LETRAS ARAGONESAS. OCIO Y CULTURA

Olifante publica las críticas de arte del poeta Ángel Guinda

'Revelación y rebelión' es el título de un centenar de páginas de críticas, reseñas, prólogos o presentaciones de artistas y exposiciones

Ángel Aransay, uno de los artistas más amados por Guinda, en la Lonja.
Ángel Aransay, uno de los artistas más amados por Guinda, en la Lonja.
José Miguel Marco.

En la XXVII edición de la Feria del Libro Aragonés de Monzón pasan cosas curiosas: Manuel Vilas anunció que le gustaría ser “alcalde de mi pueblo, Barbastro, por quince días”; para la poeta y profesora Estela Puyuelo la próxima revolución pasaría “por volver al campo y pasear por los bosques”. Y la editora Trinidad Ruiz Marcellán anunciaba su voluntad de publicar toda la obra dispersa y fragmentaria “de nuestro poeta de referencia, el más publicado en la editorial, el gran maestro Ángel Guinda”, dijo, y presentó un nuevo título, ‘Revelación y rebelión (Artículos de crítica de arte)’, cuya edición ha preparado Raquel Arroyo Fraile, su esposa y experta en artes plásticas, con un extenso prólogo del poeta y editor Manuel Martínez-Forega. El volumen, en Olifante Ibérico, como ‘La cadencia del mundo’ sobre Rosendo Tello, es una “edición conmemorativa del 275 aniversario del nacimiento de Goya”, y está ilustrado con grabados de Goya.

Forega recuerda, entre otras cosas, que los textos aquí seleccionados están fechados entre 1983 y 2011, que hay cuatro años en los que el poeta aún vivía en Zaragoza (de 1983 a 1987) y se mostraba muy fiel a los logros de Ángel Orensanz y Ángel Aransay, entre otros. Luego, ya en Madrid, hizo reseñas para HERALDO, ‘El día de Aragón’ y ‘El Periódico de Aragón’, sobre todo del Centro de Arte Reina Sofía (vio y analizó muestras de las vanguardias italianas, Manolo Millares, André Breton, Clifford Still, Joan Miró, Antonio López, etc.) o la Fundación March (donde reseñó la obra de Kazemir Malevich). Entre los textos, hay lecturas de una biografía de Van Gogh, textos de catálogos o presentaciones de distintas muestras y artistas. Forega dice que a Guinda “lo que le importa, busca y encuentra es el misterio del envés especular, ahí donde se halla el espíritu que habla sin palabras (‘el pintor es un poeta mudo’, dice en su acercamiento a Víctor Mira) o se manifiesta precisamente en la invisibilidad (en la ‘claridad’ de lo ‘oscuro’)”.

"A Guinda lo que le importa, busca y encuentra es el misterio del envés especular, ahí donde se halla el espíritu que habla sin palabras (‘el pintor es un poeta mudo’, dice en su acercamiento a Víctor Mira) o se manifiesta precisamente en la invisibilidad (en la ‘claridad’ de lo ‘oscuro’)”.

Ángel Guinda escribió mucho, en sus inicios del escultor Ángel Orensanz, de cuya obra dijo que es “una lectura de lección no imposible. Una lectura metafísica del hombre de fin de siglo que, en el fondo, rechaza toda la parafernalia catastrófica porque, sencillamente, está vivo en un tiempo y en un espacio, y pese a no gustarle la velocidad de su viaje, sí le gusta seguir viviendo, continuar viajando aunque sea con el motor gripado. Lo diré ya: Orensanz es el escultor de la humana dispersión agrupada”. Entre los aragoneses, analiza la poesía de Víctor Mira, y aprovecha para hacer un listado de artistas aragoneses a los que sigue: el propio Mira, Antonio Saura, Ángel Aransay, José Manuel Broto, Antonio Cásedas, Jorge Gay, Arrudi, Eduardo Laborda y Antonio Alonso Fuembuena; a ellos se irían sumando otros en años posteriores.

Estudia la lírica de Mira y dice: “El poeta Víctor Mira es un complementario del pintor. Para ambos, pintor y poeta, es válida la evolución desde un surrealismo idealista a cierto brutalismo experiencial del lirismo bioenergético e impresionante expresividad”. Analiza su obra plástica y la pone en relación con su lírica. Ángel Aransay era una de sus debilidades. Le recordaba algunas cosas de Modigliani, al que también retrata con devoción, y lo analiza así: “Sin ojos, y aun sin manos, Aransay sería igualmente pintor y pintaría. Porque la pintura le sale de afuera. Y su interior turbulento es ya un museo a la mirada de aquellos que saben ver, pues tienen abiertos los ojos, y limpios”.

Ángel Guinda en su casa de Madrid.
Ángel Guinda en su casa de Madrid.
Enrique Cidoncha.

Otra de sus querencias fue Antonio Saura, que le interesaba no solo como pintor y como escritor, sino “también como teórico o filósofo del arte”, dijo con motivo de su exposición del ‘Decenario’ en el Palacio de Sástago en 1991. Guinda también ensaya sus propias teorías y conclusiones, arroja luz sobre los artistas, le interesa más la mirada o el concepto que la manufactura en sí misma, desmenuza la grandeza del arte: “La vida crea al artista. El artista recrea la vida hacia una creación nueva: su arte. Si éste es tan grande como bello y profundo, será rico y superará a la vida en general y a la vida de su creador en particular”.

“La vida crea al artista. El artista recrea la vida hacia una creación nueva: su arte. Si éste es tan grande como bello y profundo, será rico y superará a la vida en general y a la vida de su creador en particular”, anota Ángel Guinda.

En una dirección casi paralela, reseña una biografía de Van Gogh, con quien se sentía hermanado en el desamparo, y anota: “Van Gogh pintaba las cosas y los seres más allá, más adentro de ellos mismos. Pintaba el alma fuera de su cuerpo”, idea que también adjudicará con leves variaciones a otros creadores. El análisis de enfermedad y creación también se ve en su análisis de la muestra ‘Visiones paralelas’. A Goya, entre otras muchas cosas, lo denomina “el inefable monstruo de la pintura”. Y de Antonio López subraya que su obra “es el testimonio de una convivencia humanizante con esa realidad que el arte transmite desde un profundo compromiso con las cosas, la vida, el tiempo, el arte mismo y, cómo no, el ser humano”.

Escribe de otros pintores aragoneses como el grabador Pascual Blanco, Vicente Pascual, Javier Lapuente, Mariano Castillo, Jesús Buisán, y Ricardo Calero, del que es un asiduo analista y compañero de viaje (recuerda, en uno de los tres textos que le destina: “La belleza es una aparición”), entre otros. También analiza la fotografía de Columna Villarroya, que se aplica a “parar el tiempo” para crear “un álbum de huellas”, y de Rafael Navarro, cuya poética visual “ha sido, es, un cántico corporal, una aproximación al espíritu de la sensualidad exquisita, una profunda lectura de las superficies”.

LA FICHA

‘Revelación y rebelión (Artículos de crítica de arte)’. Introducción de Manuel Martínez-Forega. Selección y coordinación de Raquel Arroyo Fraile. Olifante Ibérico. Zaragoza, 2021. 103 páginas.

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