leguey-. Por un lado, queremos animar a que en Rubielos se conozca y valore la historia de cada una de sus farolas; y, por otro, pensamos hacer en el futuro una segunda edición en la que se incluya más información y más historias sobre las farolas". Es, pues, una obra en construcción. Porque, también, en el futuro llegarán más creaciones. No hay ninguna lámpara que haga referencia a la trufa, a las carrascas o a que Rubielos es territorio Starlight. "Como me encanta la fotografía nocturna, esta zona es el paraíso", concluye el fotógrafo.

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